miércoles, noviembre 28, 2018

La mentira de la violencia contra la mujer. Parte 2: Violencia de pareja (II)

¿Qué violencia es la que importa?



NOTA: Si no has leído el artículo anterior, léelo AQUI.

La mayor parte de los alegatos a favor de la existencia de la "violencia contra la mujer" refieren dos tópicos principales: La violencia de pareja, y la violencia sexual [1] [2]. Otros tipos de violencia son mas bien complementos, pero el núcleo duro de los alegatos de este tipo reside en estos dos tópicos.

Respecto a la agresión física, tal como hemos visto, el hombre y la mujer están en iguales condiciones, en el mejor de los casos. En el peor de ellos, el hombre es el más agredido físicamente. Y aunque sin duda la agresión física hacia la mujer suele ser más contundente y lesiva, no por ello la agresión física moderada o leve debe ser menospreciada. Violencia es violencia, agresión física es agresión física. La gravedad de esta es francamente irrelevante a este respecto, pues no es un efecto directo de la agresión, sino de los elementos de los que dispone la persona agresiva. Cuando la mujer tiene la oportunidad de asestar daños graves al hombre, también lo hace. Por eso es que existen muertes de hombres a manos de mujeres. En cuanto a las muertes debido a personas del círculo íntimo, excluyendo a la pareja, los hombres están en gran desventaja (43% mujeres, 57% hombres, aunque esta diferencia en contra del varón parece no importar para muchos). Tomando los datos del Estudio Mundial de Homicidios de la ONU, en su versión 2013 [3], tenemos las siguientes cifras:
  • Las víctimas de homicidio, en cualquiera de sus formas y motivos, siempre que se trate de homicidios intencionales, son en un 79% hombres y en un 21% mujeres. El total de homicidios, para el estudio y año citado, es de 437,000 personas. Las cifras globales varían poco año tras año, por lo que los porcentajes son extrapolables a años posteriores, hasta la fecha del siguiente estudio por parte de la ONU.

Figura 01. Porcentaje de hombres y mujeres asesinados en el mundo.
En Estudio global sobre los homicidios 2013 (p. 13).
Por la Organización de Naciones Unidas, 2013.

  • La proporción de muertes por personas del círculo íntimo (familiares, amigos, parejas, etc.) es de aproximadamente el 6% (5.81% exactamente) para hombres respecto al total de muertes masculinas (aproximadamente 4.58% del total global – 20,000 personas) y 47% (46.88% exactamente) para mujeres respecto al total de muertes femeninas (aproximadamente 9.98% del total global - 43,600 personas). En suma, tenemos que el total global de muertes de este tipo es de aproximadamente 14.56%.

Figura 02. Porcentaje de personas asesinadas por alguien de su círculo íntimo, 
en proporción al total de muertes de su sexo. En Estudio global sobre 
los homicidios 2013 (p. 53). Por la Organización de Naciones Unidas, 2013

  • Casi un tercio de los asesinados por personas del círculo íntimo son hombres (31.45%). El resto son mujeres (68.55%). Esto significa que la muerte de hombres bajo esta modalidad corresponde al 45.87% de las mujeres muertas en estas mismas circunstancias. Es decir, la mujer tiene apenas casi el doble de probabilidad que el hombre de ser asesinada por alguien que conozca. Hablando claro: Una de cada tres víctimas es un hombre.
  • El porcentaje de personas asesinadas por gente de su círculo íntimo se divide de la siguiente manera: 53% de muertes por la pareja (aproximadamente 7.72% del total global), y 47% de muertes por otras personas del círculo íntimo (aproximadamente 6.84% del total global).
  • De ese 53% (7.72%), el 79% de las víctimas son mujeres (6.10% del total global), y el 21% hombres (1.62% del total global).
  • Del otro 47% (6.84%), el 43% son mujeres (2.94% del total global) y el 57% hombres (3.90% del total global).

Figura 03. Porcentaje de hombres y mujeres asesinados por su pareja u otro 
miembro de la familia, respectivamente. En Estudio global sobre los 
homicidios 2013 (p. 54). Por la Organización de Naciones Unidas, 2013.

NOTA: Sí, hay una discrepancia de 0.94% a favor de los hombres, misma que se resta de la cifra de las mujeres, al hacer la suma del porcentaje de los totales globales de muerte por pareja y muerte por otra persona del círculo íntimo, según sexo. Esto no se debe a error de cálculo de mi parte, sino al redondeo de cifras que hace la ONU, sobre todo en los porcentajes presentados en la página 54 del estudio. Para mayor y más exacta información, es necesario acudir a la sección de estadísticas de la ONU [4]. Pero mientras tanto, tomemos esta información tal como está, pues igualmente nos sirve para los fines del caso.
  • Tomando en cuenta que la población heterosexual femenina es del 81%, y la masculina es del 92.1% [5], hay que hacer ciertas correcciones, para reflejar con certeza el porcentaje de hombres que matan mujeres, y viceversa, en el ámbito de pareja. Así, tendríamos que el total global de muertes de mujeres por causa de su pareja heterosexual sería del 4.94%. En el caso de los hombres sería el 1.49%. Esto nos permite confirmar que la proporción varía poco, manteniendo terribles consecuencias: Una de cada cuatro víctimas de muerte por su pareja heterosexual, es hombre.


Figura 04. Porcentaje de hombres y mujeres heterosexuales y 
no-heterosexuales. En La bisexualidad en cifras. Por la LGTB MAP.

  • Así las cosas, tenemos la realidad, cruda y tal como es: Menos del 5% de las muertes de todo el mundo corresponden a un hombre que esté matando a su pareja mujer. ¡Menos del 5%!

Para este estudio, la ONU maneja datos desde 1980. La población mundial al 2017 es de 7,530,360,149 [6]. Suponiendo que la mitad corresponde a mujeres (es algo menos, pero no importa), estamos hablando de 3,765,180,074 personas. Tan solo asumiendo que el 50% del aumento poblacional desde 1980 (se calcula una población global de 4,380,585,755 personas para ese año [7], pudiendo asumir que la mitad de ellas fueron mujeres), el total de mujeres mediante el cual poner en contexto la cifra de la ONU... ¡sería de 1,574,887,197!. ¿Qué son 96,000 mujeres muertas al año, frente a semejante cantidad? Apenas serían unas 3,648,000 mujeres en un lapso de 38 años. En un solo año, el robo tiene más del doble de víctimas. Y en esos mismos 38 años, podríamos proyectar una muerte de 13,118,740 de hombres, por las mismas causas generales.



¿En verdad “las están matando”?

Luego de esto, ¿en serio alguien puede decir, siendo intelectualmente honesto, que a las mujeres "las están matando"? Lo siento, pero eso no sucede ni ahora, ni nunca. Los casos emblemáticos de "violencia contra la mujer" que terminan en muerte son, en el mejor de los escenarios, minúsculos e irrisorios. En el peor de ellos, prácticamente inexistentes. Son solo una fracción muy pequeña de todas las formas de violencia. Específicamente, la violencia de pareja, bajo el subtipo "violencia física de pareja", el sub-subtipo "violencia física grave de pareja", bajo el sub-sub-subtipo "violencia física grave de pareja, con resultado letal". Solo en esta clasificación tan específica, extremadamente pequeña y construida ad hoc, es que la mujer puede decir tener consecuencias significativamente peores que las del hombre. Pero el asunto clave es: ¿por qué tendríamos que escarbar tanto solo para encontrar algún escenario donde a la mujer le vaya peor que al hombre? ¿Por qué tendríamos que aceptar esta formulación tan especializada y ad hoc, para convertirla, de la excepción que es, en una regla por la cual intentar justificar consignas y reclamos mediante ideologías sin sustento científico? La verdad es que no tenemos porqué.

Con esto queda refutada la idea de la “violencia de pareja”, como forma de violencia contra la mujer. La violencia de pareja es, las más de las veces, bidireccional. La violencia con resultado letal para la mujer es minúscula, y no hay pruebas de que esté relacionada causalmente con su sexo femenino. Las relaciones de poder no pueden invocarse para justificar ello, pues como ya vimos, son genéricas, y no específicas. La manifestación específica de la violencia es consecuencia, no causa, y es esperable que sea diferente en cada persona inclusive, ergo no sirve como sustento. Incluso ampliando el término a la “violencia íntima” (que sí tiene sustento y es posible clasificarla como un tipo especial, pues las categorías “íntima” y “no-íntima”, referidas a “interior” y “exterior”, sí son grupos diferenciables), la mujer prácticamente no sale peor parada que el hombre.

Alguien podría argüir “pero existe el feminicidio/femicidio, y es una realidad que no puedes negar”. Y bueno, claro que puedo negarlo. Hasta la fecha, nadie ha probado jamás que maten a alguien por ser mujer, es decir, por tener un cuerpo que de nacimiento presente y pueda expresar caracteres urinosexuales femeninos, y tenga cromosomas XX. Sin duda, la muerte de mujeres se da por muchas cosas, entre ellas relaciones de poder, pero estas son genéricas, no específicas, y por ende, no le caben en exclusiva a las mujeres, ni sirven para sostener delito alguno. Claro, siendo intelectualmente honestos. Pero recordemos que el derecho es simplemente una ficción legal creada por un montón de hijos de vecino, por lo cual, en la práctica, puede crearse cualquier tipo de leyes, y ni siquiera es necesario que tengan sentido. Esa es la diferencia entre una ficción como el derecho, y el campo de estudio del STEM. Y por cierto, no olvidemos que las cifras de femicidio/feminicidio se encuadran dentro de esas 96,000 muertes de mujeres, por lo que los incidentes, en realidad, son ínfimos.

El feminicidio es un término que proviene del inglés “femicide”, y este a su vez de “gendercide”. Fue introducido por la feminista Diana Russell. Ella, junto a Jane Caputi, definió el femicidio como "el asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres”. En 1992, junto a Hill Radford, redefinió término como el “asesinato misógino de mujeres cometido por hombres". Marcela Lagarde, feminista y profesora de la UNAM, lo tradujo al español como “feminicidio” con la venia de la autora original. Es decir, ambos términos, a priori, son sinónimos, y ambos se refieren al asesinato de mujeres solo por ser mujeres. Esto coincide con la definición que le da el Consejo Centroamericano de Procuradores de Derechos Humanos y el Instituto Interamericano de Derechos Humanos [8]. Sin embargo, se le pretende dar una connotación más política y social, apelando al sentimiento y a una supuesta especificidad que, como hemos visto, no se sostiene en los hechos. Cabe mencionar que este término se promovió en América Latina a partir del caso de violencia a mujeres y niñas en Ciudad Juárez, del cual Marcela Lagarde aprovechó el repudio social y el dolor de la pérdida de estas mujeres, para impulsar su agenda feminista, mediante la lucha por la tipificación del feminicidio como delito real, existente y de lesa humanidad [9].



[1] Violencia contra la mujer. ONU. Recuperado de http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/violence-against-women
[2] Por qué debemos eliminar la violencia contra la mujer. ONU. Recuperado de http://www.un.org/es/events/endviolenceday
[3] Estudio global sobre el homicidio (ONU). Recuperado de http://www.unodc.org/documents/gsh/pdfs/2014_GLOBAL_HOMICIDE_BOOK_web.pdf
[4] https://w3.unece.org/PXWeb/en
[5] La bisexualidad en cifras. LGTB Map. Recuperado de https://www.lgbtmap.org/file/Infographic-Bi-Numbers-Spanish%20FINAL.pdf
[6] Población global, al 2017. Banco Mundial. Recuperado de https://data.worldbank.org/indicator/SP.POP.TOTL
[7] World Population Prospects 2017, ONU. Recuperado de https://population.un.org/wpp/DVD/Files/1_Indicators%20(Standard)/EXCEL_FILES/1_Population/WPP2017_POP_F01_1_TOTAL_POPULATION_BOTH_SEXES.xlsx. La lista completa de documentos para descargar puede ser encontrada en https://population.un.org/wpp/Download/Standard/Population
[8] Femicidio: más allá de la violación del derecho a la vida. Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Recuperado de https://www.iidh.ed.cr/IIDH/media/1828/femicidio_derecho_vida-2008.pdf
[9] Del femicidio al feminicidio. Marcela Lagarde. Revista “Desde el jardín de Freud”, Número 6, p. 216-225, 2006. Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/8343/8987

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