NOTA: Si no has leído el artículo anterior, léelo AQUI.
Tal vez el caso donde se podría ver una violencia más sesgada hacia la mujer sea en el de la violación. Pero ojo, no hay que confundir "violencia sexual" con "violación". La violencia sexual incluye a la violación, pero no a la inversa. La violencia sexual implica desde la privación del uso de métodos anticonceptivos, la ejecución de prácticas sexuales riesgosas, la explotación sexual, y mucho más. Por otro lado, no toda relación sexual en el que se ejerza algún grado de violencia, es clasificable como violación. Por ejemplo, las parejas que presionan o manipulan psicológicamente al otro para que acepte tener relaciones sexuales, no están, siendo intelectualmente honestos, ejerciendo violación. La otra persona ha aceptado, por su propia decisión. Ante consentimiento expreso, no hay violación alguna. De otro lado, golpear o ridiculizar los genitales de la pareja podría ser calificado como violencia física o incluso sexual, pero no es violación. Sin embargo, este no es un pesar exclusivo de la mujer. Las mujeres también pueden ejecutar violencia sexual, y específicamente, violación contra los hombres.
Tal vez el caso donde se podría ver una violencia más sesgada hacia la mujer sea en el de la violación. Pero ojo, no hay que confundir "violencia sexual" con "violación". La violencia sexual incluye a la violación, pero no a la inversa. La violencia sexual implica desde la privación del uso de métodos anticonceptivos, la ejecución de prácticas sexuales riesgosas, la explotación sexual, y mucho más. Por otro lado, no toda relación sexual en el que se ejerza algún grado de violencia, es clasificable como violación. Por ejemplo, las parejas que presionan o manipulan psicológicamente al otro para que acepte tener relaciones sexuales, no están, siendo intelectualmente honestos, ejerciendo violación. La otra persona ha aceptado, por su propia decisión. Ante consentimiento expreso, no hay violación alguna. De otro lado, golpear o ridiculizar los genitales de la pareja podría ser calificado como violencia física o incluso sexual, pero no es violación. Sin embargo, este no es un pesar exclusivo de la mujer. Las mujeres también pueden ejecutar violencia sexual, y específicamente, violación contra los hombres.
Muchos organismos importantes tienen la errada idea
de que toda manipulación emocional, ruego, insistencia y demás constituyen
violación [1],
como se ve en la siguiente imagen:
Figura 01. Violencia sexual,
según la OMS. En el lado derecho del triángulo se aprecia cómo,
infundadamente,
se incluyen los ruegos y la insistencia como violación. En Informe mundial
sobre la violencia y la salud (p. 162). Por la
Organización Mundial de la Salud, 2003.
Si siguiéramos esta idea, el “sexo por compromiso”
que muchas veces ejecutan los cónyuges, en el normal, sano y natural transcurso
de la vida en común, sería calificable de violación. Y no es así. Recordemos
que muchas veces hacemos cosas por compromiso, por complacer al otro. Por
ejemplo, ir de compras aunque no queramos, ir a reuniones con familiares
políticos que no nos agradan, comprarle a la pareja X cosa, cumplirle Z
capricho, con tal de verla feliz, es algo normal en las relaciones de pareja,
las cuales son un dar y recibir continuo. Si no estás dispuesto a hacer algo
por tu pareja, a hacer algún sacrificio, a poner de tu parte y tu esfuerzo para
que las cosas funcionen, y sobre todo, no estás dispuesto a emprender acciones
efectivas en pos de su felicidad, entonces eso no es amor, y no es una pareja
de verdad. Así de simple.
Muchas personas, especialmente las feministas,
están intentando cambiar el foco de la cuestión en el tema de la violación. En
vez de preguntar por el consentimiento, preguntan por el deseo. Y este es un
grave error. El consentimiento puede ser expresado indiscutiblemente con
palabras. El deseo es algo completamente subjetivo de lo cual jamás se podrá
estar 100% seguro, en última instancia; y no puede ser afirmado o negado por
completo, ya sea de forma verbal o no verbal. Siempre cabe la posibilidad de
mentir al respecto. En todo caso, así no deseemos algo, al aceptarlo estamos
dándole cabida, y prestando nuestro consentimiento. Además, podemos hacer algo
que no deseamos, pero sí consentimos. Ese es el caso del sexo en muchas etapas
de la relación. Hay veces en que una persona no tiene libido, o no la tiene en
grado suficiente como para desear animosamente tener relaciones sexuales. Pero
uno acepta tenerlas por complacer al otro, por amor. En ello no hay ni puede
haber violación alguna, pues hay consentimiento, aunque el deseo sea poco o
incluso nulo. Quien vea violación en un acto libremente consentido, y no
forzado de forma violenta, simplemente está en un error, en una postura que no
se sostiene en la evidencia, y por ende, su postura es descartable.
Por ende, siendo intelectualmente honestos, solo
haber sido forzado físicamente, o coaccionado mediante la amenaza de un daño
tangible a la vida o integridad propia o de los seres queridos (incluida la
misma pareja), calificaría realmente como violación. Alguien engañado, o del
que se han aprovechado, por ejemplo, no ha sido violado. Como ejemplo de esto puedo
citar el que alguien engañe a otra persona para acostarse con ella,
prometiéndole ser novios, dejar al cónyuge actual, darle un regalo en metálico,
o similar. Si el engaño para obtener sexo se considera violación, todos estos
casos lo serían. Pero la realidad es que no lo son, y solo podrían verse como
violación bajo una perspectiva ajena a toda honestidad intelectual. Por el
contrario, según el metaestudio citado, la violencia sexual es ejercida
mayormente por mujeres. Así que habría que repensar muy bien este asunto y los
estereotipos asociados.
En última instancia, la incidencia de violaciones
es sumamente baja [2],
comparada con la de otros delitos como el robo simple, agravado y el ataque
físico, por lo que no es en sí un problema numéricamente grave. Comparado con
otros crímenes, incluso la totalidad de la violencia sexual es numéricamente muy
poca cosa [3].
Pongamos los números y los hechos sobre la mesa:
- En promedio, la violencia sexual acumula más de 463,000 de víctimas anuales alrededor del mundo. Es decir, es una cifra similar a la de los homicidios (437,000).
- Si contamos solo la violación (sin especificar el sexo de la víctima), la cifra se reduce a un promedio anual de poco más de 270,000 víctimas. Por sí sola, esta cifra es mucho menor que la de hombres asesinados anualmente (345,230).
- En promedio, el porcentaje que ocupa la violación dentro de la violencia sexual es de poco más del 61%. Por sí sola, este porcentaje es mucho menor al de hombres asesinados anualmente (79%).
Es difícil separar los datos de mujeres y hombres,
dado que prácticamente no existen registros de hombres que hayan sufrido
violencia sexual de cualquier tipo, menos aún de hombres específicamente
violados, y mucho menos de hombres violados por mujeres. Así que, en este caso,
tomaré algunos datos y estudios de países del primer mundo, en los cuales se
está comenzando lentamente a visibilizar este problema. En los países del
tercer mundo falta aún mucho camino por recorrer, sobre todo en recopilación de
estadísticas. A nivel mundial, la violencia sexual, y en específico la
violación, está infrarreportada, sobre todo aquella en la que la víctima es
hombre.
Figura 02. Incidencia de
crímenes, por año y tipo de crimen [Tabla].
Se usaron datos de UNODC Statistics.
Elaboración propia, 2018.
Figura 03. Incidencia de
crímenes, por año y tipo de crimen [Gráfico de barras apiladas].
Se usaron
datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018. Tamaño grande AQUI.
Figura 04. Incidencia total de
violencia sexual versus solamente violación, por año [Gráfico de líneas].
Se
usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018. Tamaño grande AQUI.
Figura 05. Tendencia
porcentual de violación, respecto a la totalidad de la violencia sexual, por
año [Gráfico
de líneas]. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración
propia, 2018. Tamaño grande AQUI.
EL PROBLEMA DE LA DEFINICIÓN DE VIOLACIÓN Y VIOLENCIA SEXUAL
Uno de los principales problemas de la violencia
sexual, y en especial de la violación, ha sido su correcta definición. Por
poner un ejemplo, en USA, el Programa de Reporte Uniforme de Crímenes (UCR, por
sus siglas en inglés), definía la violación como “the carnal knowledge of a female forcibly and against her will” (el
conocimiento -acceso- carnal de una mujer, por la fuerza y contra su voluntad) [4].
Es a través de este programa que el FBI recopila información sobre crímenes.
Como es claro, con esta definición, solo una mujer puede ser violada.
Definiciones así han estado en la legislación de muchos países durante mucho
tiempo, y es por ello que las cifras de violación masculina, así como de otros
tipos de violencia sexual, no han sido recogidas hasta tiempos recientes. Es apenas
desde el 2012 que el FBI actualizó su definición de violación a “The penetration, no matter how slight, of
the vagina or anus with any body part or object, or oral penetration by a sex
organ of another person, without the consent of the victim” (La
penetración, sin importar cuán leve sea, de la vagina o el ano con cualquier
parte del cuerpo u objeto, o la penetración oral por un órgano sexual de otra
persona, sin el consentimiento de la víctima) [5].
Si bien esta definición es más neutral, sigue teniendo grandes problemas y
vacíos. Por ejemplo, un hombre forzado a penetrar a otra persona no cuenta como
alguien violado. Tampoco contaría un hombre al que se le ha hecho sexo oral por
la fuerza. Y bueno, ¿qué es la violación, sino el sexo sin consentimiento, que
involucra la zona anal o genital? Un beso por la fuerza, si bien es algo
forzado, no es violación. El sexo oral forzado, en cualquiera de sus formas,
por el contrario, sí debería ser tipificado de esa manera. Sin embargo, muy
pocas veces lo está en el mundo. Las estadísticas no consideran como violados a
los hombres que se han visto forzados a tener sexo con sus parejas bajo amenaza.
Cuando esto se tiene en cuenta, las cifras de violación femenina y sexo forzado
masculino, son prácticamente idénticas [6].
Tal vez cuente el hecho de que ambos son casos de sexo no consentido, y ambos
deberían ser tratados con la misma severidad.
Algunos arguyen que una violación femenina es peor
que una masculina. Eso no tiene sentido, y no se sustenta en la evidencia. En
ambos casos, las personas experimentan sentimientos de culpa, intentos de
suicidio, trastornos alimenticios y del comportamiento, y demás. Y sobre todo,
ambos usan alguna forma de estrategia de defensa física en la misma proporción
(89%), y tienen una proporción igual de heridas graves (9%) [7].
Tal como mencioné inicialmente, hombres y mujeres
sufren el mismo tipo de violencia (física, psicológica o sexual), de diferentes
formas. Dichas formas se constituyen en consecuencias de una misma causa. En
este caso, el sexo no consentido es la consecuencia, el ser forzado a tener
sexo es la causa segunda. La causa primera sería el menosprecio del otro por
factores ya tratados anteriormente (dinámicas de poder, factores oscuros de la
personalidad, etc.). Lo importante es saber que el sexo no consentido puede ser
experimentado por hombres y mujeres de distinta forma, con más o menos gravedad
en cuanto a la violencia física o psicológica implicada, siendo dicha gravedad
un factor irrelevante a la hora de definir esta expresión de violencia. Es tal
vez por ello que en muchos lugares ya no se usa el término “violación”, sino el
de “abuso/agresión sexual” (España) [8] o “asalto sexual” (USA) [9].
Algunos datos importantes acerca de la violencia
sexual entre hombres y mujeres, son los siguientes:
- Sin tomar en cuenta las correcciones hechas por la adición de sexo no consentido masculino (“made to penetrate”), solo una de cada 10 víctimas de violación sería un hombre [10] [11].
- Según las estimaciones más conservadoras, el 3% de los hombres estadounidenses son violados (1 de cada 33), así como el 16% de las mujeres (1 de cada 6) [12]. Sin embargo, otras estadísticas muestran que la cifra de violaciones masculinas puede oscilar entre el 5% (1 de cada 20) y el 10% (1 de cada 10) [13], llegando en las estadísticas más recientes al 25% (1 de cada 4) para mujeres y 16% (1 de cada 6) para hombres [14] [15], siendo que esta última cifra masculina puede llegar hasta el 38% [16].
- Del total de violaciones hacia el hombre, la mitad de ellas fue efectuada por una mujer (46%, o 1 de cada 2). Además, hasta el 20% de las víctimas atendidas en los centros de atención a víctimas de violación, serían hombres [17].
- Hay una brecha importante entre la información de los reportes oficiales y de los autorreportes de mujeres como autoras de una violación: En el caso femenino, casi no hay diferencias porcentuales. Pero en el caso masculino, la proporción de violadoras en los autorreportes es, en promedio, 10 veces mayor que en los reportes oficiales. Cabe resaltar que los reportes oficiales se dan en caso la victima acuda a la policía o los servicios sociales, cosa que mayoritariamente hacen las mujeres. La ayuda para los hombres sexualmente abusados sigue siendo escasa, y concordantemente, el número de denuncias, ante el estado actual de desprotección, sigue subrrepresentando ampliamente a la realidad [18].
- En conformidad con lo anterior, y nuevamente, acudiendo a los autorreportes, la cifra de perpetradoras de violación a hombres puede llegar a ser tan alta como el 78%.
- Según otras investigaciones, el 79% de los hombres que han sido forzados a tener sexo, en el que deben penetrar a otra persona, han reportado a mujeres como responsables de ello [19], lo que hace concordar las cifras con las del estudio anterior.
- En conformidad con lo anterior, respecto a las mujeres, el 96% de los agresores, son hombres. O lo que es lo mismo, 1 de cada 20 mujeres víctimas de violación, han sido violadas por otra mujer. Es decir, porcentualmente, las mujeres violan más a hombres que a mujeres.
- Asimismo, aproximadamente la mitad de las víctimas de violación (independientemente de su sexo) por parte de una mujer, han reportado que la misma se dio mediante el uso de la violencia, el cual resultó en heridas de consideración.
- Y respecto a quienes están en prisión, las mujeres muestran una mayor tasa de violencia sexual (especialmente violaciones), misma que es producida por otras reclusas. Esta tasa es mayor a la que sufren hombres por otros hombres dentro de estos establecimientos. Esto significa que, si bien numéricamente la mayor parte de los reclusos son hombres, y por ende, el mayor abuso sexual dentro de las prisiones es hacia los hombres, las mujeres son proporcionalmente más violentas sexualmente.
- Durante el transcurso de su vida, 1 de cada 3 mujeres, y 1 de cada 6 hombres, será víctima de violencia sexual.
- Normalmente las mujeres sufrirán más altas tasas de (su definición de) violación, generalmente por parte de hombres; mientras que los hombres sufrirán más altas tasas de los demás tipos de violencia sexual, generalmente por parte de mujeres.
- Aproximadamente la mitad de las violaciones a mujeres son debidas a su compañero o excompañero sentimental; e igualmente, casi la mitad de las veces, el responsable es un conocido. De la misma forma, la mitad de las violaciones a hombres son producidas por conocidos, y una quinta parte por sus parejas. Aproximadamente, la mitad de las veces es su propia pareja la que lo fuerza a una penetración sin consentimiento, y casi la mitad de las veces quien lo hace es un conocido.
Lamentablemente, al día de hoy, el hombre aún es
visto como el monstruo por defecto. Esto se debe a la narrativa feminista, que
pugna por invisibilizar la violencia hacia el hombre [21],
misma que, lamentablemente, tiene efecto en los medios de comunicación masiva [22].
Por todo lo anterior, tendríamos al menos 3
escenarios respecto a la violación, y en general, a la violencia sexual:
- El escenario feminista, donde el hombre es el culpable de la mayor parte de la violencia contra la mujer, tanto física, psicológica y sexual, y por ende el mayor perpetrador de violaciones, tanto a hombres como mujeres, y siendo al mismo tiempo el grupo menos sexualmente violentado (Figuras 06 y 07).
- El escenario menos feminista, en el que se intenta dejar atrás los paradigmas feministas de hombre-malo y mujer-buena, y se comienzan a hacer estudios sobre la victimización sexual masculina, encontrando cifras que invitan a reflexionar y a romper paradigmas (Figuras 08 y 09).
- El escenario actual, donde, aunque aún persisten grandes sesgos feministas, ya la realidad se hace innegable, y las cifras desbordan el prejuicio existente contra el hombre (Figuras 10, 11 y 12).
ESCENARIO #1: FEMINISTA
Figura 06. Violación por sexo,
cantidad y porcentaje (escenario #1) [Tabla]. Escalado
a 2000 personas. Se
usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.
Figura 07. Violación, por sexo
y porcentaje de agresores y agredidos (escenario #1) [Gráfico de barras].
Escalado a 2000 personas. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración
propia, 2018.
ESCENARIO #2: ALEJÁNDOSE DEL FEMINISMO
Figura 08. Violación por sexo,
cantidad y porcentaje (escenario #2) [Tabla]. Escalado
a 2000 personas. Se
usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración propia, 2018.
Figura 09. Violación, por sexo
y porcentaje de agresores y agredidos (escenario #2) [Gráfico de barras].
Escalado a 2000 personas. Se usaron datos de UNODC Statistics. Elaboración
propia, 2018.
ESCENARIO #3: MÁS CERCA DE LA REALIDAD
Figura 10. Relaciones sexuales
no consentidas (violación bajo criterio del CDC,
mas las penetraciones
forzadas. Para todos los efectos llámese “violación” a secas),
por sexo,
cantidad y porcentaje (escenario #3) [Tabla]. Cifras del National Intimate
Partner and Sexual
Violence Survey: 2010–2012 State Report, del Centers for
Disease Control
and Prevention (CDC). Los porcentajes se tomaron de la prevalencia
a lo largo de la vida. Las
cifras, de los casos acontecidos el año anterior al reporte.
Elaboración
propia, 2018. El reporte puede verse en
https://www.cdc.gov/violenceprevention/pdf/NISVS-StateReportBook.pdf
Figura 11. Relaciones sexuales
no consentidas (violación bajo criterio del CDC, mas las penetraciones
forzadas. Para todos los efectos llámese “violación” a secas), por sexo y
cantidad de agresores y
agredidos (escenario #3) [Gráfico de barras]. Cifras del National Intimate Partner and Sexual
Violence Survey: 2010–2012 State Report, del Centers for Disease Control
and Prevention (CDC).
Las cifras se tomaron de los casos acontecidos el año anterior al
reporte. Elaboración propia, 2018.
Figura 12. Relaciones sexuales
no consentidas (violación bajo criterio del CDC, mas las
penetraciones
forzadas. Para todos los efectos llámese “violación” a secas), por sexo
y
proporción de agresores y agredidos (escenario #3) [Gráfico de barras]. Cifras del National
Intimate Partner and Sexual
Violence Survey: 2010–2012 State Report, del Centers for Disease
Control
and Prevention (CDC). Los porcentajes se tomaron de la prevalencia a lo largo de la vida,
y se
aplicaron a las cifras de los casos acontecidos el año anterior al reporte.
Elaboración propia, 2018.
¿Creen que una mujer no puede forzar a su pareja masculina a tener sexo, y que ello es solo una excusa para aumentar desproporcionadamente las cifras de violación masculina? Bueno, esa es una opinión con sesgo emocional, y que no se sostiene frente a la realidad. De hecho, hay amplia bibliografía al respecto, muchos estudios que dejan claro que ello sí es posible, y sucede mucho más frecuentemente de lo que pensábamos, desde hace muchísimo tiempo [23]. Y no, esto no es una falacia de autoridad. Es poner sobre la mesa las pruebas científicas del caso. Y ello, bajo ningún motivo es falaz.
Teniendo distintos puntos de partida, podemos ver
que las cifras cambian. Si uno desea partir del prejuicio feminista, encontrará
cifras que alimenten sus ideas preconcebidas. Si uno desea comenzar a abrir la
mente a la honestidad intelectual, encontrará cifras que, año tras año,
reflejan mejor una realidad hasta ahora desconocida: La violencia sexual que
sufren los hombres, no es poca cosa comparada con la de las mujeres. Y también
encontrará que, quien más agrede sexualmente al hombre, es justamente la mujer.
Esto rompe el arquetipo de la masculinidad tradicional como tóxica. La
toxicidad no está en lo masculino o femenino, como las cifras muestran. Las
personas tienen muchos motivos para agredir, y la mayoría son transversales a
ambos sexos, con sus respectivas diferencias psicobiológicas. Si se quiere
sostener la toxicidad de la masculinidad, ateniéndonos a las cifras,
necesariamente tendríamos que hacer lo mismo con la femineidad, lo que dejaría
sin piso el paradigma de mujer como víctima y hombre como victimario. Si se
quiere mantener este paradigma, sería quitándole importancia a las cifras y a
lo inherente femenino, por lo cual podríamos hacer lo mismo en el caso del
hombre. Ninguno de estos casos sirve como sostén para el feminismo y sus
reclamos, que se revelan como simple misandria, al querer culpabilizar al
hombre sin pruebas, y en este caso, aún contra las pruebas.
Y sobre la mal llamada “cultura de la violación”, estas cifras también la echan a la basura, como una idea que no se sostiene frente a la realidad. Si tuviéramos que hablar de ello con base en las cifras, tanto hombres como mujeres tendrían esa cultura, sin mayor diferencia. Excepto, claro, que los hombres, sin duda, condenan la violación femenina como una cosa aberrante y deleznable, y han hecho leyes, en el transcurso del tiempo, para combatirla. Por otro lado, las mujeres, cuando se trata de problemas masculinos, no prestan mayor atención, sobre todo quienes son feministas. No olvidemos que el feminismo es un movimiento “por y para las mujeres y sus problemas”. Ya se ha visto, por medio de los enlaces en este texto, cómo las mujeres menosprecian los problemas masculinos; y cómo, en vez de combatirlos a la par de los que las aquejan, tachan el estudio de los mismos de ser un intento de invisibilizar los suyos, y como una nueva forma de violencia contra la mujer. Al mismo tiempo, muchas de ellas son las que critican a los hombres por los estereotipos que los oprimen, a su parecer, y claman por “nuevas masculinidades”, o lo que es lo mismo, mujeres diciéndole a los hombres cómo ser hombres. Aunque cuando los hombres hacen lo mismo, lo tachan de machismo y violencia. En resumen: Si se habla de los problemas masculinos, machismo y violencia contra la mujer, por invisibilizar los problemas femeninos. Si no se habla de ellos, es machismo por mantener una “masculinidad hegemónica, tradicional y tóxica”. Cuando se muestra que esa toxicidad es de ambos sexos, se tacha ello de machismo. Es decir, en última instancia, todo es machismo, tanto lo que afecta al hombre como a la mujer, y el intento de hacer algo al respecto, aunque se hable con la ciencia en la mano. Eso, señoras y señores, se llama fanatismo, y es propio de las sectas y grupos radicales. Hay que tener cuidado, pues esas ideas no pueden construir el discurso y las políticas públicas. Un movimiento que las sostenga, tampoco, pues terminará fomentando el odio, la discriminación y restringiendo la libertad científico-académica, clave para el progreso humano. Y aunque suene feo, el feminismo es ese movimiento. Es, sin duda, un grave mal social que debe desaparecer, para al fin lograr un mundo más sano y mejor.
Y sobre la mal llamada “cultura de la violación”, estas cifras también la echan a la basura, como una idea que no se sostiene frente a la realidad. Si tuviéramos que hablar de ello con base en las cifras, tanto hombres como mujeres tendrían esa cultura, sin mayor diferencia. Excepto, claro, que los hombres, sin duda, condenan la violación femenina como una cosa aberrante y deleznable, y han hecho leyes, en el transcurso del tiempo, para combatirla. Por otro lado, las mujeres, cuando se trata de problemas masculinos, no prestan mayor atención, sobre todo quienes son feministas. No olvidemos que el feminismo es un movimiento “por y para las mujeres y sus problemas”. Ya se ha visto, por medio de los enlaces en este texto, cómo las mujeres menosprecian los problemas masculinos; y cómo, en vez de combatirlos a la par de los que las aquejan, tachan el estudio de los mismos de ser un intento de invisibilizar los suyos, y como una nueva forma de violencia contra la mujer. Al mismo tiempo, muchas de ellas son las que critican a los hombres por los estereotipos que los oprimen, a su parecer, y claman por “nuevas masculinidades”, o lo que es lo mismo, mujeres diciéndole a los hombres cómo ser hombres. Aunque cuando los hombres hacen lo mismo, lo tachan de machismo y violencia. En resumen: Si se habla de los problemas masculinos, machismo y violencia contra la mujer, por invisibilizar los problemas femeninos. Si no se habla de ellos, es machismo por mantener una “masculinidad hegemónica, tradicional y tóxica”. Cuando se muestra que esa toxicidad es de ambos sexos, se tacha ello de machismo. Es decir, en última instancia, todo es machismo, tanto lo que afecta al hombre como a la mujer, y el intento de hacer algo al respecto, aunque se hable con la ciencia en la mano. Eso, señoras y señores, se llama fanatismo, y es propio de las sectas y grupos radicales. Hay que tener cuidado, pues esas ideas no pueden construir el discurso y las políticas públicas. Un movimiento que las sostenga, tampoco, pues terminará fomentando el odio, la discriminación y restringiendo la libertad científico-académica, clave para el progreso humano. Y aunque suene feo, el feminismo es ese movimiento. Es, sin duda, un grave mal social que debe desaparecer, para al fin lograr un mundo más sano y mejor.
[1]
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http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/725/9275315884.pdf
[2] Rape at the national level,
number of police-recorded offences. UNODC Statistics. Recuperado de https://stats.unodc.org/#state:13
[3] Total Sexual Violence at the
national level, number of police-recorded offences. UNODC Statistics.
Recuperado de https://stats.unodc.org/#state:11
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[5] Attorney General Eric Holder
Announces Revisions to the Uniform Crime Report’s Definition of Rape. FBI. Recuperado
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https://archives.fbi.gov/archives/news/pressrel/press-releases/attorney-general-eric-holder-announces-revisions-to-the-uniform-crime-reports-definition-of-rape
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Victimization. Men and Masculinities, 12(3), 275–298. Recuperado de https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1097184X08322632
[8] Código
Penal Español, Ley Orgánica 10/1995. Recuperado de https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-25444
[9] McMahon-Howard, J. (2011). Does the
controversy matter? Comparing the causal determinants of the adoption of
controversial and noncontroversial rape law reforms. Law & Society Review
45(2), 401-433. Recuperado de https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1540-5893.2011.00438.x
[11] Department of Justice, Office of
Justice Programs, Bureau of Justice Statistics, Female Victims of Sexual
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https://www.bjs.gov/content/pub/pdf/fvsv9410.pdf
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https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1322769608604321
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Consequences of Childhood Sexual Abuse by Gender of Victim. American Journal of
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Recuperado de https://1in6.org/get-information/the-1-in-6-statistic
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[19] Sexual Victimization by Women Is
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https://www.scientificamerican.com/article/sexual-victimization-by-women-is-more-common-than-previously-known
[20] The National Intimate Partner and Sexual Violence Survey: 2010–2012
State Report. Centers for Disease Control and Prevention (USA). Recuperado
de https://www.cdc.gov/violenceprevention/pdf/NISVS-StateReportBook.pdf
[21] "La
Guardia Civil equipara en Twitter la violencia de hombres y mujeres".
Recuperado de
https://www.eldiario.es/sociedad/Guardia-Civil-equipara-Twitter-violencia_0_373062695.html
[22]
En una noticia sobre un violador serial de hombres, se banaliza el daño hacia
las víctimas diciendo sobre ellas “No one has been seriously hurt” (ninguna ha
sido seriamente dañada). Male-Stalking
Rapist Puzzles Experts. CBS News. Recuperado de
https://www.cbsnews.com/news/male-stalking-rapist-puzzles-experts
[23] Fiebert, M. S. (2000). References
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4(3), 81–88. Recuperado de
https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs12119-000-1023-7
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