¿Y qué hay de la ablación genital femenina?
NOTA: Si no has leído el artículo anterior, léelo AQUI.
Esto es lo que se conoce también como “mutilación genital femenina”. Pero esta es una forma social de referirse a ello. El término “ablación” es, primero que nada, un término médico (ICD-10-PCS: H33.2, Z90.7; CIE-9-MC: 253.7, 621.8; CIAP-2: F82, X28, X99). Es un tipo de extirpación [1] por intervención quirúrgica, medios físicos (radiación, frío o calor) o químicos. Aunque coloquialmente, el término “ablación” suele usarse como sinónimo de “ablación genital femenina”, en medicina no tiene esa connotación exclusiva. De hecho, puede hablarse de “ablación cardiaca” para prevenir problemas en el ritmo de este órgano [2], y de muchos otros tipos de ablación.
Esto es lo que se conoce también como “mutilación genital femenina”. Pero esta es una forma social de referirse a ello. El término “ablación” es, primero que nada, un término médico (ICD-10-PCS: H33.2, Z90.7; CIE-9-MC: 253.7, 621.8; CIAP-2: F82, X28, X99). Es un tipo de extirpación [1] por intervención quirúrgica, medios físicos (radiación, frío o calor) o químicos. Aunque coloquialmente, el término “ablación” suele usarse como sinónimo de “ablación genital femenina”, en medicina no tiene esa connotación exclusiva. De hecho, puede hablarse de “ablación cardiaca” para prevenir problemas en el ritmo de este órgano [2], y de muchos otros tipos de ablación.
Bien, ahora que hemos establecido el correcto uso
de este término, vayamos a lo que nos atiene: Su posible calidad de
violencia. Claro está que, en su forma
médica, no tiene nada de malo; de hecho es un procedimiento beneficioso para
las personas, en determinadas circunstancias. Si vamos a ver ello como
violencia, debemos dejar el campo médico, y por ende, ver un asunto médico
desde un entendimiento sociocultural. Ya de por sí, hacer esto es un enorme
problema, pues se está tratando un asunto de ciencia aplicada como si fuera un
asunto de legítima discusión entre hijos de vecino, cosa que evidentemente no
lo es. Así que, desde el inicio, hacer esto es un ejercicio no científico. Por
ende, lo que podamos concluir de tratar este punto socialmente, aparte de los
resultados estadísticos, no tendrá respaldo científico legítimo, sino que
responderá al parecer de unos grupos u otros, imbuidos en su propia ideología y
características ético-morales.
Para hablar de la ablación genital femenina como
forma de violencia, primero debemos categorizarla y caracterizarla. Vamos a
analizarla, para poder establecer la jerarquía categorial a la que corresponda,
tentativamente, pues recordemos que estamos hablando ahora de algo social, y
por ende, aunque la rigurosidad científica no es requerida, es menester echar
mano de la honestidad intelectual para alcanzar resultados que posteriormente
puedan ser usados para un tratamiento científico, y posibles investigaciones,
de tal forma que podamos tratar estos problemas con la objetividad del caso, y
por ende, tomar las mejores medidas para su solución exitosa. Así, primero
tenemos que la ablación genital femenina, es, primero que nada, una forma de
ablación negativa, es decir, mutilación. Una que se refiere a los genitales. Y
en este caso, una que se refiere a los genitales femeninos. En esta ocasión, lo
importante es definir las categorías con claridad, para incluir o descartar
elementos que puedas desvirtuar su clasificación objetiva.
Bien, tenemos que la ablación genital femenina, es,
antes que todo, una forma de mutilación. La mutilación es algo que se puede dar
en hombres y mujeres, y es pasible de efectuarse en cualquier parte del cuerpo.
Cada mutilación en específico tiene un nombre particular, pero como estamos
estableciendo categorías, los nombres de cada procedimiento específico son
irrelevantes. Lo que debe quedar claro es que la mutilación es un problema que
no hace diferencia entre sexo, edad, condición social, etc. Puede darse tanto
en la guerra (como una forma de tortura) como en tiempos de paz (por motivos
socioculturales).
Pero la mutilación en sí pertenece a una categoría
superior: La de modificación corporal. La modificación corporal puede darse al
añadir cosas, quitar cosas, o cambiar cosas. Un ejemplo de lo primero es la de
los llamados “biohackers”, que se implantan chips en el cuerpo voluntariamente.
Un ejemplo de lo segundo es la ablación del clítoris, claro, pero también la
amputación de una pierna gangrenada. Un ejemplo de lo tercero es la de partir
la lengua en dos, para que esta tenga una apariencia viperina. La modificación
corporal puede ser tanto voluntaria como no-voluntaria.
Así, ya tenemos dos categorías: Modificación
corporal, y debajo de ella, bajo el subtipo de no-voluntaria, tenemos la
mutilación. Podemos avanzar en especificar la parte del cuerpo que se va a
mutilar, sin duda. La pregunta es: ¿Es eso necesario? La respuesta es: A
priori, no. Cualquier mutilación corporal es deleznable, y debería ser
castigada, por cuanto se habla de algo en contra de la voluntad de la persona.
Establecer una diferenciación entre una mutilación u otra no puede responder a
criterios enteramente subjetivos, como su pertenencia a determinado sexo.
Necesitamos algo más fuerte. Algo que no provenga solamente del parecer de los
sorprendidos y afectados emocionalmente, sino algo objetivo. Y lo primero que
tenemos, a este respecto, es el mismo cuerpo humano. En este caso, su
importancia sistémica, es decir, la importancia proporcional de su
funcionamiento. Me explico: La ablación genital femenina es una forma de
mutilación, sin duda. Pero el que te quiten una pierna luego de un secuestro
también lo es. En el supuesto de que, en ambos casos, las heridas cerraran, sin
recuperación de las partes mutiladas, ¿cuál mutilación implicaría mayor
afectación a la persona? Una mujer con el clítoris completamente amputado, y
que haya sanado exitosamente, presentará casi que como únicos síntomas la
insensibilidad de la zona, eliminación del placer sexual, y en algunos casos,
problemas al orinar. Pero nada del otro mundo. Claro está, este no suele ser el
escenario común en este tipo de mutilaciones, pero ello es un tema diferente, y
en realidad, irrelevante, pues esto último recae mas bien en el tema de la
falta de medidas médico-sanitarias para practicar un procedimiento, cualquiera
que sea, y en cualquier caso esto implica grandes riesgos para cualquier tipo
de modificación corporal. Por otro lado, una persona a la que se le haya
quitado una pierna presentará la necesidad de prótesis, tendrá movilidad
restringida, y una serie de problemas que requerirán un cambio en la vida de la
persona, poniendo en peligro su autonomía, y en la práctica (cosa que en
realidad no debería ocurrir), mayor dificultad a la hora de conseguir trabajo o
pareja. Si bien ambas formas de mutilación son deleznables, una es mucho más
grave que la otra. De más está decir que alguien que pierde una extremidad
requiere atención de un profesional de la salud mental, pues la carga psíquica
puede llegar a ser muy grande y generar problemas. La atención psicológica es
también necesaria en el caso de quien sufre ablación genital femenina.
Hasta aquí ya tenemos una clasificación inicial
clara, sobre la cual podemos ponderar cierta importancia según la importancia
fisiológica de aquella parte del cuerpo que haya sido mutilada. El clítoris es
un órgano cuya única función es dar placer. Nada más. En ese sentido, una
pierna es, fisiológicamente hablando, algo de mayor importancia. Y de nuevo, la
mutilación sigue siendo un problema que padecen hombres y mujeres por igual. De
hecho, podríamos decir que lo padecieron históricamente más hombres que
mujeres, dado que son los hombres los que más han participado en guerras,
descubrimiento de nuevos territorios, y colonizaciones, y estas situaciones,
sin duda, los han expuesto a mayores incidencias de este hecho tan lamentable.
Pero dejemos eso de lado por un momento. Si deseamos seguir ahondando en el
tema de la mutilación, podemos incluso, siendo demasiado permisivos, hablar de
la mutilación por la zona mutilada. En este caso, podemos mencionar la
mutilación genital. Esto no sirve para fines de sopesar la importancia de la
parte del cuerpo mutilada (pues eso se desprende de un análisis general), sino
para meros fines de clasificación. Hablando de la mutilación genital, ¿tenemos
evidencias de que sólo las mujeres hayan sufrido de esta práctica? La
respuesta, de nuevo, es no. Existen mutilaciones más o menos severas,
independientemente de la zona. Hablando específicamente de los genitales, la
más leve sería la circuncisión, y las más severas serían la ablación genital
(para mujeres, la clitoridectomía [3],
o amputación total del clítoris, la forma más común de ablación genital
femenina; para los hombres, la castración) y la infibulación (también
practicable a hombres y mujeres, que consiste en el estrechamiento, por corte
y/o sutura, del canal de salida masculino o femenino) [4].
Así, no ablación genital no solo se practica en mujeres, sino también en
hombres, por lo que no es un padecimiento exclusivamente femenino. La ablación
no tiene sexo.
Entonces, ¿por qué hablar de la ablación genital
femenina como un problema especial y en específico? La respuesta es simple:
Porque ello es lo que promueve el feminismo, a nivel nacional como
internacional. Básicamente no hay otra explicación.
¿Podríamos clasificarlo como violencia contra la
mujer por la cantidad de afectadas? No. Como hemos visto, la cantidad, por sí
sola, no define un problema como típicamente de hombre, mujer, o de cualquier
grupo. Una cosa es que un problema le pase a una mujer, otra es que le pase por
ser mujer. De lo contrario, no solo estaríamos contradiciendo la propia
definición de “violencia contra la mujer” de la ONU, y que aceptan todos los
organismos nacionales e internacionales que luchan contra ella, sino que
podríamos usar esa misma lógica para hablar de los asesinatos como violencia
contra el hombre, simplemente por la preponderancia y la cantidad de muertos en
su haber. Por otro lado, no existen cifras confiables a través de la historia
acerca de la mutilación genital femenina. Las estadísticas más confiables las
tenemos a través de la ONU, desde 1980, y se calcula que aproximadamente 200
millones de mujeres han sido objeto de esta práctica [5].
Y dicha práctica va en franco descenso. La forma más común de obtener
información al respecto es mediante encuestas de autorreporte, donde se
pregunta a las mujeres si han sido circuncidadas [6].
Pero si somos honestos intelectualmente, veremos que la práctica de la
mutilación genital estaba mucho más extendida en hombres que en mujeres. En
China, por ejemplo, los eunucos eran muy valorados en la corte real. En los
pueblos semíticos, los hombres debían, sí o sí, estar circuncidados, e incluso
se usaba la circuncisión como trofeo de guerra o forma de castigar a los
pueblos vencidos [7].
Los pueblos mesopotámicos usaban la castración como forma de castigar la
homosexualidad masculina [8].
En Europa, existía la costumbre de los castrati.
E incluso en estos tiempos, la costumbre de la mutilación masculina sigue en
pie, de la peor forma [9].
Mientras que la circuncisión femenina era mas bien algo poco común, incluso hasta
excepcional y no obligatorio aún en los pueblos que la tenían contemplada
(siendo la práctica de la circuncisión femenina, en la antigüedad, algo
principalmente de los territorios musulmanes [10] [11],
correspondiendo al tipo I de la clasificación de la OMS [12],
quitar sólo el prepucio del clítoris, y excepcionalmente el exceso de labios
vaginales), la circuncisión masculina ha sido efectuada al menos en 1 de cada 6
hombres [13].
Esta cifra, históricamente, supera por mucho el número de víctimas femeninas.
Como dato adicional, la práctica de la mutilación femenina puede rastrearse
hasta lo que se denomina la “circuncisión faraónica”, práctica de mutilación
grave que incluía la infibulación, y que parece ser propia de pueblos
africanos, justamente donde aún permanece esta práctica con más fuerza.
¿Podríamos clasificarlo como violencia contra la
mujer por ser una práctica cultural asociada indisociablemente a la condición
de mujer? Tampoco. De nuevo, una cosa es que algo le suceda a una mujer, y otra
que le suceda a alguien por ser mujer. La ablación genital le sucede a la mujer
y al hombre. La gravedad de la misma, según cada caso, es irrelevante.
Evidentemente, la ablación genital femenina le acontece solo a la mujer, pero
por clasificación, porque existe una diferencia fisiológica, y como
manifestación del tipo de violencia, no como causa sui. No hay que confundir un problema general con
manifestación según cada afectado, con un problema específico para alguien que
resulte afectado. La forma en la cual poder distinguir un caso del otro es muy
simple: Si existe una categoría general que explique suficientemente algo sin
acudir a una especificidad como explicación causal, una categoría específica es
irrelevante, y podemos descartarla haciendo uso de la navaja de Occam. En este
caso, tenemos una categoría general (la ablación) que explica suficientemente
el fenómeno (la diferencia en procedimientos se debe simplemente a la
diferencia fisiológica), sin tener que añadir una categoría específica como
explicación causal (puesto que, con esta categoría, se hace innecesaria la de
“ablación genital femenina”). No hay que multiplicar los entes más de lo
necesario, como decía el buen Occam.
Si todavía quedan dudas, es fácil despejarlas.
Estas prácticas se encuadran, además de en las categorías señaladas, en las de
“acciones de adscripción grupal”. En esta categoría podemos hallar otras cosas,
como los ritos de iniciación y de transición a la vida adulta, aquellos que se
encuadran en acciones de honor, y otras acciones tradicionales. Al día de hoy
aún podemos ver algunas de estas acciones, por ejemplo, en el judaísmo, donde
conservan la tradición del Bar-Mitzva (hombres) y Bat-Mitzva (mujeres). En
países occidentales, se mantiene la fiesta de 15 años a las mujeres, resabio de
la antigua presentación en sociedad de las hijas en edad núbil. En otros
lugares del globo, se mantienen prácticas de adscripción grupal que pueden
poner en riesgo la vida y salud de las personas, o incluso constituir violencia
sexual contra los hombres. Un ejemplo de lo primero es la tradición de la
“tribu cocodrilo” en Papúa-Nueva Guinea, donde se hace a los hombres una serie
de cortes para darles una apariencia similar al cocodrilo [14].
Esta práctica cobra siempre algunas víctimas, por infecciones o la masiva
pérdida de sangre. Un ejemplo de lo segundo es el ritual de la tribu Sambia,
también en Papúa-Nueva Guinea, donde los varones jóvenes deben beber el semen
de hombres adultos durante muchos años, hasta alcanzar la edad y madurez
suficiente para ser considerados adultos. Esto se da bajo la creencia de que el
semen masculino les dará fuerzas para conseguir su propia masculinidad [15].
Posteriormente, ellos darán a beber de su propio semen a los nuevos jóvenes, y
a sus esposas cuando estén dando de lactar a sus bebés, bajo la creencia de que
la leche materna es semen modificado, y por ende, que son los hombres los que
realmente los alimentan [16].
Estos, y muchos otros ritos son los que a menudo han tenido que pasar los hombres en el transcurso de la historia [17]. Por ende, pensar que las acciones de adscripción grupal, en este caso, las acciones de modificación corporal no-voluntarias de tipo mutilatorio en los genitales, que conocemos como mutilación sexual, no son un problema exclusivamente femenino. Nunca lo han sido. Y los hombres han sido, en todos los tiempos, los más afectados por esta práctica. Así que no, no es un problema exclusivamente femenino, y no, no puede calificarse solo como “violencia contra la mujer”. Es violencia, de un tipo que afecta a hombres y mujeres, y que ha afectado más a hombres que a mujeres, siendo sinceros.
Estos, y muchos otros ritos son los que a menudo han tenido que pasar los hombres en el transcurso de la historia [17]. Por ende, pensar que las acciones de adscripción grupal, en este caso, las acciones de modificación corporal no-voluntarias de tipo mutilatorio en los genitales, que conocemos como mutilación sexual, no son un problema exclusivamente femenino. Nunca lo han sido. Y los hombres han sido, en todos los tiempos, los más afectados por esta práctica. Así que no, no es un problema exclusivamente femenino, y no, no puede calificarse solo como “violencia contra la mujer”. Es violencia, de un tipo que afecta a hombres y mujeres, y que ha afectado más a hombres que a mujeres, siendo sinceros.
[1]
http://dtme.ranm.es/dtm/ver.php?id=94043&cual=0
[2] Procedimientos de ablación cardíaca. Medline Plus. Recuperado de https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/007368.htm
[3] http://dtme.ranm.es/dtm/ver.php?id=54647&cual=0
[4] http://dtme.ranm.es/dtm/ver.php?id=119167&cual=0
https://www.unicef.org/media/files/FGMC_2016_brochure_final_UNICEF_SPREAD.pdf
[6] Female Genital Mutilation/Cutting:
A statistical overview and exploration of the dynamics of change. p. 23. UNICEF.
Recuperado de
https://www.unicef.org/cbsc/files/UNICEF_FGM_report_July_2013_Hi_res.pdf
[7] La
Biblia: 1 Samuel 18:25 Y Saúl dijo: Decid así a David: El rey no desea dote
alguna, sino cien prepucios de los filisteos, para tomar venganza de los
enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los
filisteos // 1 Samuel 18:27 Levantóse David, y partióse con su gente, e hirió
doscientos hombres de los Filisteos; y trajo David los prepucios de ellos, y
entregáronlos todos al rey, para que él fuese hecho yerno del rey. Y Saúl le
dió a su hija Mical por mujer // 2 Samuel 3:14 Después de esto envió David
mensajeros a Is-boset hijo de Saúl, diciendo: Restitúyeme mi mujer Mical, la
cual desposé conmigo por cien prepucios de filisteos.
[8] García
Valdés, Roberto. (1981) Historia y presente de la homosexualidad, Madrid: Akal/Universitaria,
pág. 15. Recuperado de https://books.google.co.cr/books?id=qoy-JqefILsC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
[9] Posible
castración de menores, en Holanda por sus impulsos homosexuales. Diario “El
País”. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2012/03/17/actualidad/1332001515_327741.html
[10] ¿Defiende
el islam la mutilación genital femenina? Diario ABC. Recuperado de https://www.abc.es/internacional/20131211/abci-ablacion-islam-201312101850.html
[11] “cinco
cosas son parte de la fitrah: afeitarse el vello púbico, la circuncisión,
recortarse el bigote, depilarse el vello de las axilas y cortarse las uñas”.
Sahih Muslim (495), p. 99. Muslim ibn al-Hajjaj. Recuperado de
https://www.webislam.com/media/2011/11/49476_sahih_muslim.pdf
[12]
Clasificación de la mutilación genital femenina. OMS. Recuperado de
http://www.who.int/reproductivehealth/topics/fgm/overview/es
[13]
Ayman Alshboul (2012). La cultura del cuerpo en el Islam. Revista Crítica de
Ciencias Sociales y Jurídicas "Nómadas", Universidad Complutense de
Madrid. Recuperado de https://webs.ucm.es/info/nomadas/34/aymanalshboul.pdf
[14] La
isla en la que los hombres se cortan la piel para parecer cocodrilos. BBC
Mundo. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-45323682
[15] “Sambia”. Entrada en “Anthropology
135b, Current Topics In Psychological Anthropology”. Departamento de
Antropología, UCLA. Recuperado de http://www.sscnet.ucla.edu/anthro/faculty/fiske/135b/sambia.htm
[16] Beber
semen: el extraño ritual de una curiosa tribu que tienes que conocer. VIX.
Recuperado de
https://www.vix.com/es/mundo/177979/beber-semen-el-extrano-ritual-de-una-curiosa-tribu-que-tienes-que-conocer
[17]
Mil caminos hacia la hombría. National Geographic. Recuperado de https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/mil-caminos-hacia-hombria_11180
0 comentarios:
Publicar un comentario
NO PUBLICAR COMO ANONIMO. LOS MENSAJES ANONIMOS SERAN BORRADOS SIN AVISO