miércoles, noviembre 28, 2018

La mentira de la violencia contra la mujer. Parte 3: Violencia sexual y violación

¿Y qué hay de la violación?



NOTA: Si no has leído el artículo anterior, léelo AQUI.

Tal vez el caso donde se podría ver una violencia más sesgada hacia la mujer sea en el de la violación. Pero ojo, no hay que confundir "violencia sexual" con "violación". La violencia sexual incluye a la violación, pero no a la inversa. La violencia sexual implica desde la privación del uso de métodos anticonceptivos, la ejecución de prácticas sexuales riesgosas, la explotación sexual, y mucho más. Por otro lado, no toda relación sexual en el que se ejerza algún grado de violencia, es clasificable como violación. Por ejemplo, las parejas que presionan o manipulan psicológicamente al otro para que acepte tener relaciones sexuales, no están, siendo intelectualmente honestos, ejerciendo violación. La otra persona ha aceptado, por su propia decisión. Ante consentimiento expreso, no hay violación alguna. De otro lado, golpear o ridiculizar los genitales de la pareja podría ser calificado como violencia física o incluso sexual, pero no es violación. Sin embargo, este no es un pesar exclusivo de la mujer. Las mujeres también pueden ejecutar violencia sexual, y específicamente, violación contra los hombres.

Muchos organismos importantes tienen la errada idea de que toda manipulación emocional, ruego, insistencia y demás constituyen violación [1], como se ve en la siguiente imagen:

Figura 01. Violencia sexual, según la OMS. En el lado derecho del triángulo se aprecia cómo, 
infundadamente, se incluyen los ruegos y la insistencia como violación. En Informe mundial 
sobre la violencia y la salud (p. 162). Por la Organización Mundial de la Salud, 2003.


Si siguiéramos esta idea, el “sexo por compromiso” que muchas veces ejecutan los cónyuges, en el normal, sano y natural transcurso de la vida en común, sería calificable de violación. Y no es así. Recordemos que muchas veces hacemos cosas por compromiso, por complacer al otro. Por ejemplo, ir de compras aunque no queramos, ir a reuniones con familiares políticos que no nos agradan, comprarle a la pareja X cosa, cumplirle Z capricho, con tal de verla feliz, es algo normal en las relaciones de pareja, las cuales son un dar y recibir continuo. Si no estás dispuesto a hacer algo por tu pareja, a hacer algún sacrificio, a poner de tu parte y tu esfuerzo para que las cosas funcionen, y sobre todo, no estás dispuesto a emprender acciones efectivas en pos de su felicidad, entonces eso no es amor, y no es una pareja de verdad. Así de simple.

Muchas personas, especialmente las feministas, están intentando cambiar el foco de la cuestión en el tema de la violación. En vez de preguntar por el consentimiento, preguntan por el deseo. Y este es un grave error. El consentimiento puede ser expresado indiscutiblemente con palabras. El deseo es algo completamente subjetivo de lo cual jamás se podrá estar 100% seguro, en última instancia; y no puede ser afirmado o negado por completo, ya sea de forma verbal o no verbal. Siempre cabe la posibilidad de mentir al respecto. En todo caso, así no deseemos algo, al aceptarlo estamos dándole cabida, y prestando nuestro consentimiento. Además, podemos hacer algo que no deseamos, pero sí consentimos. Ese es el caso del sexo en muchas etapas de la relación. Hay veces en que una persona no tiene libido, o no la tiene en grado suficiente como para desear animosamente tener relaciones sexuales. Pero uno acepta tenerlas por complacer al otro, por amor. En ello no hay ni puede haber violación alguna, pues hay consentimiento, aunque el deseo sea poco o incluso nulo. Quien vea violación en un acto libremente consentido, y no forzado de forma violenta, simplemente está en un error, en una postura que no se sostiene en la evidencia, y por ende, su postura es descartable.

Por ende, siendo intelectualmente honestos, solo haber sido forzado físicamente, o coaccionado mediante la amenaza de un daño tangible a la vida o integridad propia o de los seres queridos (incluida la misma pareja), calificaría realmente como violación. Alguien engañado, o del que se han aprovechado, por ejemplo, no ha sido violado. Como ejemplo de esto puedo citar el que alguien engañe a otra persona para acostarse con ella, prometiéndole ser novios, dejar al cónyuge actual, darle un regalo en metálico, o similar. Si el engaño para obtener sexo se considera violación, todos estos casos lo serían. Pero la realidad es que no lo son, y solo podrían verse como violación bajo una perspectiva ajena a toda honestidad intelectual. Por el contrario, según el metaestudio citado, la violencia sexual es ejercida mayormente por mujeres. Así que habría que repensar muy bien este asunto y los estereotipos asociados.

En última instancia, la incidencia de violaciones es sumamente baja [2], comparada con la de otros delitos como el robo simple, agravado y el ataque físico, por lo que no es en sí un problema numéricamente grave. Comparado con otros crímenes, incluso la totalidad de la violencia sexual es numéricamente muy poca cosa [3].

Pongamos los números y los hechos sobre la mesa:
  • En promedio, la violencia sexual acumula más de 463,000 de víctimas anuales alrededor del mundo. Es decir, es una cifra similar a la de los homicidios (437,000).
  • Si contamos solo la violación (sin especificar el sexo de la víctima), la cifra se reduce a un promedio anual de poco más de 270,000 víctimas. Por sí sola, esta cifra es mucho menor que la de hombres asesinados anualmente (345,230).
  • En promedio, el porcentaje que ocupa la violación dentro de la violencia sexual es de poco más del 61%. Por sí sola, este porcentaje es mucho menor al de hombres asesinados anualmente (79%).
Es difícil separar los datos de mujeres y hombres, dado que prácticamente no existen registros de hombres que hayan sufrido violencia sexual de cualquier tipo, menos aún de hombres específicamente violados, y mucho menos de hombres violados por mujeres. Así que, en este caso, tomaré algunos datos y estudios de países del primer mundo, en los cuales se está comenzando lentamente a visibilizar este problema. En los países del tercer mundo falta aún mucho camino por recorrer, sobre todo en recopilación de estadísticas. A nivel mundial, la violencia sexual, y en específico la violación, está infrarreportada, sobre todo aquella en la que la víctima es hombre.


Figura 02. Incidencia de crímenes, por año y tipo de crimen [Tabla]. 
Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.



Figura 03. Incidencia de crímenes, por año y tipo de crimen [Gráfico de barras apiladas]. 
Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018. Tamaño grande AQUI.


Figura 04. Incidencia total de violencia sexual versus solamente violación, por año [Gráfico de líneas]. 
Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018. Tamaño grande AQUI.


Figura 05. Tendencia porcentual de violación, respecto a la totalidad de la violencia sexual, por año [Gráfico 
de líneas]. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018. Tamaño grande AQUI.



EL PROBLEMA DE LA DEFINICIÓN DE VIOLACIÓN Y VIOLENCIA SEXUAL

Uno de los principales problemas de la violencia sexual, y en especial de la violación, ha sido su correcta definición. Por poner un ejemplo, en USA, el Programa de Reporte Uniforme de Crímenes (UCR, por sus siglas en inglés), definía la violación como “the carnal knowledge of a female forcibly and against her will” (el conocimiento -acceso- carnal de una mujer, por la fuerza y contra su voluntad) [4]. Es a través de este programa que el FBI recopila información sobre crímenes. Como es claro, con esta definición, solo una mujer puede ser violada. Definiciones así han estado en la legislación de muchos países durante mucho tiempo, y es por ello que las cifras de violación masculina, así como de otros tipos de violencia sexual, no han sido recogidas hasta tiempos recientes. Es apenas desde el 2012 que el FBI actualizó su definición de violación a “The penetration, no matter how slight, of the vagina or anus with any body part or object, or oral penetration by a sex organ of another person, without the consent of the victim” (La penetración, sin importar cuán leve sea, de la vagina o el ano con cualquier parte del cuerpo u objeto, o la penetración oral por un órgano sexual de otra persona, sin el consentimiento de la víctima) [5]. Si bien esta definición es más neutral, sigue teniendo grandes problemas y vacíos. Por ejemplo, un hombre forzado a penetrar a otra persona no cuenta como alguien violado. Tampoco contaría un hombre al que se le ha hecho sexo oral por la fuerza. Y bueno, ¿qué es la violación, sino el sexo sin consentimiento, que involucra la zona anal o genital? Un beso por la fuerza, si bien es algo forzado, no es violación. El sexo oral forzado, en cualquiera de sus formas, por el contrario, sí debería ser tipificado de esa manera. Sin embargo, muy pocas veces lo está en el mundo. Las estadísticas no consideran como violados a los hombres que se han visto forzados a tener sexo con sus parejas bajo amenaza. Cuando esto se tiene en cuenta, las cifras de violación femenina y sexo forzado masculino, son prácticamente idénticas [6]. Tal vez cuente el hecho de que ambos son casos de sexo no consentido, y ambos deberían ser tratados con la misma severidad.

Algunos arguyen que una violación femenina es peor que una masculina. Eso no tiene sentido, y no se sustenta en la evidencia. En ambos casos, las personas experimentan sentimientos de culpa, intentos de suicidio, trastornos alimenticios y del comportamiento, y demás. Y sobre todo, ambos usan alguna forma de estrategia de defensa física en la misma proporción (89%), y tienen una proporción igual de heridas graves (9%) [7].

Tal como mencioné inicialmente, hombres y mujeres sufren el mismo tipo de violencia (física, psicológica o sexual), de diferentes formas. Dichas formas se constituyen en consecuencias de una misma causa. En este caso, el sexo no consentido es la consecuencia, el ser forzado a tener sexo es la causa segunda. La causa primera sería el menosprecio del otro por factores ya tratados anteriormente (dinámicas de poder, factores oscuros de la personalidad, etc.). Lo importante es saber que el sexo no consentido puede ser experimentado por hombres y mujeres de distinta forma, con más o menos gravedad en cuanto a la violencia física o psicológica implicada, siendo dicha gravedad un factor irrelevante a la hora de definir esta expresión de violencia. Es tal vez por ello que en muchos lugares ya no se usa el término “violación”, sino el de “abuso/agresión sexual” (España) [8] o “asalto sexual” (USA) [9].

Algunos datos importantes acerca de la violencia sexual entre hombres y mujeres, son los siguientes:
  • Sin tomar en cuenta las correcciones hechas por la adición de sexo no consentido masculino (“made to penetrate”), solo una de cada 10 víctimas de violación sería un hombre [10] [11].
  • Según las estimaciones más conservadoras, el 3% de los hombres estadounidenses son violados (1 de cada 33), así como el 16% de las mujeres (1 de cada 6) [12]. Sin embargo, otras estadísticas muestran que la cifra de violaciones masculinas puede oscilar entre el 5% (1 de cada 20) y el 10% (1 de cada 10) [13], llegando en las estadísticas más recientes al 25% (1 de cada 4) para mujeres y 16% (1 de cada 6) para hombres [14] [15], siendo que esta última cifra masculina puede llegar hasta el 38% [16].
  • Del total de violaciones hacia el hombre, la mitad de ellas fue efectuada por una mujer (46%, o 1 de cada 2). Además, hasta el 20% de las víctimas atendidas en los centros de atención a víctimas de violación, serían hombres [17].
  • Hay una brecha importante entre la información de los reportes oficiales y de los autorreportes de mujeres como autoras de una violación: En el caso femenino, casi no hay diferencias porcentuales. Pero en el caso masculino, la proporción de violadoras en los autorreportes es, en promedio, 10 veces mayor que en los reportes oficiales. Cabe resaltar que los reportes oficiales se dan en caso la victima acuda a la policía o los servicios sociales, cosa que mayoritariamente hacen las mujeres. La ayuda para los hombres sexualmente abusados sigue siendo escasa, y concordantemente, el número de denuncias, ante el estado actual de desprotección, sigue subrrepresentando ampliamente a la realidad [18].
  • En conformidad con lo anterior, y nuevamente, acudiendo a los autorreportes, la cifra de perpetradoras de violación a hombres puede llegar a ser tan alta como el 78%.
  • Según otras investigaciones, el 79% de los hombres que han sido forzados a tener sexo, en el que deben penetrar a otra persona, han reportado a mujeres como responsables de ello [19], lo que hace concordar las cifras con las del estudio anterior.
  • En conformidad con lo anterior, respecto a las mujeres, el 96% de los agresores, son hombres. O lo que es lo mismo, 1 de cada 20 mujeres víctimas de violación, han sido violadas por otra mujer. Es decir, porcentualmente, las mujeres violan más a hombres que a mujeres.
  • Asimismo, aproximadamente la mitad de las víctimas de violación (independientemente de su sexo) por parte de una mujer, han reportado que la misma se dio mediante el uso de la violencia, el cual resultó en heridas de consideración.
  • Y respecto a quienes están en prisión, las mujeres muestran una mayor tasa de violencia sexual (especialmente violaciones), misma que es producida por otras reclusas. Esta tasa es mayor a la que sufren hombres por otros hombres dentro de estos establecimientos. Esto significa que, si bien numéricamente la mayor parte de los reclusos son hombres, y por ende, el mayor abuso sexual dentro de las prisiones es hacia los hombres, las mujeres son proporcionalmente más violentas sexualmente.
Según lo recopilado por la CDC en el 2012 [20], tenemos algunos otros datos interesantes:
  • Durante el transcurso de su vida, 1 de cada 3 mujeres, y 1 de cada 6 hombres, será víctima de violencia sexual.
  • Normalmente las mujeres sufrirán más altas tasas de (su definición de) violación, generalmente por parte de hombres; mientras que los hombres sufrirán más altas tasas de los demás tipos de violencia sexual, generalmente por parte de mujeres.
  • Aproximadamente la mitad de las violaciones a mujeres son debidas a su compañero o excompañero sentimental; e igualmente, casi la mitad de las veces, el responsable es un conocido. De la misma forma, la mitad de las violaciones a hombres son producidas por conocidos, y una quinta parte por sus parejas. Aproximadamente, la mitad de las veces es su propia pareja la que lo fuerza a una penetración sin consentimiento, y casi la mitad de las veces quien lo hace es un conocido.
Así, con las cifras más conservadoras, y dejando por fuera el sexo del perpetrador (pues el foco es la víctima), la violación tendría cara de mujer. Sin embargo, con las cifras más actualizadas, y dejando de lado la narrativa tradicional de hombre malo/mujer buena, vemos que la violación, así como todo el espectro de la violencia sexual, está bastante equilibrado entre los sexos. Todo esto deja en entredicho el estereotipo del hombre como el malvado abusador sexual. Posiblemente todo sea cuestión de números, de una definición adecuada de violencia sexual y violación, así como de un legítimo deseo de llegar a la verdad.

Lamentablemente, al día de hoy, el hombre aún es visto como el monstruo por defecto. Esto se debe a la narrativa feminista, que pugna por invisibilizar la violencia hacia el hombre [21], misma que, lamentablemente, tiene efecto en los medios de comunicación masiva [22].

Por todo lo anterior, tendríamos al menos 3 escenarios respecto a la violación, y en general, a la violencia sexual:
  • El escenario feminista, donde el hombre es el culpable de la mayor parte de la violencia contra la mujer, tanto física, psicológica y sexual, y por ende el mayor perpetrador de violaciones, tanto a hombres como mujeres, y siendo al mismo tiempo el grupo menos sexualmente violentado (Figuras 06 y 07).
  • El escenario menos feminista, en el que se intenta dejar atrás los paradigmas feministas de hombre-malo y mujer-buena, y se comienzan a hacer estudios sobre la victimización sexual masculina, encontrando cifras que invitan a reflexionar y a romper paradigmas (Figuras 08 y 09).
  • El escenario actual, donde, aunque aún persisten grandes sesgos feministas, ya la realidad se hace innegable, y las cifras desbordan el prejuicio existente contra el hombre (Figuras 10, 11 y 12).

ESCENARIO #1: FEMINISTA


Figura 06. Violación por sexo, cantidad y porcentaje (escenario #1) [Tabla]. Escalado 
a 2000 personas. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.


Figura 07. Violación, por sexo y porcentaje de agresores y agredidos (escenario #1) [Gráfico de barras]. 
Escalado a 2000 personas. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.



ESCENARIO #2: ALEJÁNDOSE DEL FEMINISMO


Figura 08. Violación por sexo, cantidad y porcentaje (escenario #2) [Tabla]. Escalado 
a 2000 personas. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.


Figura 09. Violación, por sexo y porcentaje de agresores y agredidos (escenario #2) [Gráfico de barras]. 
Escalado a 2000 personas. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.



ESCENARIO #3: MÁS CERCA DE LA REALIDAD


Figura 10. Relaciones sexuales no consentidas (violación bajo criterio del CDC, 
mas las penetraciones forzadas. Para todos los efectos llámese “violación” a secas), 
por sexo, cantidad y porcentaje (escenario #3) [Tabla]. Cifras del National Intimate 
Partner and Sexual Violence Survey: 2010–2012 State Report, del Centers for 
Disease Control and Prevention (CDC). Los porcentajes se tomaron de la prevalencia 
a lo largo de la vida. Las cifras, de los casos acontecidos el año anterior al reporte. 
Elaboración propia, 2018. El reporte puede verse en 
https://www.cdc.gov/violenceprevention/pdf/NISVS-StateReportBook.pdf


Figura 11. Relaciones sexuales no consentidas (violación bajo criterio del CDC, mas las penetraciones 
forzadas. Para todos los efectos llámese “violación” a secas), por sexo y cantidad de agresores y 
agredidos (escenario #3) [Gráfico de barras]. Cifras del National Intimate Partner and Sexual 
Violence Survey: 2010–2012 State Report, del Centers for Disease Control and Prevention (CDC). 
Las cifras se tomaron de los casos acontecidos el año anterior al reporte. Elaboración propia, 2018.


Figura 12. Relaciones sexuales no consentidas (violación bajo criterio del CDC, mas las 
penetraciones forzadas. Para todos los efectos llámese “violación” a secas), por sexo 
y proporción de agresores y agredidos (escenario #3) [Gráfico de barras]. Cifras del National 
Intimate Partner and Sexual Violence Survey: 2010–2012 State Report, del Centers for Disease 
Control and Prevention (CDC). Los porcentajes se tomaron de la prevalencia a lo largo de la vida, 
y se aplicaron a las cifras de los casos acontecidos el año anterior al reporte. Elaboración propia, 2018.


¿Creen que una mujer no puede forzar a su pareja masculina a tener sexo, y que ello es solo una excusa para aumentar desproporcionadamente las cifras de violación masculina? Bueno, esa es una opinión con sesgo emocional, y que no se sostiene frente a la realidad. De hecho, hay amplia bibliografía al respecto, muchos estudios que dejan claro que ello sí es posible, y sucede mucho más frecuentemente de lo que pensábamos, desde hace muchísimo tiempo [23]. Y no, esto no es una falacia de autoridad. Es poner sobre la mesa las pruebas científicas del caso. Y ello, bajo ningún motivo es falaz.

Teniendo distintos puntos de partida, podemos ver que las cifras cambian. Si uno desea partir del prejuicio feminista, encontrará cifras que alimenten sus ideas preconcebidas. Si uno desea comenzar a abrir la mente a la honestidad intelectual, encontrará cifras que, año tras año, reflejan mejor una realidad hasta ahora desconocida: La violencia sexual que sufren los hombres, no es poca cosa comparada con la de las mujeres. Y también encontrará que, quien más agrede sexualmente al hombre, es justamente la mujer. Esto rompe el arquetipo de la masculinidad tradicional como tóxica. La toxicidad no está en lo masculino o femenino, como las cifras muestran. Las personas tienen muchos motivos para agredir, y la mayoría son transversales a ambos sexos, con sus respectivas diferencias psicobiológicas. Si se quiere sostener la toxicidad de la masculinidad, ateniéndonos a las cifras, necesariamente tendríamos que hacer lo mismo con la femineidad, lo que dejaría sin piso el paradigma de mujer como víctima y hombre como victimario. Si se quiere mantener este paradigma, sería quitándole importancia a las cifras y a lo inherente femenino, por lo cual podríamos hacer lo mismo en el caso del hombre. Ninguno de estos casos sirve como sostén para el feminismo y sus reclamos, que se revelan como simple misandria, al querer culpabilizar al hombre sin pruebas, y en este caso, aún contra las pruebas.

Y sobre la mal llamada “cultura de la violación”, estas cifras también la echan a la basura, como una idea que no se sostiene frente a la realidad. Si tuviéramos que hablar de ello con base en las cifras, tanto hombres como mujeres tendrían esa cultura, sin mayor diferencia. Excepto, claro, que los hombres, sin duda, condenan la violación femenina como una cosa aberrante y deleznable, y han hecho leyes, en el transcurso del tiempo, para combatirla. Por otro lado, las mujeres, cuando se trata de problemas masculinos, no prestan mayor atención, sobre todo quienes son feministas. No olvidemos que el feminismo es un movimiento “por y para las mujeres y sus problemas”. Ya se ha visto, por medio de los enlaces en este texto, cómo las mujeres menosprecian los problemas masculinos; y cómo, en vez de combatirlos a la par de los que las aquejan, tachan el estudio de los mismos de ser un intento de invisibilizar los suyos, y como una nueva forma de violencia contra la mujer. Al mismo tiempo, muchas de ellas son las que critican a los hombres por los estereotipos que los oprimen, a su parecer, y claman por “nuevas masculinidades”, o lo que es lo mismo, mujeres diciéndole a los hombres cómo ser hombres. Aunque cuando los hombres hacen lo mismo, lo tachan de machismo y violencia. En resumen: Si se habla de los problemas masculinos, machismo y violencia contra la mujer, por invisibilizar los problemas femeninos. Si no se habla de ellos, es machismo por mantener una “masculinidad hegemónica, tradicional y tóxica”. Cuando se muestra que esa toxicidad es de ambos sexos, se tacha ello de machismo. Es decir, en última instancia, todo es machismo, tanto lo que afecta al hombre como a la mujer, y el intento de hacer algo al respecto, aunque se hable con la ciencia en la mano. Eso, señoras y señores, se llama fanatismo, y es propio de las sectas y grupos radicales. Hay que tener cuidado, pues esas ideas no pueden construir el discurso y las políticas públicas. Un movimiento que las sostenga, tampoco, pues terminará fomentando el odio, la discriminación y restringiendo la libertad científico-académica, clave para el progreso humano. Y aunque suene feo, el feminismo es ese movimiento. Es, sin duda, un grave mal social que debe desaparecer, para al fin lograr un mundo más sano y mejor.


[1] Informe mundial sobre la violencia y la salud. Organización Mundial de la Salud. Recuperado de http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/725/9275315884.pdf
[2] Rape at the national level, number of police-recorded offences. UNODC Statistics. Recuperado de https://stats.unodc.org/#state:13
[3] Total Sexual Violence at the national level, number of police-recorded offences. UNODC Statistics. Recuperado de https://stats.unodc.org/#state:11
[4] Forcible rape. Uniform Crime Report Crime in the United States, 2012. Recuperado de https://ucr.fbi.gov/crime-in-the-u.s/2012/crime-in-the-u.s.-2012/violent-crime/rape/rapemain.pdf
[5] Attorney General Eric Holder Announces Revisions to the Uniform Crime Report’s Definition of Rape. FBI. Recuperado de https://archives.fbi.gov/archives/news/pressrel/press-releases/attorney-general-eric-holder-announces-revisions-to-the-uniform-crime-reports-definition-of-rape
[6] National Center for Injury Prevention and Control. The National Inmate Partner And Sexual Violence Survey. 2011. Available at: http://www.cdc.gov/ViolencePrevention/pdf/NISVS_Report2010-a.pdf
[7] Weiss, K. G. (2008). Male Sexual Victimization. Men and Masculinities, 12(3), 275–298. Recuperado de https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1097184X08322632
[8] Código Penal Español, Ley Orgánica 10/1995. Recuperado de https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-25444
[9] McMahon-Howard, J. (2011). Does the controversy matter? Comparing the causal determinants of the adoption of controversial and noncontroversial rape law reforms. Law & Society Review 45(2), 401-433. Recuperado de https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1540-5893.2011.00438.x
[10] Male rape. Recuperado de https://www.secasa.com.au/assets/Statstics/male-rape.pdf
[11] Department of Justice, Office of Justice Programs, Bureau of Justice Statistics, Female Victims of Sexual Violence, 1994-2010 (2013), p. 3. Recuperado de https://www.bjs.gov/content/pub/pdf/fvsv9410.pdf
[12] Victims of Sexual Violence: Statistics. Rape, Abuse & Incest National Network (RAINN). Recuperado de https://www.rainn.org/statistics/victims-sexual-violence
[13] Ellis, C. D. (2002). Male Rape – The Silent Victims. Collegian, 9(4), 34–39, p.1. Recuperado de https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1322769608604321
[14] Dube, S., Anda, R., Whitfield, C., Brown, D., Felitti, V., Dong, M., & Giles, W. (2005). Long-Term Consequences of Childhood Sexual Abuse by Gender of Victim. American Journal of Preventive Medicine, 28(5), 430–438. Recuperado de http://www.theannainstitute.org/ACE%20folder%20for%20website/37LTCG.pdf
[15] The 1 in 6 Statistic. 1in6.org. Recuperado de https://1in6.org/get-information/the-1-in-6-statistic
[16] Stemple, L., & Meyer, I. H. (2014). The sexual victimization of men in America: new data challenge old assumptions. American journal of public health, 104(6), e19-26. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4062022
[17] Weiss, K. G. (2008). Male Sexual Victimization. Men and Masculinities, 12(3), 275–298. Recuperado de https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1097184X08322632
[18] Denov, M. S. (2003). The myth of innocence: Sexual scripts and the recognition of child sexual abuse by female perpetrators. Journal of Sex Research, 40(3), 303–314. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14533025
[19] Sexual Victimization by Women Is More Common Than Previously Known. Scientific American. Recuperado de https://www.scientificamerican.com/article/sexual-victimization-by-women-is-more-common-than-previously-known
[20]  The National Intimate Partner and Sexual Violence Survey: 2010–2012 State Report. Centers for Disease Control and Prevention (USA). Recuperado de https://www.cdc.gov/violenceprevention/pdf/NISVS-StateReportBook.pdf
[21] "La Guardia Civil equipara en Twitter la violencia de hombres y mujeres". Recuperado de https://www.eldiario.es/sociedad/Guardia-Civil-equipara-Twitter-violencia_0_373062695.html
[22] En una noticia sobre un violador serial de hombres, se banaliza el daño hacia las víctimas diciendo sobre ellas “No one has been seriously hurt” (ninguna ha sido seriamente dañada). Male-Stalking Rapist Puzzles Experts. CBS News. Recuperado de https://www.cbsnews.com/news/male-stalking-rapist-puzzles-experts
[23] Fiebert, M. S. (2000). References examining men as victims of women’s sexual coercion. Sexuality and Culture, 4(3), 81–88. Recuperado de https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs12119-000-1023-7

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