miércoles, noviembre 28, 2018

La mentira de la violencia contra la mujer. Parte 1: Violencia de pareja (I)




El 25 de noviembre de todos los años se celebra el "Día de la no violencia contra la mujer". Un día que, si bien es llamado a concientizar sobre la violencia que viven las mujeres, lo hace de una manera sesgada, errada, y sobre todo, anticientífica y falaz. Para hablar de un fenómeno, este debe ponerse en contexto. Y poniendo en contexto la violencia como fenómeno, queda claro que hablar solo de violencia contra la mujer, como si esta fuera algo especial, y especialmente grave, es un gran error.

¿Por qué deberíamos hablar sólo de violencia contra la mujer? ¿Por qué deberíamos concientizar sólo sobre este día? ¿Por qué deberíamos tomar esto como algo legítimamente diferenciable? ¿Por qué siquiera hablar de este tema? ¿Es válido ello? Lamentablemente, la respuesta es negativa en todos los extremos.



¿Qué es la violencia contra la mujer?

Para empezar, definamos bien el asunto. La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, suscrita por la Asamblea General de la ONU en 1993, define este tipo de violencia de la siguiente manera [1]:

Artículo 1: A los efectos de la presente Declaración, por "violencia contra la mujer" se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

Artículo 2: Se entenderá que la violencia contra la mujer abarca los siguientes actos, aunque sin limitarse a ellos:

a) La violencia física, sexual y sicológica que se produzca en la familia, incluidos los malos tratos, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales nocivas para la mujer, los actos de violencia perpetrados por otros miembros de la familia y la violencia relacionada con la explotación;

b) La violencia física, sexual y sicológica perpetrada dentro de la comunidad en general, inclusive la violación, el abuso sexual, el acoso y la intimidación sexuales en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros lugares, la trata de mujeres y la prostitución forzada;

c) La violencia física, sexual y sicológica perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.

Empecemos por dejar algunas cosas claras. Para empezar, debemos tener siempre presente que los organismos internacionales, en sus declaraciones, resoluciones y demás, no son en absoluto entes científicos, con muy pocas excepciones. Así, las declaraciones que hagan, sobre todo en el tema de derechos y libertades, debe tomarse como lo que es: La opinión de un organismo internacional. Una opinión. Nada más. No es una verdad universal, ni un asunto objetivamente ético o moral. Es, a priori, simplemente la opinión de muchos hijos de vecino. A posteriori, si los pronunciamientos están respaldados por el mundo científico y pruebas fácticas, sus dichos tendrán un mayor valor. Sin embargo, a diferencia de los dichos, declaraciones, resoluciones y similares, estos organismos también hacen uso del STEM, en forma de uso y desarrollo de herramientas computacionales y estadísticas. En este caso, dichos organismos sí tienen cierta autoridad en la materia, en cuanto al conocimiento de sus propias herramientas, así como a la validez de sus estadísticas, pues tienen a la mano, más que ningún gobierno individual, los datos de todo el globo, siendo así que realmente podemos tomar con autoridad descriptiva y prescriptiva sus resultados estadísticos.

Así las cosas, analicemos esta declaración de la ONU, para ver cuáles son los puntos donde tiene autoridad, y donde no la tiene. La “violencia contra la mujer, básicamente, consiste en lo siguiente:
  • Pertenencia de la víctima al sexo femenino (no género, ojo).
  • Violencia que sucede en la vida pública o privada.
  • Violencia física, psicológica o sexual.
  • Perpetrada por la familia, la pareja, la comunidad o el estado.
Como se ve, lo básico de la violencia contra la mujer, salvo el hecho de que la víctima sea mujer, es común a ambos sexos. Tanto hombres como mujeres pueden sufrir violencia física, sexual o psicológica, en público o privado, perpetrada por la pareja, familia o el estado. Es decir, a priori, lo que tenemos no es un legítimo tópico de violencia específica, sino una formulación ad hoc, un simple deseo de separar la violencia de todos los días, y hacerla especial, solo porque la sufren las mujeres. A priori, esto es discriminatorio contra los hombres, por cuanto el interés de organismos internacionales y gobiernos nacionales pasa por eliminar la violencia contra la mujer, la cual, como vemos, principalmente es la violencia de todos los días que vive la mujer, y sólo la mujer. Aunque el hombre viva también cotidianamente esos tipos generales de violencia, no hay interés alguno en afrontarlo como un problema serio. Eso, sin duda, es calificable como misandria.

Alguien podría decir “la violencia que sufre la mujer es diferente a la que sufre el hombre, es específica, por lo que, aunque en general pueda tratarse como lo mismo, siendo específicos, no es igual”. Bien, el asunto es que esto es total y absolutamente irrelevante. ¿por qué? Pues porque la violencia que sufren hombre y mujeres no tiene que ser específicamente igual. En serio, no tiene que serla, de la misma manera que no es necesario que la violencia que vive cada uno de nosotros deba ser igual para poder catalogar cómo un grupo, una comunidad, un país, sufre ciertos tipos de violencia. Clasificar la violencia por casos especialísimos es un sinsentido, tanto mas cuanto esa clasificación no procede de un paradigma científico, sino mas bien de alegatos de grupos sociales, los cuales, basados en la indignación por lo que creen injusto, pugnan por un cambio de condiciones. Es decir, se trata de algo basado en el emocionalismo, no en la imparcialidad, la lógica, la ciencia y la realidad vista con desapasionamiento y honestidad intelectual. Ya desde allí deberíamos ser capaces de desechar esta formulación de “violencia contra la mujer”, dado su base no científica de asir este punto, y siquiera tenerlo en cuenta. Pero por mor de la mejor explicación, seguiremos adelante en el análisis de este concepto. Y no, esto no es un intento de falacia genética, pues no se está tachando algo debido a su origen, o descartándolo debido a ello. Simplemente se está comprobando que algo es, a priori, anticientífico o pseudocientífico, por lo cual no debería ser tomado en cuenta a la hora de intentar hacer ciencia, o de utilizar la misma a la hora de hablar de la realidad.

Pongamos las cosas en contexto: La violencia no es solo física. Es un espectro de acciones que, en última instancia, hace daño a la otra persona, e incluso al que la comete. Todos estamos expuestos a ella, en diferente proporción, sin duda. El asunto es que, de la diferencia de proporciones en sí, no se sigue necesariamente que se puede llamar “violencia de X”. de ser ese el caso, cualquier tipo de violencia en el que el porcentaje sea mayor hacia un lado que hacia el otro, podría calificarse como un nuevo subtipo de violencia. Y no es así, incluso aunque la diferencia sea grande. Recordemos el inicio de la definición de “violencia contra la mujer”. El componente principal es que esta sea cometida con base en su seso femenino, es decir, por su condición de mujer. Así, eso descarta la simple preponderancia porcentual como factor para determinar que algo es un tipo específico de violencia, o de clasificación específica de cualquier tipo (pues las cifras son solo eso, cifras, sin independencia ontológica ni deseo propio de tirarse más hacia un lado que hacia el otro).

Pero, ¿qué pasa cuando la diferencia porcentual es mucha, estando evidentemente sesgada hacia un lado? ¿Aun así no sería legítimo hablar de violencia contra la mujer? Pues, francamente, no. No tiene lógica, y no se sigue de una diferencia porcentual, cualquiera que sea, que se trate de algo exclusivo de cierto grupo. Siendo que el tipo de violencia se de en ambos grupos, con mayor o menor incidencia en uno u otro, eso simplemente es la prueba de que los factores de la misma actúan en ambos, y que un grupo es más o menos vulnerable que el otro. Pero ello no significa nada en especial, a priori. Por ejemplo, el homicidio es algo que marcadamente sufren más los hombres que las mujeres. La violación sexual, hasta las cifras que tenemos, es un problema más femenino que masculino. Sin embargo, hay mujeres que matan a hombres, así como mujeres que violan a hombres. Para cada caso, los factores causales son prácticamente los mismos, con alguna puntualización propia de las diferencias psicobiológicas de cada sexo. Pero sería imposible, siendo intelectualmente honestos, calificar como “violencia contra el hombre” el homicidio común, y de “violencia contra la mujer” la violación común. Lamentablemente, los organismos internacionales tratan la violación femenina como parte de la violencia contra la mujer. Pero con esa misma lógica, también lo sería el asesinato, y por extensión, la violación masculina. El hecho de que estos organismos, y los distintos países, no lo hagan, solo deja claro el punto que referí al inicio: No estamos hablando de un colectivo científico, y por ende, no es esperable que se use la honestidad intelectual en toda su extensión. Es un fallo de esos organismos y de los estados parte, sin duda.

Poniendo otro ejemplo, los hombres tienen mayor incidencia de síntomas más graves en cuanto se enferman, incluso de cosas tan simples como un resfriado; asimismo, de tener síntomas más graves que las mujeres, debido a su mayor cantidad de testosterona, la cual debilita su sistema inmune [2]. ¿por eso deberíamos calificar esto como un “problema de salud masculino”? Para nada. Simplemente son diferencias que deben ser estudiadas, sin apasionamientos, para tratar de ayudar a la población que está siendo víctima de una menor calidad de salud. De la misma forma sucede con los ancianos, niños, etc. Cada uno tiene su área de salud especializada, pero todos son problemas importantes. Diferentes pero importantes. Ninguno es más especial que el otro simplemente por ser hombres, mujeres, niños o ancianos. Un problema de salud es tal, entre otras cosas, por su alta incidencia y al daño que hace a la población en general. En este caso, podemos asumir que un problema de violencia debería ser visto de la misma forma: No conforme a quiénes lo sufran más o no, sino en cuanto a su gravedad y daño objetivo. Y solucionarlo implica emprender medidas preventivas, reactivas y correctivas. Implica no solo atacar la consecuencia, sino la causa, pues sin atacar esta última, la violencia solo será paliada, no eliminada. Sin embargo, ir directo a la causa implica desasirse de esta dinámica de especificidad por sexos, y tratar los factores que, en mayor o menor medida, afectan a ambos, sin importar sus expresiones específicas, que entran en el campo de las consecuencias.

El asunto es que las causas son prácticamente las mismas para hombres y mujeres. El varón es, en el imaginario común, el mayor perpetrador de violencia, sobre todo de violencia íntima (término que incluye todo tipo de violencia a producirse en el círculo íntimo, sea familiar, de pareja, etc.). La violencia íntima de pareja (VIP/IPV en inglés), o simplemente violencia de pareja, suele ser tal vez el ámbito donde más se asume la preponderancia dañina masculina. Pero ¿es esto cierto? Siendo intelectualmente honestos, y acudiendo a la ciencia, la respuesta es un rotundo NO. Ateniéndonos a las pruebas, la violencia de pareja, a nivel físico, es cuando menos igual de hombres hacia mujeres y viceversa; cuando más, mayormente ocasionada por mujeres. La única diferencia es que la ocasionada por hombres tiene secuelas más visibles, debido a la evidente diferencia promedio en fuerza física. En cuanto a la violencia psicológica, las mujeres son las mayores perpetradoras, mediante mecanismos como la calumnia, la manipulación, las denuncias falsas, el chisme y demás. De más está decir que el estereotipo de mujer chismosa no es un malvado estereotipo machista, sino un comportamiento científicamente comprobado  [3].



Analizando la violencia

¿Realmente se violenta a una mujer simplemente por ser mujer, es decir, por su sexo femenino? Lamentablemente, aunque esto es aceptado y repetido muchas veces, no hay prueba de ello. Ninguna. En la violencia que sufre la mujer, vemos las mismas cosas que afectan al hombre, en diferente medida, claro. Pero como ya dejamos claro, ello no es suficiente para deducir una exclusiva violencia que sufrirían las mujeres. Prácticamente todos los tipos de violencia que puede sufrir una mujer, los puede sufrir también un hombre. El detalle específico de cómo la sufran, es irrelevante para la definición de la misma (no para su estudio, ojo).

Lo que vemos en la realidad sobre las mujeres es violencia física, psicológica y sexual. Sin duda, toda violencia es condenable, y merece un profundo estudio de causas y consecuencias, para llegar a medidas científicas para su tratamiento, combate y erradicación. Pero, como ya dijimos, el hombre también sufre estos tres tipos de violencia, y sobre todo, los sufre por parte de las mujeres, cosa que no es baladí. ¿Significa esto que las sufre por su condición de hombre? Para nada. Aunque, de nuevo, si tomamos la lógica usada por los organismos internacionales para clasificar y etiquetar esta violencia en específico, podríamos, sin duda, hacerlo válidamente. Pero la honestidad intelectual y el proceder científico nos llama a no asignarle nombres específicos a realidades que no lo son. En este caso, ¿vemos que se lastima a las mujeres por ser de sexo femenino? Simplemente no. La definición de la ONU incluye, por ello, en la determinación de la “violencia contra la mujer” las relaciones de poder. Dice, literalmente, en su página 2: “la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de poder”. Bien, ¿es solo el hombre el que tiene relaciones de poder sobre la mujer? ¿las relaciones de poder tienen su basamento en el sexo? ¿son las relaciones de poder específicas al sexo, o genéricas respecto a factores diferentes? La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo NO. La mujer también tiene relaciones de poder sobre el hombre. La prueba es el estereotipo del típico hombre “sacolargo” o “pisado”, el cual, ni más ni menos, es el de un hombre dominado por su mujer. Por ende, tenemos que estas relaciones son bidireccionales en cuanto al sexo, siendo por ende el sexo un factor irrelevante a las mismas. No son específicas respecto al sexo, sino genéricas respecto a otros factores. En el caso del hombre, el factor es la fuerza física, lo cual, evidentemente, usa como herramienta de manipulación y control. En el caso de la mujer, hace uso de la manipulación y control psicológico y sexual con más frecuencia. En hombres como en mujeres, las causas son iguales. El ejemplo más común sería el de los celos, y la mala respuesta que ocasiona en personas de ambos sexos. Lamentablemente, aunque se han estigmatizado los celos, estos son mas bien algo normal, sano y natural, producto de nuestra evolución biológica, y no un malvado constructo machista producto del patriarcado. Tanto es así que esto no solo sucede en humanos, sino en otras especies [4]. Y en las seres humanos, la mujer es la que más “sufre por amor”, debido a que el apego emocional que genera es, biológicamente, más grande que el del hombre, ya que la estrategia de emparejamiento implicó desde siempre costos más altos para la mujer (embarazo, lactancia, desgaste corporal, esfuerzo en manutención, etc.) [5], por lo cual, comprensiblemente, resulta más afectada por los problemas y el final de una relación a nivel psíquico, con el consiguiente uso de más elementos psicológicos de mantener a la pareja a su lado, lo que sin duda ocasiona mayor incidencia de violencia íntima femenina de índole física (grave en menor proporción que la ejercida por los hombres, pero en igual o mayor proporción en leve o mediana intensidad), psicológica y sexual.

Queda claro, por ende, que las relaciones de poder, así como los elementos de la violencia, no hacen diferencia entre sexos. Las relaciones de poder simplemente dependen de que alguien tenga, por medios físicos, psicológicos, sexuales, sociales, religiosos o de otro tipo, poder sobre una o más personas. Simplemente hombres y mujeres tienen diferentes medios para ejercer este poder sobre los demás. Dejando la coerción física como factor predominante, y tomando en cuenta todas las formas de tener y ejercer poder y dominio, es imposible excluir a la mujer de esto. De hecho, los llamados “factores oscuros de la personalidad”, también resumido en el “factor D”, que median esta interacción, están presentes tanto en hombres como mujeres, y por ende, ambos son pasibles de usarlos con el fin de maximizar sus propios beneficios, aunque esto implique lastimar a otros [6].

Así las cosas, mal podemos decir que se lastime a una mujer solo por ser mujer, por su sexo femenino. Querer ejercer poder y dominio no tiene que ver con el sexo, sino con los beneficios que trae la dominación sobre el que la ejerce. Los celos, rencores y demás, no son constructos sociales machistas, sino elementos sanos, normales y naturales propios de nuestra biología, que cuando mucho, podemos pulir para una mejor interacción social. Pero no son exclusivos de hombres, sino mas bien mayoritariamente son patrimonio femenino. El “honor”, como forma de ejercer poder y dominio, tampoco es problema exclusivo de las mujeres. Los hombres también son víctimas de relaciones de poder con motivo del honor. Un ejemplo claro lo tenemos en aquellos hombres que son obligados a casarse en contra de su voluntad [7].

Pero no les pido que me crean. Créanle a la ciencia. Las cosas, siempre con pruebas. Y hacia allá vamos. Echaré mano de, posiblemente, el mayor metaestudio acerca de violencia doméstica y de pareja: El "Partner Abuse State of Knowledge Project" (PASK) [8]. Este metaestudio, publicado en la revista Springer, por el Grupo de Investigación de la Violencia Doméstica [9], reúne y sumariza los resultados de 1700 estudios respecto a este tema, los cuales fueron seleccionados tras haberse analizado inicialmente unos 12000 estudios. Este incluye datos de todo el mundo, por lo cual es válido para hablar de la realidad global y emitir asertos con alto poder explicativo, prescriptivo y descriptivo. En él encontramos cifras muy interesantes [10]:


PERPETRACIÓN Y VICTIMOLOGÍA
  • En general, alrededor de una cuarta parte de todas las personas han sufrido violencia de pareja (VP) al menos una vez en su vida (23% mujeres, 19.3% hombres).
  • La mayor tasa de violencia se ve en estudiantes, donde hay mayor cantidad de víctimas masculinas que femeninas.
  • Si bien, en el transcurso de la vida, se nota una tasa algo mayor de reportes de víctimas femeninas, los reportes de víctimas masculinas van en aumento.
  • En general, el 25.3% de las personas han perpetrado violencia de género. Las mujeres perpetradoras constituyen el 28.3%, mientras que los hombres solo el 21.6%. La variabilidad posible en los rangos del dato general vs el promedio por sexo es debido a las tasas de perpetración: Del 1% al 61.6% en hombres, del 2.4% al 68.9% en mujeres.

ABUSO EMOCIONAL Y CONTROL
  • El 80% de los perpetradores de violencia de pareja, ha perpetrado específicamente abuso emocional.
  • El abuso emocional puede ser expresivo (en respuesta a provocación) o coercitivo (para controlar o manipular a la pareja). El 40% de las mujeres y el 32% de los hombres han sido víctimas de abuso expresivo. El 41% de las mujeres y el 43% de los hombres han sido víctimas de abuso coercitivo. Esto quiere decir que hay menos hombres que responden violentamente al abuso de sus parejas, mientras que hay más hombres que reciben abuso psicológico que mujeres.
  • Si bien el acoso es, cuando mucho, 4 veces mayor en mujeres que en hombres (8% mujeres, 2% hombres), cuando se consideran todos los tipos de comportamiento obsesivo (es decir, se pone en contexto el acoso dentro de su categoría de comportamiento), las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto víctimas en dicha categoría, son prácticamente nulos. Respecto al acoso en específico, las mujeres presentan una proporción algo mayor de acoso físico directo. Por ende, prácticas como el acoso indirecto, el acoso virtual, y demás, son más aplicadas hacia los hombres.

DIRECCIONALIDAD
  • El 57.9% de la violencia de pareja es bidireccional (donde todos los miembros de la pareja de agreden, sin mayor distinción). El 42.1% es unidireccional: 13.8% del hombre hacia la mujer, y 28.3% de la mujer hacia el hombre. 

MOTIVACIÓN
  • Hombres y mujeres tienen motivaciones similares para la violencia: Regresar con alguien, herirlo emocionalmente, estrés, celos, ira, atención, etc.
  • Respecto al esquema poder/control como motivación de la violencia, no se encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres. Es decir, tanto el hombre como la mujer pueden perpetrar violencia por los mismos motivos, ambos pueden tener ese deseo de controlar al otro, pensarlo de su propiedad, y actuar en consecuencia. Ergo, ello no puede atribuirse exclusivamente al hombre, desmoronando así una de las principales columnas de la mal llamada "violencia machista" o "violencia contra la mujer".
  • Es más frecuente que las mujeres invoquen la defensa propia como motivo de la violencia hacia el hombre. Pero estas alegaciones no implican veracidad de las mismas. Se estima que la menor cantidad de reportes de este tipo entre los hombres es debido a que ello implicaría mostrarse vulnerables. Y recordemos que mostrar vulnerabilidad es un factor de riesgo para una persona que sufre violencia, tanto porque el perpetrador puede reafirmar su dominio psicológico sobre el violentado; como porque la existencia de apoyo social e institucional para el hombre maltratado, alrededor del mundo, es exigua cuando mucho, tanto mas cuanto hablar de los problemas masculinos es considerado por muchas mujeres (sobre todo feministas) como machismo, violencia contra la mujer, y minimización de los problemas femeninos [11]. Cuando no queda espacio para el hombre, este solo puede acudir al silencio y la muerte, como en el caso de la asesina Nahir Galarza.
  • Si bien no hay una diferencia significativa entre la violencia ejercida por hombres y mujeres con motivo de ira o venganza, hay una mayor tendencia de la mujer a tener la ira como motivo.
  • Tanto hombres como mujeres ejercen violencia con motivo de celos e infidelidad de la pareja. 

FACTORES DE RIESGO
  • No hay relación significativa entre la depresión y la violencia de pareja. Dentro de dicha insignificancia, la correlación es mayor en mujeres, pero por lo mismo, no es posible hablar de causalidad.
  • No hay relación significativa entre el alcohol y la violencia de pareja, pero sí una relación significativa con el uso de drogas. Por ello, la idea del hombre alcohólico y violento, es falsa. Mas bien, dentro de la insignificancia de la correlación alcohol-violencia, son las mujeres las que mayor correlación presentan. Por ende, un estereotipo correcto sería el de mujer alcohólica y violenta.
  • Las parejas casadas están en menor riesgo de violencia de pareja que quienes recién comienzan a salir. Las mujeres separadas son mucho más vulnerables, considerando el tipo de relaciones que un separado maneja. Por ende, es falso el dicho de que "la pareja heterosexual es un factor de riesgo para la mujer". Por el contrario, la máxima expresión de una pareja heterosexual, es decir, una pareja casada, es la que menor riesgo presenta de entre todos los mencionados.
  • En resumen, en general, los factores de riesgo son prácticamente los mismos para hombres y mujeres, con las atingencias anteriormente señaladas. 

IMPACTO EN LAS PAREJAS
  • Las mujeres son más dadas a ser víctimas de violencia física severa. En cuanto a violencia física moderada o leve, hombres y mujeres son víctimas en la misma proporción. Cabe resaltar que no existen muchos estudios de la violencia psicológica y física severa en hombres.
  • La violencia psicológica es al menos igualmente relacionada con consecuencias como la depresión y abuso del alcohol como la violencia física. Sin embargo, sus efectos permanecen por más tiempo que los que tienen como causa la violencia física.
  • Así, por ende, podemos concluir válidamente que la violencia física entre hombres y mujeres es similar, y principalmente difieren en cuanto a su gravedad, cosa comprensible debido a la diferencia de fuerza y el efecto de la testosterona. Así, en el peor de los casos, la violencia física masculina de la mujer sería la esperable tomando en cuenta esta hormona (y, por ende, su mayor incidencia sería un factor desdeñable y aceptable, del cual simplemente se requeriría su ajuste estadístico). En el mejor de ellos, el papel de la testosterona en el hombre sería nulo, y dada la misma violencia, y al hecho de que el hombre tiene 10 veces o más más testosterona que la mujer [12], y por ende mayor inclinación a la violencia física, la conclusión sería que el hombre es mucho más controlado, tranquilo y pacífico que la mujer, cosa que lo enaltece, y que al día de hoy no es reconocida como positiva). 

VIOLENCIA ALREDEDOR DEL MUNDO
  • Si bien las tasas de violencia física son similares, la diferencia existe, y en realidad no es poca. Las mujeres son las perpetradoras del 62% de la violencia física de pareja, así como del 67% de la violencia psicológica.
  • Los factores de riesgo de violencia de pareja son los mismos en todo el mundo.
  • El Índice de Desarrollo Humano (IDH), así como la equidad o inequidad de género (expresada en el índice de inequidad de género - IID/GII en inglés) a nivel de país o territorio, no tienen nada que ver con la tasa de violencia física de pareja. La inequidad de género específica en la pareja, tomando como base los datos de las parejas que recién comienzan a salir, sin embargo, sí nos permite predecir la tasa de violencia física de dicho tipo de parejas, la cual es perpetrada mayormente por la mujer.
  • Respecto a la asociación entre dominio de un miembro de la pareja sobre el otro, y la violencia de pareja, no se encontró correlación cuando el hombre ejerce como dominante, pero sí cuando la dominante es la mujer.


¿Qué significa todo esto?

Simple: Considerando todos los tipos de violencia (no solo la física, y por ende, no solo la física grave, siendo esta última la que se toma como bandera al hablar de "violencia contra la mujer", "violencia de género", y como principal estandarte en este día), la mujer es la mayor perpetradora, y el hombre la mayor víctima, en el peor de los casos. En el mejor de ellos, no habría diferencia alguna. Cualquiera que desee refutar este postulado, el cual se desprende directamente del metaestudio citado, obligatoriamente tiene que probar, mediante otro metaestudio, que esto es errado. La ciencia solo se refuta con ciencia, no con apelaciones al sentimiento, negacionismo, argumentos sin referencias o estudios de rango inferior.



[1] Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. Asamblea General de la ONU, 1993. Recuperado de http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/RES/48/104&Lang=S
[2] La respuesta inmune a infecciones es una cuestión de testosterona. ABC Salud. Recuperado de https://www.abc.es/salud/noticias/20131223/abci-testosterona-inmune-201312231749.html
[3] Las mujeres usan el chisme de manera cotidiana como herramienta para beneficio propio: https://www.facebook.com/ateismoSTEM/posts/1653710338077374
[4] Nicole Maninger, Sally P. Mendoza, Donald R. Williams, William A. Mason, Simon R. Cherry, Douglas J. Rowland, Thomas Schaefer, Karen L. Bales. Imaging, Behavior and Endocrine Analysis of “Jealousy” in a Monogamous Primate. Frontiers in Ecology and Evolution, 2017; 5 DOI: 10.3389/fevo.2017.00119. Recuperado de https://www.sciencedaily.com/releases/2017/10/171019101010.htm
[5] Craig Eric Morris, Melanie L. Beaussart, Chris Reiber, and Linda S. Krajewski. Intrasexual Mate Competition and Breakups: Who Really Wins? – The Oxford Handbook of Women and Competition. DOI:10.1093/oxfordhb/9780199376377.013.19. Recuperado de http://www.oxfordhandbooks.com/view/10.1093/oxfordhb/9780199376377.001.0001/oxfordhb-9780199376377-e-19
[6] Psychologists define 'the dark core of personality'. University of Copenhagen. Recuperado de https://socialsciences.ku.dk/news/psychologists-define-the-dark-core-of-personality
[7] "Me encerraron, me golpearon y después me obligaron a casarme": el drama de los hombres en India que son forzados a casarse. BBC Mundo. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-43724246
[8] https://domesticviolenceresearch.org
[9] John, Hamel (ed.). Partner Abuse New Directions in Research, Intervention, and Policy (Springer). ISSN 1946-6560. Recuperado de http://www.springerpub.com/journals/partner-abuse.html
[10] https://domesticviolenceresearch.org/domestic-violence-facts-and-statistics-at-a-glance
[11] "La Guardia Civil equipara en Twitter la violencia de hombres y mujeres". Recuperado de https://www.eldiario.es/sociedad/Guardia-Civil-equipara-Twitter-violencia_0_373062695.html
[12] Testosterone, Total, Bioavailable, and Free, Serum. Mayo Clinic. Recuperado de https://www.mayomedicallaboratories.com/test-catalog/Clinical+and+Interpretive/83686

jueves, noviembre 08, 2018

Serie “Lógica y argumentación”: Leyes de De Morgan

Existen muchas formas de hacer inferencias válidas. Las reglas de inferencia son también llamadas “reglas de transformación”. Estas reglas son funciones sintácticas que, dados algunos elementos de inicio, derivan en una salida a dicha función. Estas reglas son indiferentes al contenido semántico de cada una de las entradas de dicha función. Aunque, si bien el contenido semántico codifica cierto valor de verdad, dicho contenido es irrelevante a final de cuentas, así como que el valor de verdad asumido sea verdadero en realidad. La función de la regla de inferencia se mantiene, indiferentemente de cuáles sean estos, siempre que los mismos se presenten.

Un subconjunto de las reglas de inferencia son las llamadas “reglas de reemplazo” o “reglas de sustitución”. Estas nos permiten sustituir ciertos enunciados por otros lógicamente equivalentes, y por ende, igualmente veritativo-funcionales, pues gracias a esto último es que podemos aplicar las reglas de inferencia. Una de estas reglas, que es poco utilizada entre los debatientes comunes (e incluso entre los profesionales), es conocida como las “Leyes de De Morgan”. Los que nos dedicamos a la ingeniería informática e ingeniería electrónica conocemos bastante bien estas leyes, debido a que son cotidianamente utilizadas, por ejemplo, a la hora de diseñar circuitos electrónicos o compuertas lógicas para software.

Estas leyes son, básicamente, dos:
  • La negación de una conjunción de elementos es igual a la disyunción de los elementos negados.
  • La negación de una disyunción de elementos es igual a la conjunción de los elementos negados.
¿Suena complicado? Ciertamente lo es, aunque no tanto. En breve explicaré un poco más sobre esto. Para empezar, entendamos una cosa: Estas leyes pueden ser expresadas en diferentes notaciones, según la rama del conocimiento que haga uso de las mismas. Sin embargo, todas estas notaciones son equivalentes. Podemos encontrar el uso de las leyes de De Morgan en las matemáticas, la electrónica y la informática. Es decir, es un patrimonio del STEM. A posteriori es posible usarla de forma filosófica en debates formales (e informales), pero debido a que estas reglas son propias de la lógica matemática, está más cerca de la ciencia que de la filosofía (tomando en cuenta que la matemática puede ser clasificada en el grupo de las “ciencias básicas”, junto con la física, química y biología).

Estas leyes fueron creadas por Augustus De Morgan, un matemático británico que vivió en el siglo XIX. Estas leyes fueron incluidas en el álgebra de Boole, y desde entonces son clave para el avance de la tecnología, pues las mismas pueden ser aplicadas para los procesos de simplificación de compuertas lógicas, lo que permite la reducción del tamaño de las mismas, y con ello, la miniaturización de los componentes y equipos electrónicos.

Como hemos dicho, las leyes de De Morgan tienen aplicación en diferentes ramas del STEM. En cada una de ellas se maneja una notación diferente de símbolos y signos mediante la cual representar esta ley. Veamos ahora estas notaciones para empezar nuestro análisis:


Bien, ahora que ya tenemos una comparativa de las distintas notaciones, podremos entender mejor las leyes de De Morgan. Cuando decimos “la negación de una conjunción de elementos es igual a la disyunción de los elementos negados”, podemos entenderlo de la siguiente manera:

          – (A . B) = –A + –B

Cuando decimos “la negación de una disyunción de elementos es igual a la conjunción de los elementos negados”, podemos entenderlo de la siguiente manera:

          – (A + B) = –A . –B



DIFERENCIAS CON EL ÁLGEBRA TRADICIONAL

Como queda claro, esto se ve diferente del álgebra de toda la vida, el que aprendimos en la escuela. Y sí, es diferente. El álgebra booleana tiene unas reglas que no son iguales a las del álgebra tradicional, pero que sin embargo pueden ser probadas sin lugar a dudas. De hecho, la prueba más clara es que ahora mismo estén leyendo este texto en un dispositivo electrónico, sea su PC, su celular, etc.


Con la tabla de equivalencia de notaciones, pueden reemplazar los símbolos, unos por otros, y así comprender cómo en cada rama del conocimiento de expresan estas leyes. Veamos ahora cómo se expresan en cada una de estas ramas.



NOTACIÓN MATEMÁTICA EN ÁLGEBRA BOOLEANA

En el álgebra de Boole, podemos expresar las leyes de De Morgan de la siguiente manera:


Esto se lee de la forma que ya mencionamos:
  • La negación de una conjunción de elementos es igual a la disyunción de los elementos negados.
  • La negación de una disyunción de elementos es igual a la conjunción de los elementos negados.


NOTACIÓN MATEMÁTICA EN TEORÍA DE CONJUNTOS

En teoría de conjuntos, podemos expresar las leyes de De Morgan de la siguiente manera:


En este caso, tenemos un A negado y un B negado. Es decir, del conjunto universal U, debemos excluir el resultado de las operaciones que hagamos con A y B. Por ende, esta es una operación de diferencia de conjuntos, en el cual encontraremos el complemento adecuado. En este caso, podemos leer:
  • La negación (complemento) del conjunto unión entre A y B, es equivalente al conjunto intersección del complemento de A y el complemento de B.
  • La negación (complemento) del conjunto intersección entre A y B, es equivalente al conjunto unión del complemento de A y el complemento de B.

Para entenderlo mejor, echaré mano de algunas imágenes:


Como vemos aquí, la primera ley de De Morgan nos dice que el resultado es aquello que no está dentro del conjunto unión entre A y B. Es decir, el resultado es todo aquello que no está en el conjunto A, y que tampoco está en el conjunto B. En otras palabras, todo lo azul.


Vayamos a la siguiente ley:


Como vemos aquí, la segunda ley de De Morgan nos dice que el resultado es aquello que no está dentro del conjunto intersección entre A y B. Es decir, el resultado es todo aquello que no está en el conjunto A, así como lo que no está en el conjunto B.

A primera vista puede ser un poco complicado comprenderlo, Sin embargo, el truco está en no intentar hacer las coincidencias entre los conjuntos, sino entre los espacios que no lo son. Imaginen un conjunto “No-A” como el conjunto externo a A. Es decir, todo lo azul que queda afuera de A. Lo mismo pasa con el conjunto “No-B”, es simplemente todo lo azul que queda fuera de B. Es sobre esos sobrantes azules que debemos trabajar, no sobre lo sombreado con amarillo, es decir, no debemos considerar directamente los elementos de A y B.



NOTACIÓN PARA COMPUERTAS LÓGICAS (ELECTRÓNICA E INFORMÁTICA)

En informática y electrónica, se usan las leyes de De Morgan para diseñar circuitos y reglas que el software debe seguir, a fin de tener un funcionamiento predecible y adecuado. En estas disciplinas, la notación es la siguiente:


Las representaciones gráficas señaladas al principio se usan como complemento visual e indispensable, siendo en la práctica dichas representaciones, la notación por defecto usada en estas carreras.



¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO?

Para todos los efectos, esto tiene un resultado curioso. Tomemos como ejemplo la siguiente proposición:

             No tengo dinero ni nada que dar (♫ lo único que tengo es amor para amar ♫).

Gracias a las leyes de De Morgan, podemos convertir esto en lo siguiente:

             No tengo dinero o no tengo nada que dar.

O por ejemplo, cambiar "No tiene talento ni pasión", por "No tiene talento o no tiene pasión".

Aunque pueda parecer raro, las leyes de De Morgan son reglas de inferencia válidas, y sobre todo, con comprobación matemática y física, por lo cual dudar de ellas es inválido. Así, solo queda aceptar estas inferencias, que a primera vista podrían parecer extrañas y erróneas, pero que sin embargo, a la luz de estas leyes, no lo son.



ERRORES TÍPICOS POR NO USAR (O NO SABER USAR) LAS LEYES DE DE MORGAN

Para todos los efectos, esto tiene un resultado curioso: Podemos desgranar una proposición negativa en bloque, y refutarla objetando los términos separados del equivalente de De Morgan. Por ejemplo, si se sostiene que “No (A y B)”, puedo refutar esa proposición refutando solamente “No A” o “No B”. Puedo refutar automáticamente las objeciones a “No (A y B)” que se basen en sostener que es necesaria la validez de “No A” y “No B” a la vez. Puedo aplicar las leyes de De Morgan en ejemplos positivos usando la doble negación. Se pueden hacer muchas cosas que muy pocos piensan.

Tomemos como ejemplo el siguiente texto de la página de Dante Urbina, un apologista religioso peruano. El contexto es el siguiente: Un creyente expone a Dante las refutaciones a las objeciones teístas respecto a la paradoja de la omnipotencia, en busca de una respuesta. Urbina sostiene, como muchos otros creyentes, que su dios es omnipotente (y por ende, que la paradoja es inválida), esencialmente, porque su dios no puede hacer lo lógicamente imposible ni actuar contra su propia naturaleza (que es la omnipotencia, entre otras cosas). De ser ciertas las refutaciones que expone el ateo al que cita dicho creyente (un ateo al que conozco, por cierto), las objeciones a la paradoja de la omnipotencia serían inválidas, pues lo que se sigue de la postura creyente es que el hombre resultaría siendo también omnipotente. El tema de la diferencia de poder, a este respecto, es irrelevante, por algo muy simple: En caso las características antes señaladas no fueran exclusivas de dicha divinidad, las mismas no se podrían usar para sostener a dicho dios como omnipotente, y por ende, el poder pasaría a un segundo plano, a ser una simple medida de una característica adicional entre seres con iguales características básicas. Así, dicho dios sería casi que un humano con un plus. En nada diferente a los dioses ónticos como Zeus o Ra.


Dante Urbina intenta refutar las objeciones presentadas por el ateo, que estriban en que los humanos también cumplen con esas características. Es decir, el ateo hizo suyas las características que Urbina señalaba exclusivas para su dios, debido a que Urbina no presenta pruebas de que las mismas solo le sean aplicables a su deidad. De hecho, la experiencia nos dice que lo que sostiene el ateo es cierto: Los seres humanos tampoco podemos hacer lo lógicamente imposible, según nuestra propia naturaleza, y por ende, tampoco actuar contra la misma. Urbina acusa al ateo de confundir “Poder hacer todo lo lógicamente posible” con “No poder hacer lo lógicamente imposible”. Pero esa confusión solo está en la cabeza de Urbina, no en los alegatos del ateo en cuestión, por lo que podemos decir con bastante certeza que Urbina está cometiendo una falacia de hombre de paja. Y al acusar a dicho ateo de hombre de paja, está cometiendo un sofisma de la falacia (falsa acusación de falacia). Parece olvidar que “Poder hacer todo lo lógicamente posible” y “No poder hacer lo lógicamente imposible” son proposiciones equivalentes, tanto porque la segunda es la doble negación de la primera, como porque la exclusión dicotómica de posibilidades crea una dicotomía absoluta y válida de la cual no es posible escapar. Como todos saben, es diferente decir “O A o B” que “O A o No-A”. La primera podría ser usada para una falsa dicotomía, pero la segunda no. Nos encontramos ante un caso de dicotomía por doble negación. Y dado que solo existe lo lógicamente posible y lo lógicamente imposible, no es posible intentar aludir a una tercera opción o una falla en las opciones. Es simplemente imposible. Y dado que ambas opciones son equivalentes, pretender que existe una confusión entre ambas, es una muestra de gran ignorancia de la lógica, las reglas y leyes que la rigen. No hay confusión alguna de parte del ateo, sino un uso indistinto de expresiones lógicamente igual de válidas para referirse a lo mismo.

Urbina, en su intento de refutación, pone el ejemplo de llegar a otro planeta de un salto. Dice que esto es lógicamente posible. Pero es totalmente falso. Un salto así es biológicamente imposible para un ser humano. Hacer un imposible, en este caso biológico, es lógicamente imposible. Primero, recordemos que las verdades fácticas priman sobre las verdades lógicas. Segundo, recordemos que las “verdades” formales se deducen de relaciones del mundo físico/material/natural y sus verdades fácticas. Tercero, recordemos también que la lógica formal no trata de verdades, sino de enunciados válidos o inválidos. Es la lógica material la que habla de verdades o falsedades, teniendo en cuenta lo fáctico. Así, usando lógica material, no hay forma de sostener que un humano pueda hacer un imposible biológico. Además, no hay ninguna ley de la lógica que nos indique que es formalmente posible hacer un imposible biológico. Así, el intento de refutación de Dante, cae en saco roto.

Analicemos esto detenidamente: La proposición de Urbina, y posteriormente del ateo, es simple: X es omnipotente si no puede ni A ni B. en este caso, X es el dios teísta, A es no poder hacer lo lógicamente imposible (o sólo poder hacer lo lógicamente posible), y B es no poder ir en contra de su naturaleza (o sólo poder actuar de acuerdo a su naturaleza). Dado que el ateo se apropia del argumento de Urbina, refutar la estructura de De Morgan de su argumento inicial de Dante no es relevante. El ateo ha realizado algo muy interesante: Ha dejado en claro que Urbina comete la falacia de “proving too much”, que en español se entiende como “conclusión desmesurada”. Esta falacia, básicamente, consiste en que un argumento y/o conclusión son inválidos por ser demasiado generales, hasta el punto de que muchas otras cosas serías válidas a partir de este, incluso algunas que no tienen nada que ver con lo el silogismo original. Esta falacia implica armar un argumento con conclusiones absurdas, y por ende, desenmascararlo es un tipo de reducción al absurdo. En este caso, la extrema generalidad que deja al descubierto el ateo es muy simple: Si el dios teísta es un ser omnipotente, entre otras cosas, porque no puede hacer lo lógicamente imposible ni actuar contra su propia naturaleza, entonces un humano también podría ser omnipotente, ya que cumple con esas mismas características. Las características señaladas son demasiado generales, y por ende, le caben válidamente al humano. Intentar salvar estas características tratando de darle alguna característica o condición especial a su dios a posteriori, es simplemente añadir características para salvarlo, y por ende, una obvia falacia de francotirador. Añadir esas características porque es un dios, es una falacia de alegato especial (que comete cuando añade “porque nuestras naturalezas no abarcan la plenitud y sustento mismo del ser”). Tratar de refutar el planteamiento del ateo aceptando solo lo segundo (que el humano no puede actuar contra su propia naturaleza), pero no lo primero (negar que el humano no pueda hacer lo lógicamente imposible, con su mal ejemplo de salto a otro planeta y su intento de confundir un término con otro, cuando son equivalentes), es una refutación inválida de antemano por violar las leyes de De Morgan.



CONCLUSIÓN

Como vemos, conocer bien las reglas de inferencia es clave para armar argumentos y refutaciones válidas. Un error común que cometen muchas personas, como Dante Urbina, es argumentar a partir de la ignorancia, siendo que al final, la formación en tópicos como este, es de suma importancia para un debate exitoso, e incluso para una charla coloquial. Es menester que la gente comience a preocuparse en serio por conocer lo suficiente de lógica y argumentación, si en verdad desea ponerse a exponer argumentos y refutaciones, so pena que, de no hacerlo, quede en completo ridículo.

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REFERENCIAS
  • DeMorgan’s Theorems. Recuperado de http://capone.mtsu.edu/phys2020/Lectures/L19-L25/L3/DeMorgan/body_demorgan.html
  • Leyes de De Morgan. Recuperado de http://r-luis.xbot.es/edigital/ed05.html
  • Leyes de De Morgan. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_De_Morgan
  • Introducción a la lógica (Copi Irving). Recuperado de https://logicaformalunah.files.wordpress.com/2017/01/irving_m-_copi_carl_cohen_introduccion_a_la_log.pdf
  • Lógica material. Recuperado de https://glosarios.servidor-alicante.com/filosofia/logica-material
  • La paradoja de la omnipotencia: Aprovechando una objeción burda para dar lugar a una comprensión más profunda. Recuperado de http://danteaurbina.com/la-paradoja-de-la-omnipotencia-aprovechando-una-objecion-burda-para-dar-lugar-a-una-comprension-mas-profunda

domingo, agosto 26, 2018

¿Qué es un ateo?

Sobre el ateo se dicen muchas cosas: Desde que es un hijo de Satán, un adorador del mal, una mala influencia para la sociedad, un asesino en potencia…hasta que es un creyente más, igual que los de las religiones tradicionales, y que sostiene una afirmación que tiene la carga de probar. En esta ocasión, me decantaré por dar un poco más de luz acerca de qué es un ateo, y cómo puede ser definido. Dejaré para otra ocasión el tema de la carga de prueba, cosa de por sí muy interesante, pero que merece una mención especial y aparte.

Para empezar, tenemos que entender una cosa: Un ente al que le quepa el adjetivo de “ateo” es todo lo opuesto a un ente al que le quepa el adjetivo de “creyente” en dioses de cualquier religión. Esto es lo que se llama “definición por exclusión”: Se define A como un término con X/N atributos, y el contrario de A como un término con N–(X/N) atributos. Así, será más fácil entender lo que es un ateo, viendo primero en qué consiste ser un creyente en dioses, y en qué se fundamenta ello.

Un creyente en cualquier tipo de deidad es, primero que todo, un ente del espectro creyente. El espectro de la creencia puede abarcar muchas cosas, así que, en este caso, hablamos de un tipo particular de creyente. Es uno que cree en una existencia, a diferencia de un creyente en, por ejemplo, la posibilidad de conocimiento. Pero tampoco es un creyente de cualquier tipo de existencia, sino en una en particular: En la de los dioses.

En ese caso, definiendo ateo como lo contrario a este tipo de creyente, lo lógico es definirlo, a priori, como un ente no creyente en la existencia de los dioses.


  
CARACTERIZACIÓN DEL ATEÍSMO

Ahora que tenemos claro que el término “ateo” es todo lo contrario al término “creyente”, definamos un poco más al creyente para saber más aún del ateo.
  • Un creyente afirma la existencia de X dios(es). 
  • Un creyente tiene fe en X dios(es). 
  • Un creyente está obligado a conocer al(los) dios(es) en que cree y/o afirma. 
  • El adjetivo “creyente”, por todo lo anterior, solo se puede predicar de un ser vivo, nacido, inteligente y reflexivamente consciente que afirme dicha creencia.
Así las cosas, por contraposición y exclusión, se puede inferir válidamente que:
  • Un ateo NO afirma la existencia de X dios(es).
  • Un ateo NO tiene fe en X dios(es).
  • Un ateo NO está obligado a conocer al(los) dios(es) en que NO cree y/o NO afirma.
  • El adjetivo “ateo”, por todo lo anterior, NO solo se puede predicar de un ser vivo, nacido, inteligente y reflexivamente consciente que afirme dicha NO creencia.

¿POR QUÉ DEFINIR POR EXCLUSIÓN?

Se podría pensar que la definición por exclusión es inadecuada, o de plano errada, que esta es una definición ad hoc creada para desasir al ateo y al ateísmo de una carga de prueba que podría corresponderle, para eludir la extrema similitud del ateo con el creyente, o para evitar ciertas definiciones filosóficas o lingüísticas del término “ateo”. Nada más lejos de la realidad. Quien afirme estas cosas estará cometiendo una falacia ad hominem (atacando los motivos personales por los cuales hago esta distinción), de afirmación gratuita (hablar sin pruebas), y ad ignorantiam (al hablar desde el desconocimiento y la ignorancia pura).

La cuestión es muy simple: Ateísmo y creencia en deidades son posiciones ontológicas antagónicas en la que, como hemos visto, no caben puntos medios. O se cree en/afirma a/acepta a las deidades, o no. Dado que las únicas dos opciones en este tema son esas, que ser ateo se sabe el opuesto a ser creyente en deidades, que el creyente en deidades tiene asunciones específicas, afirmativas y claras; mientras que ser ateo no implica necesariamente nada más allá de dicha negativa a todo lo que ser creyente en deidades significa, lo más racional es definir por exclusión lo que es ser un ateo. No hay una posición en medio del ateo y el creyente en dioses. Si se aludiera al agnosticismo como intermedio, se estaría cayendo en una falacia de error categorial, pues el agnóstico no cabe en la categoría “existencia” sino en la de “posibilidad de conocimiento”, siendo su opuesto el “gnóstico”. Si se dijera, por algún medio, que esto es cometer una falacia de falsa dicotomía, quien lo diga estaría cometiendo un sofisma de la falacia (falsa acusación de falacia), a menos que pueda probar la existencia de un intermedio entre ateo y creyente, considerando lo aquí definido.


MOTIVOS DEL ATEÍSMO

Recordemos un poco la caracterización del creyente:
  • Un creyente afirma la existencia de X dios(es).
  • Un creyente tiene fe en X dios(es).
  • Un creyente está obligado a conocer al(los) dios(es) en que cree y/o afirma.
  • El adjetivo “creyente”, por todo lo anterior, solo se puede predicar de un ser vivo, nacido, inteligente y reflexivamente consciente que afirme dicha creencia.
De estos cuatro puntos, podemos inferir válidamente ciertos motivos para ser ateo:
  • No estar vivo: Dado que la creencia en dioses se predica, primero que nada, de seres vivos, el ateísmo no estaría restringido por este aspecto, dado que lo estamos definiendo por exclusión. Así, bien puede decirse que una roca es atea, un tronco, o una espada, pues estos entes no creen en dios alguno. El motivo de la no creencia (no estar vivo) es irrelevante a este respecto.
  • No haber nacido: Siendo más específico con las entidades vivientes, de nuevo, por exclusión, el ateísmo no está limitado a predicarse de entes neonatos en adelante, como sí lo está la creencia en deidades. Así, se puede decir sin ningún problema y con toda honestidad intelectual, que un embrión o feto de cualquier especie animal es ateo, pues no cree en deidades. El motivo de ello (no haber nacido), de nuevo, es irrelevante.
  • No ser un ente inteligente (o no serlo demasiado): Hablando específicamente de las entidades vivientes nacidas, de nuevo, por exclusión, no hay necesidad de predicar la calidad de ateo exclusivamente de los seres vivientes inteligentes. Así, se puede decir correctamente que un coral, una araña, una hormiga o un tardígrado son ateos. Igualmente se puede decir esto de un perro, gato o gorila. El motivo de esto (no ser suficientemente inteligente para entender este concepto), nuevamente, es irrelevante.
  • No ser reflexivamente consciente: Incluso hablando de entes vivientes, nacidos e inteligentes, con cierto grado de capacidad cognitiva, actual o potencial, como para asimilar el concepto de la deidad, no hay necesidad de que el ente en cuestión sea reflexivamente consciente para calificarlo como ateo. Por ende, un bebé, un humano en estado de muerte vegetal y sustentado por máquinas de soporte vital, o entes similares, pueden encajar en la definición de ateo.
  • Desconocimiento: Si para ser creyente se requiere conocer el dios en el cual se cree, para no serlo (y por ende ser ateo), esto no es requerido. Así, una causal válida para el ateísmo es no conocer dicha deidad. No se puede creer en lo que no se conoce. Por ende, alienígenas que no crean en una deidad X (ateísmo parcial) o en ninguna deidad (ateísmo total), son ateos.
  • No tener fe: Alguien puede conocer acerca de la deidad X, sin embargo, no creer en ella. Esto puede ser por muchos motivos (falta de evidencia, contradicción con la explicación científica del mundo, etc.). Pero todo esto desemboca en una ausencia de fe, al final. Incluso si se descartara la fe como componente necesario para la creencia en dioses (objeción que deberá tener sustento suficiente, y no solo ser una mera posibilidad, so pena de incurrir en una falacia de afirmación gratuita), esto no cambiaría el asunto, pues en lugar de la falta de fe, emergerían como válidos los motivos de la misma, los cuales son potencialmente muchos.

MANIFESTACIÓN DEL ATEÍSMO

Para entender bien esto, de nuevo acudamos a la caracterización del creyente que hicimos anteriormente. Sabemos que un creyente es el que afirma la existencia de X dios(es). Por ende, un ateo es el que NO afirma la existencia de dichos dioses. ¿Cómo se puede manifestar esta no creencia que es el ateísmo? Básicamente de dos formas: Una pasiva y una activa. La forma pasiva es no tomar la iniciativa, no decir nada. Así, un ateo que tome una forma de manifestación pasiva, simplemente se limitará a no afirmar la existencia de dioses. Por el contrario, la forma activa implica decir algo, manifestarse en acción. En este caso, el ateo puede manifestarse negativamente, negando o rechazando la existencia de los dioses; o puede manifestarse positivamente, afirmando la inexistencia de los mismos.


COMPROMISO Y ENCAJE EN LA DEFINICIÓN

Está de más decirlo, pero es importante resaltarlo: La creencia en una deidad es algo voluntario que implica comprometerse (se sea consciente o no de este compromiso) con una determinada cantidad de postulados escatológicos, dogmas de fe, contenidos normativos y con una cosmovisión dada. No se puede refutar esto aludiendo al bautismo en la primera infancia, donde no se tiene voluntad ni poder de decisión, puesto que más adelante en la vida, uno puede rebelarse ante esta imposición. No hacerlo es aceptar por omisión la fe religiosa impuesta. Así de simple.

Por otro lado, encajar en una definición no tiene nada que ver con aceptar que dicha definición se ajusta a una o más personas, incluso a uno mismo. Si alguien toma sin control, es calificable como alcohólico, así esta persona sea consciente de ello o no, lo acepte o no.

¿Cómo encaja todo esto con el ateísmo? Simple: El ser ateo implica no comprometerse con cantidad alguna de postulados escatológicos, dogmas de fe, contenidos normativos o con una cosmovisión dada. Asimismo, no tiene importancia si la persona se reconoce como tal o no. Solo importa que encaje en lo que define a un ateo, para que sea tal.
  

DEFINICIÓN FINAL

Por todo lo anterior, podemos concluir legítimamente, que la mejor definición de ateo es:

“Aquel ente que no cree, rechaza, niega la existencia o afirma la inexistencia de uno o varios dioses, indiferentemente del porqué y de que se reconozca como tal”.

De lo anterior, podemos desglosar:
  • “Aquel ente”: Sea cualquiera que sea, vivo o no, con todo lo que esto implica.
  • “que no cree”: Ateísmo con manifestación pasiva, o ateísmo neutro. Al no ser una afirmación, no tiene carga de prueba alguna.
  • “rechaza, niega la existencia”: Ateísmo con manifestación activa negativa, o ateísmo negativo. Por ser una negación, no tiene carga de prueba a priori, pues no se ha establecido para ella una carga de la refutación que deba asumir.
  • “o afirma la inexistencia”: Ateísmo con manifestación activa positiva, o ateísmo positivo. Dado que es una “negación con envoltorio”, derivada directamente de una no creencia, misma que no tiene carga de prueba a priori, podemos decir que este derivado tampoco la tiene a priori. A posteriori podría tenerla, sobre todo en el marco de un debate académico, donde se espera que cada parte aporte las pruebas de sus respectivas posiciones. Pero para todos los efectos, un ateo está perfectamente justificado en sostener su punto hasta que no se presenten pruebas incontrovertibles de la existencia de la deidad postulada. Cabe mencionar que haya carga de prueba o no, esto es diferente de la posibilidad de prueba. El ateísmo tiene la posibilidad de exponer un caso propio con pruebas suficientes.
  • “de uno o varios dioses”: Puede ser tanto un ateo parcial como un ateo total.
  • “indiferentemente del porqué”: Abarcando todas las circunstancias y motivos del ateísmo, como los ya enunciados.
  • “y de que se reconozca como tal”: Se reconozca uno como ateo o no, si cumple con esta definición, es ateo, lo quiera o no.

sábado, julio 07, 2018

¿Apuesta de Pascal? Vaya timo.


Se conoce como “Apuesta de Pascal” a lo expuesto por el filósofo y matemático Blaise Pascal, en su obra “Pensamientos”. Esta apuesta versa sobre la ventaja de la creencia en el dios cristiano por sobre el ateísmo, asignando una probabilidad a casa caso, mediante la suma de las cuales se concluye que creer en el dios cristiano es el mejor rumbo a seguir.

Literalmente, Pascal nos dice:

Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la calamidad (miseria). Su razón no está más dañada, eligiendo la una o la otra, puesto que es necesario elegir. He aquí un punto vacío. ¿Pero su bienaventuranza? Vamos a pesar la ganancia y la pérdida, eligiendo cruz (de cara o cruz) para el hecho de que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si usted gana, usted gana todo; si usted pierde, usted no pierde nada. Apueste usted que Él existe, sin titubear.

Es decir, se exponen los siguientes escenarios:
  1. Si el dios cristiano existe y creemos en él, vamos al cielo. 
  2. Si el dios cristiano no existe y creemos en él, no perdemos nada. 
  3. Si el dios cristiano existe y no creemos en él, vamos al infierno. 
  4. Si el dios cristiano no existe y creemos en él, no perdemos nada.
Con esa lógica, Pascal asume que lo correcto es creer en el dios cristiano. Cabe resaltar que este texto se da en la forma de un diálogo imaginario entre un profesor (él) y su alumno incrédulo, tratando de convencerlo de la conveniencia de la fe en dicho dios.


CONSIDERACIONES ACERCA DE LA APUESTA DE PASCAL

Como se puede ver, la apuesta señalada es bastante simple. Sin embargo, cabe resaltar algunas cosas antes de proceder a su respectivo análisis y refutación. Hay algunas características de la misma que deben quedar en claro primero:
  • La apuesta expone el caso de una deidad postulable independientemente y sin relación vertical. ¿Qué quiere decir esto? Que se habla de dioses creadores primigenios. El ejemplo es el dios cristiano, que se asume un dios ontológico (es decir, que incluye el todo y la nada). La Apuesta de Pascal no sería apropiada para referirnos a dioses hijos de X deidades, dado que para ello primero tendríamos que calcular la probabilidad de la deidad padre, y multiplicarlo por la probabilidad de la deidad hija, tantas como hubiera. Y, como es evidente, esto no forma parte del cuerpo de la apuesta. Por ende, la conclusión lógica es que esta solo permite el cálculo de probabilidades de una deidad sin ascendientes ni descendientes. Es decir, deidades primarias. Por ende, es inválido todo análisis y refutación, a esta apuesta o sus refutaciones, basada en la posibilidad de que, para el caso de una deidad postulada, puedan existir más dioses en el futuro o hayan existido más dioses en el pasado, en la forma de familiares o creaciones, y que con ello se pretenda probar la existencia de dicha deidad. Aludir a ello sería cometer una falacia de pez rojo (desvío de tema), de hombre de paja (caricaturización de la premisa), y de petición de principio (por ejemplo, decir que, dado que hay argumentos de X deidad, o se afirman probabilidades de X deidad, la deidad padre queda validada o siquiera es más probable; cuando es la existencia de la deidad padre la que primero debe quedar probada más allá de toda duda, antes de postular la existencia y probabilidad de cualquier deidad hija).
  • La apuesta presupone el uso de “casos de deidad”, es decir, cada dios se toma como uno independientemente de su naturaleza interna. Por ende, sería igual de probable un dios individual (como Zeus o los demás dioses olímpicos) que uno cuya naturaleza incluya más dioses dentro de sí. De hecho, la existencia de “dioses múltiples”, no aportaría mayor probabilidad positiva, sino todo lo contrario, pues la dificultad de cada caso de deidad se multiplicaría con cada “dios interior” incluído, si se tomara esto como válido. Por ende, aludir a una posible deidad que incluya todas las demás deidades no mejora la probabilidad de la misma, ni tiene el poder de incluir todos los posibles casos de deidad. Simplemente pasa a ser un caso más, añadido al cúmulo de casos disponibles, muy a pesar de lo que pueda decir su definición; y peor aún, haría que la probabilidad de dicha deidad tuviera que multiplicarse hacia abajo. Es por eso que Pascal le apuesta al dios cristiano como una sola entidad, en lugar de apostarle por separado al dios padre, hijo y espíritu santo. Lo mismo aplicaría para la trimurti hindú, por ejemplo. En este sentido, aludir a la naturaleza de dicha deidad para pretender atacar este argumento o sus refutaciones, constituye una falacia de pez rojo (desvío de tema) y de error categorial (confundir la categoría “naturaleza” con la categoría “caso particular”).

CONTRAPROPUESTA: LA APUESTA DE SMITH

Una forma de responde a esta apuesta es la que nos presenta George Smith. La denominada “Apuesta de Smith” se basa en el análisis a la que nos propone Pascal, y tiene la forma siguiente:
  • Dios no existe: En ese caso, los ateos están en lo correcto.
  • Dios es un ser impersonal: El dios creador sería, o bien un dios deísta, y por ende que haya creado el universo y luego lo haya dejado a su suerte (con lo cual no tendría interés alguno en los humanos); o un dios sin características personales, por lo cual sería una fuerza ciega o cuasiciega de la existencia, como el Tao, por lo que igualmente no se preocuparía por nosotros. En este caso, lo que hagan creyentes o ateos da lo mismo.
  • Dios existe y es moralmente elevado: En este caso, Dios no castigaría a quienes cometan errores de conciencia honestos. El ateo, por ende, estaría en una posición intelectualmente honesta por el uso de su raciocinio, y no tendría sentido concluir que un dios así castigaría al no creyente.
  • Dios existe y es el dios de los cristianos: Este dios castigaría a quienes no crean en él, por más que la duda sea consecuencia de una aplicación directa de la lógica y la razón. No importa la vida de las personas, lo que importa es creer. No importa que el motivo de la creencia sea el miedo al infierno o el deseo de un premio en el más allá. Este dios sería traicionero y solo vería por su propio gusto y deseo, siendo así que los cristianos no estarían en mejor posición que los ateos: Totalmente a merced de una autárquica voluntad. Bien podría mandarlos al infierno sólo por diversión.
En este caso, no voy a defender la apuesta de Smith, solo señalaré que los puntos que expone son válidos, aunque no directamente una refutación a las premisas, sí expone puntos alternativos a ser considerados. Mi proceder será el siguiente: Primero, expondré los errores y falencias de la Apuesta de Pascal. Segundo, expondré mi propia apuesta, considerando los puntos reales a ser tomados en cuenta, en concordancia con la Apuesta de Pascal, a la cual denominaré la “Apuesta de Mendoza”.


ERRORES Y FALENCIAS EN LA APUESTA DE PASCAL

Ahora, veamos las fallas de la propuesta creyente, para saber a qué nos enfrentamos:
  • Se asume que la dicotomía dios cristiano-nada es válida, omitiendo considerar las demás deidades en el panteón humano. Aunque la apuesta solo funcione con deidades primigenias, existe una cantidad infinita de deidades postulables que puedan cumplir ese rol. Por lo tanto, esto constituye una falacia de falsa dicotomía (por reducir la decisión a solo 2 posibilidades), una falacia ad hoc (postulado construido especialmente para que encaje en este caso, y no mediante un criterio imparcial de honestidad intelectual), y una petición de principio (asume sin base que es válido postular al dios cristiano para esta apuesta, cosa que primero debería demostrar).
  • Se asume como válida de dicotomía cielo-infierno o salvación-condena. De nuevo, caemos en una falsa dicotomía (pues no se considera cosas como el limbo, el Cocito de Dante, o que simplemente no haya nada de eso), y de afirmación gratuita (ambos son afirmados sin pruebas a su favor). 
  • Se asume que con la mera creencia uno está capacitado para entrar en el cielo y ser partícipe de la salvación eterna, lo cual a su vez asume que el dios cristiano valora la sumisión a su poder que el uso de la razón, la honestidad intelectual y la existencia de una vida proba, pero incrédula. Incluso en la misma Biblia se dice que la fe sin actos está muerta, por lo que esta suposición es errónea, tanto porque el creyente asume la fe como una gracia, porque se iguala la mera creencia convenida con la fe de corazón, como porque con ello no se garantiza una vida proba y de virtud, sea bajo los estándares que sean. Es por esto que la típica objeción creyente, de que el ateo no puede juzgar moralmente nada si no cree en su dios, cae en el absurdo. Da igual que se crea o no, o en qué se crea, la mera creencia no es garantía de nada. Creer lo contrario es una falacia de non sequitur. Muy aparte de que la afirmación hecha sobre el ateo es una afirmación gratuita, y de que la capacidad del juicio moral no es el tema de la apuesta, por lo que tomar esto como refutación sería caer en una falacia de error categorial (por confundir la categoría “seguridad de probidad” con la de “capacidad de juicio moral”). Y finalmente, se asume con esto que el creyente conoce con total y absoluta certeza los pensamientos, sentimientos, decisiones y demás de un ser omnipotente, omnisciente y omnipresente, cosa que no se sostiene por ningún lado. 
  • Se asume que solo existe un dios, cuando podrían ser varios dioses. En este caso, no solo se trata de que no sea el dios cristiano, sino que se está asumiendo el monoteísmo de antemano, sin prueba alguna. De nuevo, estaríamos cayendo en una serie de falacias ya mencionadas: Petición de principio (se presupone el monoteísmo y por ello se da por válido al dios cristiano, cuando el monoteísmo es algo que debe probarse de antemano), y falsa dicotomía (monoteísmo o nada, sin prueba alguna). 
  • Se asume que, de no existir el dios cristiano, no habría algo después de la muerte. De nuevo, nos encontramos frente a una falacia de afirmación gratuita, falsa dicotomía (vida postmortem con dios-nada sin dios), petición de principio (se asume que la vida de ultratumba solo sería posible si existiera su dios, o al menos un dios, cosa que debe probarse antes de postularse). Bien podría uno pensar en un modelo deísta donde el alma humana persista o reencarne, sin necesidad de una deidad que controle o cree dicho proceso. 
  • Se asume que, de no existir el dios cristiano, y actuar como si se tuviera fe, no se está perdiendo nada, cosa que es un grave error. Creer en el dios cristiano incluye vivir más o menos acorde con una cosmovisión asentada y aceptada, que puede incluir elementos de fanatismo, discriminación, o simple ignorancia, que pueden evitarse al no aceptar la misma. Es totalmente diferente la vida de un creyente y la de un no creyente, por cuanto su fundamento de vida es totalmente diferente, y si bien ambos son humanos y básicamente tienen el mismo sentido ético-moral en general debido a muchas cosas que no son el tema aquí (como los Universales de Brown, y las pruebas de que la moral es biológica y evolucionada), al final hay cosas que los diferencian y que pueden ser claves en su desenvolvimiento social y relaciones humanas. 
  • Se asume que se puede usar válidamente la probabilidad estadística para hablar de lo no físico/inmaterial/sobrenatural. Esta presuposición sin base es tal vez la más curiosa, pues Pascal no solo era un creyente, sino un matemático respetado. Parece que realmente su fe lo superó al postular su apuesta, ya que en realidad la estadística solo nos habla de sucesos físicos/materiales/naturales asentados en el tiempo. Por lo mismo, lo no físico/inmaterial/sobrenatural no puede ser abarcado por esta ciencia y sus técnicas, haciendo que la apuesta propuesta no pase de una afirmación gratuita sin mayor valor. Refutar esto mencionando que Pascal era un gran matemático y uno no está a la altura para criticarlo, es una simple falacia ad verecundiam, pues su pericia en matemática no lo hace experto en el ámbito de lo no físico/inmaterial/sobrenatural, además que no lo exime de cometer errores burdos con base en su fe.
Por todo esto y más, la Apuesta de Pascal no tiene mayor sustento, por lo cual es menester mostrar el verdadero sentido y probabilidad de la existencia de una deidad. Así, podemos pasar a nuestra última apuesta.


LA APUESTA DE MENDOZA



Atendiendo a las fallas, errores y falacias encontradas en la Apuesta de Pascal, es posible formular una apuesta que nos diga realmente el sitio de los dioses. Para empezar, el total de probabilidades se divide en dos: Existen los dioses, o no existen. Cada una tiene 50% de probabilidad. Así, podemos asignar la probabilidad inicial a la variable P de la siguiente manera:

P(x) = 0.5

Luego de ello, si se sostiene la existencia de los dioses, se trataría de la categoría de deidades personales o no personales. Cada una tiene la mitad de la probabilidad restante, es decir, 0.25. Así, asignamos a la variable T (tipo de deidad) el valor correspondiente de la siguiente manera:

P(x) = 0.5 * T = 0.5 * 0.5

Luego, debemos considerar cada caso de deidad postulable. Dado la que cantidad de deidades en este caso es infinita, y cada una requiere su tajada de probabilidad, es necesario dividir la probabilidad entre infinito, por lo que podemos actualizar nuestra fórmula con la variable C (cantidad postulable de deidades) de la siguiente manera:

P(x) = [ (0.5 * T) / C ]  = [ 0.25 /  ]

Hasta este punto, y por matemática básica, sabremos que el asunto está finiquitado, pues todo número dividido entre infinito, da cero como resultado. Así, la probabilidad de existencia de un dios específico sería:

P(x) = 0

Pero si no nos detenemos allí, podríamos incluso hablar de la probabilidad de existencia de más de un dios. En este caso, la operación toma forma de potenciación, al multiplicar una N cantidad de veces, siendo 1<=N<=C. Así, podemos usar la variable N (cantidad de deidades afirmadas) y actualizar nuestra ecuación de la siguiente manera:

P(x) = [ (0.5 * T) / C ] ^ N

Así, en caso de postular una deidad (por ejemplo, el dios cristiano), la fórmula de probabilidad sería:

P(x) = [ (0.5 * 0.5) / ] ^ 1
P(x) = [ (0.25) /  ] ^ 1
P(x) = [ 0 ] ^ 1
P(x) = 0

En caso se postularan muchos dioses a la vez, por ejemplo 4, la formula sería:

P(x) = [ (0.5 * 0.5) /  ] ^ 4
P(x) = [ (0.25) /  ] ^ 4
P(x) = [ 0 ] ^ 4
P(x) = 0

En caso se postularan infinitos dioses a la vez, nada cambiaría:

P(x) = [ (0.5 * 0.5) /  ] ^ 
P(x) = [ (0.25) /  ] ^ 
P(x) = [ 0 ] ^ 
P(x) = 0

Como se ve, da igual la cantidad de dioses que se postulen, las cuentas son claras: La probabilidad de que exista un dios propuesto, aceptando que la estadística es pertinente en estos asuntos, resulta siendo cero.

Cabe resaltar que esta fórmula no es aplicable al caso de lo divino impersonal, dado que solo lo personal es cuantificable y numerable. Lo impersonal, al carecer de corporalidad y numerabilidad, no permite hablar de multitud de dioses, lo cual hace que conserve su parte de probabilidad intacta: 0.25, es decir, 25%.


OBJECIONES Y RESPUESTAS

Ante lo presente, el creyente puede elegir atacar la probabilidad presentada de diferentes maneras, unas más inteligentes que otras. Veamos algunas de las objeciones que un creyente haría a mi apuesta, y por qué sería una objeción errónea e inválida:


No eres mejor que Pascal, no te comparas con él. ¿Acaso tienes su mismo nivel? No verdad. En ese caso, prefiero creerle a Pascal que a ti.

R/: Este es el típico ad hominem, y por ende una falacia, ergo algo inválido.


No tienes forma de probar que existen más deidades que el dios cristiano. Así, en el mejor de los casos, estamos en la misma posición; y en el peor de ellos, estás asumiendo cosas gratuitamente, por lo que tu postura es inválida y mi dios, así como la Apuesta de Pascal, siguen con plena validez.

R/: Esta es una falacia de invertir la carga de la prueba. Es el creyente el que tiene la responsabilidad de demostrar por qué solo su dios podría ir en una apuesta de ese tipo. Pero eso sería olvidar que las demostraciones de ese tipo salen del ámbito de la Apuesta de Pascal. Así, aunque tuviera demostraciones para ello, no podría usarlas sin caer en una falacia de error categorial, y por ende perder de antemano. Por ende, es imposible para el creyente objetar de forma alguna la inclusión de cualesquiera otras deidades en el juego de probabilidades. Por todo esto, no hay presuposición alguna por parte del ateo, sino incapacidad argumental por parte del creyente.


La Apuesta de Pascal habla sobre el dios cristiano, meter otros dioses se escapa de la apuesta, por lo que al hacerlo tu proceder es falaz.


R/: El problema allí es que, de hecho, no hay ninguna razón para circunscribir el juego de probabilidades solo al dios cristiano, por lo que hacerlo es una falacia ad hoc y sin base alguna. De nuevo, sigue sin haber error ni falacia por parte del ateo.


Las demás deidades son solo dioses falsos, solo el dios cristiano es el verdadero, eso lo dice la Biblia.

R/: Lo que diga la Biblia es irrelevante. Eso es una simple falacia ad verecundiam. Además, decir que las demás deidades son dioses falsos es una falacia de afirmación gratuita, hasta prueba suficiente de ello. E incluso podría hablarse de la falacia de conclusión desmesurada (prooving too much), pues la misma lógica usada para descartar otras deidades puede ser usada para descartar la deidad del que dice esto, con las distancias y diferencias del caso.


La existencia de Jesús, su vida y milagros, es prueba de su divinidad, y ello prueba la existencia de su padre, el dios supremo.

R/: Esto va en directa violación a la primera consideración mencionada sobre la Apuesta de Pascal, por lo cual de antemano es una propuesta inválida y falaz.


Solo haces esto para no admitir tus pecados internos, ateo blasfemo. Yo siento a Jesús en mi corazón. ¡Alabado sea!

R/: Esto es un simple sofisma patético combinado con ad hominem. Totalmente descartable.


No puedes hablar de dios sin haberlo experimentado, o como mínimo, haber escrutado todo el universo para saber que no existe. Mientras tanto, el cristianismo queda incólume como la posición por defecto.

R/: Grave error. Lo primero es un sofisma patético. Lo segundo es una falacia de inversión de la carga de la prueba, la cual olvida que la existencia de probatio diabólica elimina la carga de prueba para quien la posea, siempre y cuando no se trate de quien tiene la carga de prueba por default y necesidad. En este caso, estas dos características recaen sobre el creyente, quien tiene que probar la existencia de su dios para que ello sea creído. No se le puede aplicar probatio diabólica a su posición, porque ello implicaría tener que creerle de antemano y porque sí. Como esto no es lógico ni plausible, la carga permanece en él, y de no poder asumirla, su postura se descarta como inválida con todo derecho. Las afirmaciones gratuitas jamás pueden ser consideradas posiciones por defecto.


Puedo postular el caso de una deidad que incluya todos los casos de deidades de la apuesta / una deidad que excluya la existencia de los demás casos de deidades de la apuesta, lo que daría un total de 50% // 50%, por lo que seguiría siendo mejor creer.

R/: Esto va en directa violación a la segunda consideración mencionada sobre la Apuesta de Pascal, por lo cual de antemano es una propuesta inválida y falaz. El formular una hipótesis ad hoc no significa que esta sea válida. Solo significa que alguien es capaz de emitirla. Los deseos particulares no es lo mismo que los hechos, ni siquiera que las propuestas lógicas y racionales. Como bien se fundamentó, todos los casos de deidades, sea cual sea su naturaleza, simplemente pasan a engrosar la lista de casos de deidades. La Apuesta de Pascal no está estructurada para permitir hablar de la naturaleza del dios referido, por lo cual la Apuesta de Mendoza respeta ese principio y lo toma como irrelevante. Por ende, hablar de ello resulta en un proceder falaz ya tipificado, además de ser una falacia de afirmación gratuita sostener que el dios que ese creyente postula puede tener ese efecto en la apuesta.


Puedo postular el caso de una deidad que excluya la posibilidad de no existencia de deidades, lo que daría un total de 100% de probabilidad de la misma, por lo que lo mejor sería creer en ella.

R/: Al igual que lo anterior, esto es una simple falacia de afirmación gratuita, y es propio de la imaginación del creyente, que desconoce el funcionamiento tanto de la Apuesta de Pascal, como también pretende imponer su imaginación a un análisis lógico. Y esto no es una refutación, sino un absurdo. Y como bien se sabe, del absurdo puede derivarse cualquier cosa, pero ninguna de ellas será válida. Esto se conoce como “Principio de Explosión”.


La suma de probabilidades no da 100% si la probabilidad de deidades da 0%. Tu fórmula está mal.

R/: Esta objeción es producto de un mal razonamiento. Para empezar, la suma de probabilidades da 100% si, en el caso de las deidades personales, las variables C y N valen 1, o si al menos la variable C tiene un valor distinto a infinito. El asunto es que llegar a esto implicaría incluir argumentos extra-apuesta para acotar el valor de dichas variables. Si bien esto puede hacerse, no puede incluirse en la apuesta, debido a que la misma Apuesta de Pascal no está estructurada para admitir estos argumentos, ya que es una simple deducción estadística, no semántica. Por ende, el problema no está en la Apuesta de Mendoza, sino en la misma Apuesta de Pascal, de la que toma la idea de realizar una simple deducción estadística. Aunque tuvieran todas las pruebas para demostrar a su dios, los cristianos, al incluirlas en dicha apuesta, estarían procediendo falazmente, y llamando Apuesta de Pascal a algo que realmente no lo es.

Aún si se admitiera la modificación de dicha apuesta para admitir el acotamiento del valor de las variables, esto no afectaría en nada la Apuesta de Mendoza, dado que la misma, si bien sigue la estructura de la Apuesta de Pascal, es inmune a sus errores. La estructura es clara en señalar la probabilidad con variables en vez de constantes, por lo cual C y N pueden alcanzar un valor donde efectivamente la fórmula dé como resultado 0.25 como la máxima probabilidad favorable. Esto es, cuando ambas variables valen 1 (idealmente) o al menos C es menor a infinito. Como este caso teórico existe, la fórmula continúa siendo válida. El que en la práctica la probabilidad de cada deidad caiga a cero, es cosa aparte.

Por otro lado, el hecho de que la variable C pueda tener el valor de infinito, no es un problema de la fórmula, sino de la creencia en deidades: Cualquier cantidad de dioses puede ser postulado, sin límite. En buena cuenta, una cantidad infinita de dioses no debería siquiera ser considerada. Pero la realidad es que esto sucede, pues no hay límite real alguno para la cantidad de deidades postulables. Además, la variable C no tiene limitación espacio-temporal alguna, por lo que incluye a todas las deidades habidas y por haber en la historia de todos los seres inteligentes del cosmos.

La baja probabilidad de algo no implica la imposibilidad de algo, ciertamente. Por ejemplo, el nacimiento de un humano implica la probabilidad de que un espermatozoide específico fertilice a un óvulo. Esa probabilidad es de 1/4000 millones. La probabilidad de que lo hagan 2 espermatozoides (gemelos monocigóticos) es menor aún. Pero sucede a menudo. Pero la probabilidad de que exista el dios que uno específicamente está afirmando, ciertamente es cero. Eso no indica que haya modificación alguna a la probabilidad general de deidades personales (pues todo el pool de casos de deidad sigue conservando la probabilidad dada), simplemente habla de la probabilidad del creyente de acertar al elegir a su dios existente. Por ende, esta no es una objeción válida.