NOTA: Si no has leído el artículo anterior, léelo
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Ver el “acoso”, de buenas a primeras, como
“violencia contra la mujer”, es un grave error. Primero, porque tanto hombres
como mujeres podemos ser acosados. No es una realidad exclusiva del sexo
femenino. Por eso existen historias y estereotipos de las novias obsesivas, y
de chicas que siguen a chicos, tanto que hasta ha llegado al mundo de los
memes. Hace unos años existía el meme de la “novia celosa y obsesiva”, que si
bien, como todo meme, va tras el humor, refleja una realidad femenina imposible
de negar. Segundo, porque no todo es acoso. Hay cosas que al día de hoy se ven
a mal, sin que ese rechazo sea fundamentado en un criterio racional y realista.
Por ejemplo, el piropo es visto como una forma de acoso, cuando, siendo
intelectualmente honestos, no encaja en esa categoría. El piropo no es a priori
violencia, sino un uso de la libertad de expresión personal. Es cierto que
puede ser incómodo para algunas personas, pero hay que verlo desde una perspectiva
lógica, no solo por encima: Incómodo = emoción personal y subjetiva. Y bueno, a
partir de una emoción personal y subjetiva no se puede determinar que algo es
bueno o malo. Eso sería cometer una falacia de non sequitur.
Recordemos algo: Hoy en día, las mujeres en
general, y las feministas en particular, defienden la libertad de usar su
cuerpo como les parezca (por ejemplo, para ponerse la ropa que quieran, en
cualquier momento y lugar). Ergo, quienes sostienen esto no deberían tener
problema alguno en que otro haga uso de esa misma libertad, ¿verdad?...bien, un
hombre que mira con deseo a una mujer, está haciendo eso mismo: Usando
libremente una parte de su cuerpo (los ojos). Un hombre que emite un piropo (o
cualquier sonido) está haciendo ello también: Usando libremente otra parte de
su cuerpo (su boca y sus cuerdas vocales). Mismo caso, misma lógica. Esto es lo
que se conoce como una isomorfia, y es la base de toda analogía válida.
Intentar objetar este hilo de razonamiento
afirmando que esta analogía es falsa, debido a las diferencias entre estos
escenarios (aludiendo a la incomodidad, por ejemplo), es inválido, dado que ese
alegato no ataca la isomorfia planteada, la cual es ineludible, y por ende,
indestructible. Así, o a todos se les reconoce la libertad de uso autónomo de
su cuerpo (validando que una chica se pueda poner la ropa que quiera, así como
que los hombres puedan mirarla y piropearla cuanto quieran), o no se le
reconoce a ninguno (restringiendo el piropo, pero también la libertad de
vestimenta).
Insistir en diferente trato para estas situaciones
isomorfas, requiere echarse al hombro una astronómica carga de prueba, para,
una vez asumida y válidamente cumplida, recién poder tratar diferentemente
circunstancias cuya base, a priori, es idéntica. Ello requiere una justificación
epistemológica como un Leviatán, que, como es obvio, no puede reducirse a los
sentimientos o emociones femeninas, ni a la mera diferencia entre los
analogados (las analogías se hacen entre elementos diferentes, sino no serían
analogías, para empezar). De hecho, aludir a las diferencias irrelevantes es
algo que en lógica se conoce como "falacia casuística". El que algo
sea incómodo para una mujer no lo hace malo en sí (non sequitur), ni es
suficiente diferencia para descartar la isomorfia planteada (casuística).
Muchas mujeres ya se han dado cuenta de esto. Una
mujer no puede tachar de acoso el coqueteo torpe, o la admiración de su
belleza. Eso es algo básico en la interacción humana. El que alguien no sepa
coquetear, cortejar o seducir no es violencia, es simplemente torpeza, que se
soluciona con la debida experiencia. No se puede castigar legalmente la torpeza
o la falta de experiencia masculina solo porque no le gusta a las mujeres. Las
mujeres que ven en esto acoso y violencia contra la mujer, deben comenzar a
madurar, pues en el mundo uno se encuentra de todo, y todo tipo de personas.
Parte de la madurez humana consiste en saber manejarse entre las diferentes
situaciones que uno se encuentre en la vida, así como saber tomar las cosas
como de quien viene. Tomar como algo serio y solemne el piropo de un hombre con
el que probablemente nunca más te encuentres en tu vida, es cuando menos
ridículo; cuando más, un problema de sensibilidad que podría requerir una consulta
con un profesional de la salud mental. Tomar a mal el coqueteo, verlo algo tan
normal, sano y natural como si fuera un acto aberrante de violencia, no tiene
el menor sentido. El coqueteo está más cerca al romance que a otra cosa. Tal
vez no sorprende, por ende, que sean las feministas quienes más estén en contra
del amor romántico, y pugnen por cambiarlo por el “amor libre”, es decir,
relaciones sin compromiso ni responsabilidad emocional, sino algo como “amigos
con derecho”.
Pero vamos más allá. No es solo que se ve a mal que
el hombre exhiba formas de acercamiento a la mujer, sino que en similares o
iguales circunstancias, al hombre se lo tacha de acosador, violento y
peligroso, y es pasible de sanciones legales, así como de terminar con la vida
destrozada por efecto de las redes sociales. No es solo eso. Es peor aún: A las
mujeres que hacen eso mismo, se las toma como románticas y empoderadas, y
cualquier crítica es tomada automáticamente como violencia contra la mujer. Sí,
tan extraño, contradictorio e hipócrita como suena. Se ve a mal cuando un
hombre coquetea y busca el romance, pero se ve a bien cuando lo hace una mujer.
Para muestra un botón: El 18 de abril del 2017, un joven de Murcia, España, vio
a una chica en el tren. Al instante se sintió atraído por ella. Dado que no se
animó a pedirle sus datos, se dedicó a buscarla, poniendo 4 papeles pegados en
la ciudad, y solo 4, confesando su sano y romántico interés, e invitándola a
que se conozcan. Al instante, salieron quienes comprendieron la actitud romántica
del joven. Algo inadecuada tal vez, pero sin malicia. Sin embargo, no faltaron
quienes vieron esto como acoso, machismo y un posible problema psiquiátrico. Y
fueron muchos. Los medios crucificaron al joven, quien solo quería conocer a
una chica y salir con ella ,
tachándolo de lo peor, sobre todo desde la perspectiva de muchas mujeres
feministas ,
e incluso inventando supuestas respuestas de “la chica del tren”. Por fortuna,
la verdadera “chica del tren” llegó a ser contactada, y la historia tuvo un
final feliz, pues se cayeron bien y se comprometieron a conocerse, una vez los
medios se hayan alejado .
Como se ve, en caso sea un hombre el romántico,
interesado, o “aventurado” en hacer este tipo de búsquedas públicas,
automáticamente hay una acusación de machismo y violencia contra la mujer.
Pero, ¿qué pasa cuando el caso es a la inversa, cuando es la mujer la que hace
este tipo de cosas? Creo que intuyen la respuesta. Y sí, es esta: Simplemente
se toma como un acto romántico y de empoderamiento femenino. ¿No creen que
existan esos casos? Véanlo ustedes mismos:
Vera Feddersen ,
una berlinesa residente en Dublín, que trabaja para una institución educativa
alemana en esa ciudad ,
volaba de Londres a la capital irlandesa en un vuelo de Ryanair, cuando vio entre
los pasajeros a un hombre del cual se enamoró a primera vista. Intercambiaron
unas cuantas palabras al recoger maletas, pero no pudo obtener sus datos. Así
que inició una búsqueda por redes sociales, misma que se volvió viral, tratando
de ubicar a su amor platónico. Y bueno, aunque es obvio, Facebook tiene mayor
alcance que 4 papeles en la ciudad de Murcia. Pero a ella no se la llamó loca y
enferma, mas bien los medios la calificaron como una historia de película
romántica ,
y las opiniones al respecto en las redes sociales son casi en su totalidad
positivas y de buenos deseos.
Una chica en un bus de Rosario, Argentina, vio a un
chico del cual se sintió atraída. No tuvo mejor idea que sacarle una foto sin
que él se diera cuenta, y usarla para buscarlo por redes sociales .
Al final llegó a dar con el joven en un lapso de 48 horas. Él, en lugar de
molestarse y ver esto como acoso, tomó las cosas con humor y mucha educación,
rechazando sus avances románticos y deseándole suerte en la búsqueda de su
media naranja. En este escenario, si los sexos de los protagonistas hubieran estado
invertidos, casi con seguridad se hubiera hablado de una agresión machista,
unida a una posible sanción legal por la difusión de su imagen. Pero como se
dieron las cosas, no pasó de una anécdota romántica sin mayor consideración de
gravedad.
¿Qué estos casos también son violencia y deberían
estar prohibidos y/o penados? ¿En serio? Siendo intelectualmente honestos,
estos casos, si bien pueden ser ejemplo de comportamiento inapropiado, no
constituyen algo malo en sí, pues la intención de los ejecutantes no fue hacer
daño, y la acción tampoco generó daño objetivo. Por ende, en vez de ver a mal y
como legalmente punibles estos casos, deberíamos verlos como algo inocuo, pues
sin duda lo son. No es lo mismo que alguien te busque para matarte, que para
invitarte a una cita. Y no podemos tratar ambos casos como si fueran lo mismo. Tampoco
tiene sentido punir un coqueteo torpe o el romanticismo. Eso no hace ningún
daño. Por más que intenten estirar el término para incluir cualquier suerte de
daño subjetivo, invitar a alguien a una cita o similar, objetivamente hablando,
no es algo lesivo.
¿Qué la cantidad de mujeres que hacen esto es menor
a la de hombres? Pues no hay estadísticas globales de este tipo de casos. Como
se comprenderá, los gobiernos no hacen estadísticas de intentos de coqueteo por
Facebook, así que no podemos afirmar ello.
¿Qué no es lo mismo empapelar la ciudad que hacer
una búsqueda en redes sociales? Bueno, claro que no es lo mismo. En el caso del
chico de Murcia, solo fueron 4 papeles. La chica alemana fue directamente a
Facebook, y esta red social tiene alcance global. Así que mucho respeto a la
privacidad no hubo, y la escala del intento inicial fue claramente dispar.
¿Qué no es lo mismo que lo haga un chico a que lo
haga una chica, siendo que si lo hace un chico es machismo? Bueno, eso no tiene
sentido, y es mas bien una forma de misandria, al querer denostar a los hombres
y sus características (macho) como algo negativo, aunque el acto denostado no
tenga relación alguna con ello. Y efectivamente no la tiene. Primero, no hay
motivo por el cual afirmar que es diferente cuando lo hace un chico que cuando
lo hace una chica. La exposición del otro a escala global es la misma. El deseo
de encontrar a la otra persona es la misma. Las ganas de encontrarla no tienen
que ser las mismas, eso cae en la esfera particular-subjetiva, y no es juzgable
de ninguna manera. Si vemos que un hombre y una mujer hacen lo mismo (una
búsqueda global de alguien que les gustó), ¿cómo se va a decir que es
diferente? Simplemente no se puede. Cualquier alegato en ese sentido es un
intento de construir un escenario ad hoc a favor de la mujer y en detrimento
del hombre, y por ende, una falacia que debemos rechazar de antemano. Segundo,
que no es ni puede ser machismo algo que hacen hombres y mujeres sin distinción
de sexo y sin fundamento en el sexo del otro, más allá de la orientación sexual
propia. Buscar a alguien que te gusta no tiene nada que ver con alguna superioridad
masculina. Si se dice que ello es ver a la persona buscada como un objeto, y
que ello es un comportamiento machista, entonces la mujer que lo hace también
lo estaría viendo así, y por ende, ese alegato de machismo se derrumbaría. Si se
insiste diciendo que las mujeres también pueden ser machistas, volvemos a lo
mismo: Buscar a alguien que te gusta no tiene relación alguna con el machismo. Para
decir que las mujeres también son machistas, y tomar como prueba este acto,
tendríamos que aceptar de antemano que este acto es machista. Es decir,
tendríamos que aceptar un argumento circular. Y no tenemos motivo alguno para
hacer esto.
Lo que la evidencia nos deja claro es que esto no
es algo que hagan en exclusiva los hombres contra las mujeres. Es algo que
hacen unas personas sobre otras personas. Así de simple. Si se va a ver
romántico en un caso, lo intelectualmente honesto es verlo romántico en todos. Si
se va a ver como acoso en un caso, se debe ver así en todos los demás, sin
distinción. Así, lo único a analizar es si efectivamente ese comportamiento es malo
o no. Y siendo honestos, no hay algo malo en sí en un avance romántico como
este, ni en general, en un avance romántico torpe. Estas historias se han
repetido varias veces en el tiempo, y muchas han dado origen a relaciones
realmente bonitas. Por ende, siendo que en esto no hay nada de malo en sí, lo
correcto es dejar que ocurra, sin satanizarlo, muy a pesar de que se quiera
usar estos casos para denostar al varón.
También se suele acusar al hombre de machista,
misógino, cosificador y demás por apreciar la belleza femenina. Se ve a mal que
los hombres expresen vehementemente su deseo y admiración por un cuerpo
esbelto, una figura torneada, unos glúteos bien formados y unos pechos
turgentes. Pero claro, solo en el caso del hombre. Cuando es una mujer la que
hace esto, es empoderada y libre, y quien ose estar en contra es un machista.
¿No me creen? De nuevo, pruebas en mano, se los demuestro: En la toma de mando de
Andrés Manuel López Obrador como nuevo presidente de México, éste tuvo una
escolta de cadetes. Uno de ellos resultó muy atractivo para las mujeres, tanto
así que buscaron su nombre, datos personales, fotos y demás. Al cadete le
pusieron el sobrenombre de “el soldado del amor”. Su nombre verdadero es Giovanni
Lizárraga . No
faltó la mujer que lo “cosificó”, como dirían en lenguaje feminista; o como se
diría de forma normal, lo vio física y sexualmente atractivo .
¿Ven ahora que la “cosificación”, el “acoso” y el “hostigamiento
por redes sociales” no son algo exclusivo de los hombres? Por ello, es
imposible decir que estas acciones son fruto del machismo y la violencia contra
la mujer. En realidad son cosas que hacen hombres y mujeres, sin distinción de
sexo, sin motivo de sexo (más allá de la orientación sexual), en mayor o menor
medida. No hay aquí ninguna “violencia contra la mujer”, de la misma manera en
que no la hay en ninguna acción cuya causa sea transversal a los sexos. Insistir
en que esto es “violencia contra la mujer”, por ende, es imposible, y solo
puede ser sostenido negando la evidencia de la transversalidad de este
comportamiento y su motivación. De más está decir que sentirse atraído por
alguien bello del sexo opuesto es algo normal, sano y natural, al igual que
verlos como objetos en cierta medida. La mal llamada “cosificación” no es más
que la sana, normal y natural atracción estético-sexual que experimentamos los
seres humanos. Sobra decir que ver a mal y como machismo, algo tan, valga la
redundancia, normal, sano y natural, no resiste el menor análisis, y solo puede
ser sostenido renunciando a la ciencia, y abrazando discursos que no se
sustentan en esta, o que de plano la niegan.
Un grupo de intelectuales francesas, conscientes de
la locura de esta situación, han firmado un manifiesto dejando en claro lo que
es obvio: El piropo no es acoso ,
y movimientos como el #MeToo han llegado demasiado lejos. Una prueba de ello es
el mismo caso Weinstein, donde, si bien se puede apreciar el uso de la posición
de poder que un hombre ejerció para conseguir favores sexuales (cosa que es
bastante criticada), poco se habla de que las mujeres que aceptaron acostarse
con él, básicamente ejercieron la prostitución: Cambiaron sexo, por un
beneficio material. Y claro, eso no es criticado, ni es tomado como lo que es:
Una muestra del poder femenino, basado en la belleza y el sexo. Una muestra más
local y reciente en Latinoamérica es el caso de la actriz Karla Sousa, misma
que acusó haber sido víctima de una violación por un productor mexicano hace
años, y que ocasionó graves perjuicios laborales y sociales al productor
Gustavo Loza, sin prueba alguna de que este la hubiera violado. De hecho, este
mostró pruebas de su relación con Karla, refutando así una asociación espuria
con la idea de ser una especie de Weinstein mexicano y criminal ,
tanto mas cuanto la misma Karla había dicho que ella se aprovechaba de su
belleza para seducir a productores y conseguir papeles .
Este no es el único caso de mujeres que se dan
cuenta de que el piropo no es acoso, y que hablar de acoso tan a la ligera, es
un grave error. El nuevo libro de Marta Lamas (feminista) también da cuenta de
ello. Y es interesante que lo diga una feminista de amplia trayectoria como
ella, pues de una feminista no es de esperarse un pensamiento así .
Personalmente estoy en contra de los
"piropos" subidos de tono, de los de tipo albañil. Pero somos
adultos, y un adulto psicológicamente sano y normal es capaz de discriminar las
cosas, dándole importancia a lo que realmente la tiene, y tomando las cosas
como de quien viene. En la vida, no solo nos encontraremos con piropos, sino
con toda suerte de problemas y malestares, de opiniones y posturas que no nos
gustan, pero no por ello podemos plantear una censura hacia quienes no estén en
sintonía con nosotros. Eso no tiene sentido, y de hecho sería altamente dañino
para la sociedad. Sería discriminar bien por sexo (misandria), por clase
social, por grado de cultura, etc. Si bien no toda discriminación es mala en sí,
ya que hasta la inteligencia artificial puede ejercerla ,
hacerlo solo porque no comparten nuestros pensamientos o forma de ver las cosas
sería absurdo, y en nada diferente a la inquisición o el nacionalsocialismo
alemán. De allí a hacer guetos y comenzar una cacería de brujas, no hay mucho
trecho. Y no hay que dudar de cuán irracional puede ser la sociedad al día de
hoy. Si en muchos lugares siguen matando gente por ser atea u homosexual, e
incluso por rumores de violación o compra-venta de niños que al final resultan
falsos, cualquier cosa es esperable.
En la vida hay que saber manejar todo tipo de
situaciones. Y que la gente te incomode, es una de ellas. No podemos
simplemente poner una censura solo porque quienes se incomodan son mujeres. Ser
mujer, es decir, nacer con caracteres urinosexuales femeninos y cromosomas XX,
no es algo de una dignidad especial. Es igual de valioso que nacer hombre.
Poner leyes o derechos dependiendo del sexo, es básicamente prescribir
privilegios. Y se supone que desde el feminismo se lucha por abolir los privilegios
masculinos. Poner privilegios femeninos sería convertirse en lo mismo que se
busca destruir. Incluso dejando de lado el feminismo, sería absurdo por
innecesario y discriminatorio.
La vulgaridad en general debe irse erradicando de
la sociedad. No por tonterías de "respeto a la mujer" o evitar la
"violencia de género", sino porque la sociedad debe hacerse cada vez
más sabia, erudita, intelectual. Y ello implica dejar de lado las formas
inferiores de acción. Pero en sí, el piropo, vulgaridades aparte, no es algo
que genere un daño objetivo, y por ende, no hay motivo por el cual sostener que
debe ser eliminado, que es acoso, y que es “violencia contra la mujer”.
Así las cosas, hay que tener mucho cuidado al hablar de acoso, pues puede terminar confundiéndose algo tan como la capacidad de la libre expresión, el coqueteo y la cortesía, con violencia. Y sin duda, no son lo mismo. Confundirlos, como sucede hoy, infla falazmente las cifras de acoso, y lo mismo sucede con otras cosas, que hoy son calificadas como “violencia contra la mujer”, siendo que en realidad son simplemente violencia, sin etiqueta alguna. De hecho, hablar de “violencia contra la mujer” impide visibilizar la violencia que sufre el hombre, al prestarle especial importancia a la que viven las mujeres, relegando a un plano secundario la violencia “común”, y peor aún, la violencia que pueda sufrir el hombre, aunque esta sea idéntica en características a la que vive la mujer.