domingo, mayo 27, 2018

¿Existe sexismo en la ciencia? Crítica al Primer Encuentro Latinoamericano de Librepensamiento – Perú 2018



En esta ocasión, el post va dedicado a una ponencia dentro del “Primer encuentro latinoamericano de librepensamiento”, realizado en Perú en el presente mes. La ponencia referida es dada por Alexandra Hernández, con el título: “Neurosexismo y el papel del feminismo en la ciencia”. El video pueden verlo completo AQUÍ:

La mencionada presentación está llena de falacias, datos inexactos y un emocionalismo victimista tal que es menester poner los puntos sobre las íes, y decir las cosas como son, sobre todo porque se está comprometiendo la visibilidad de los librepensadores. Por cosas como estas, se los está asociando indebidamente con el feminismo, sobre todo a los ateos, cosa que simplemente no tiene sentido. La presentación tiene por objetivo poner de manifiesto que el feminismo tiene un papel dentro de la ciencia. Dejaré en claro por qué esto es falso, refutando los puntos del video. Espero quede entendido, más allá de toda duda, que el lugar del feminismo no es la academia, sino el podio popular y la calle. No hay lugar dentro de la ciencia para una ideología que se basa en el sentimentalismo y la victimización, que tergiversa datos, que pretende ajustar la ciencia a su parecer, y falsear la historia de la humanidad de forma tan descarada.


Las placas de Pioneer

Aquí se comete un grave error: Ver como lesivo la representación humana neutra, ajena a la “cultura”. Pero cabe preguntarse: ¿por qué deberíamos representar la cultura humana ante una civilización extraterrestre de buenas a primeras? ¿Tendría sentido hacerlo, dado que esta cambia con el tiempo, y para cuando los aliens encuentren esta placa junto con el Pioneer 10 u 11 (que para llegar a la estrella más cercana pasarán alrededor de 80,000 años / 4.3 años luz de distancia), posiblemente tengamos otros usos y costumbres, o incluso puede que nos hayamos extinguido? Sin duda, no. Además, la placa es relativamente pequeña (6x9 pulgadas), y tenía que ir información relevante sobre nuestro planeta y sus habitantes inteligentes, como a la vez un mensaje que pudiera ser comprendido por una civilización tecnológicamente superior. La placa contiene información como la transición hiperfina entre protones paralelos y antiparalelos, así como el spin del electrón[1], pero esto parece no importarle a la presentadora. Le es más importante lo “hegemónico” (solo le faltó decir “machista falocéntrico heteropatriarcal”) en la placa. Supongo que desconoce que la imagen fue hecha por Linda Sagan, la esposa de Carl (exacto, una mujer) inspirándose en los modelos griegos. Eso, aunado a la falta de tiempo (3 semanas) con que contaban antes del lanzamiento. Y, contrario a lo que podría parecer, los directivos de la NASA no se escandalizaron frente a las imágenes, a diferencia de las feministas en aquel tiempo, una de las cuales incluso llegó a proponer la mutilación del hombre dibujado[2]. Por último, a fines de estudiar al humano, la representación del mismo debe ser lo más científica posible, y por ello, la primera representación es la de un ser biológico. Antes que todo, somos animales, y reflejarlo no tiene nada de malo, ni mucho menos anticientífico. Criticar eso es ponerse en una posición totalmente anticientífica e irracional que no se sostiene de forma alguna. Igual que los investigadores humanos, al descubrir nuevas especies, lo primero que se hace es su clasificación biológica, y luego se estudian sus rasgos sociales.


La ciencia como herramienta de poder androcéntrico y el feminismo como contrapartida

Se nos dice también que en el imaginario popular, ciencia y feminismo parecen ser polos opuestos. Esperamos, entonces, que se demuestre lo contrario. Y al momento siguiente…¡se confirma esa idea! Se habla de androcentrismo, de la ciencia como herramienta de poder, y demás. Es decir, el típico discurso de conspiranóicos de las farmacéuticas, los chemtrails, los aliens y demás. Flaco favor se le hace al feminismo así. La queja continua de “hay, pobres de nosotras, somos oprimidas por la ciencia solo por ser mujeres” es apelar a la emoción (sofisma patético) y no se condice con la evidencia. El apelar a la invisibilización, a la dominación y demás es victimismo puro y duro. Tal vez por eso es que las feministas no tienen espacio en la ciencia.

Luego de ello, se cuestiona la neutralidad del método científico. Esto es muestra, sin la menor sombra de duda, de la ignorancia científica de la expositora. El método científico está guiado por el naturalismo metodológico, y en él no cabe acusación alguna de sexismo o discriminación a la mujer. Es simplemente un método. El único sesgo del que se podría acusar al mismo sería el de no incluir lo espiritual/no físico/inmaterial. Pero entonces se daría al traste con años de exitosos resultados en el STEM, que permiten, por cierto, que ella misma pueda transmitir al mundo su presentación a través de internet. Si no objeta de este modo, la acusación que deja en el aire carece de sentido.

Respecto al sesgo masculino en la ciencia, y su referencia a su posible uso para justificar cosas, es lamentable ello partiendo de una profesional en psicología. Para empezar, dicho sesgo no existe. A menos que presente pruebas de que el método científico tiene algún tipo de favoritismo hacia el hombre (cosa absurda, pues se trata de un método, un armazón mental, un esquema de trabajo), su afirmación deviene en gratuita. Respecto a la justificación de cosas, parece no diferenciar entre comprender y justificar, y entre la labor de un científico (investigación) y el uso que se le pueda dar para justificar posturas individuales (lo que no pertenece al ámbito científico). Por ejemplo, el cerebro de la mujer es más pequeño que el del hombre, y algunos sin formación científica (y otros con deficiencia de ella) decían que esto era suficiente para considerar inferior a la mujer. Pero no es así. La ciencia solo tiene la responsabilidad de investigar las cosas (la diferencia real entre los cerebros). Lo que la gente opine y deduzca de ella, no tiene nada que ver con ella. Culpar a la ciencia y al método científico de eso es tan absurdo como culpar a la física por las representaciones alucinantes que de ella hace Deepak Chopra.


Brecha de género en la ciencia

Se hace mención aquí la supuesta brecha de género en la ciencia, y cómo las mujeres son, en menor cantidad, investigadoras (se hace la diferencia específica con “profesionales”). Y como respuesta, desde el feminismo, nuevamente vemos la victimización. Para empezar, la distinción investigadores/profesionales es hecha ad hoc, así que desde allí podemos señalar dicho proceder como falaz. Hacer estadística de esa manera, de hecho, es una mala práctica. Los dominios y muestras deben ser definidos con claridad para dar significancia estadística a los resultados. Seleccionar variables simplemente porque parece correcto, es, de hecho, una forma de viciar los resultados (que no es lo mismo a seleccionar objetivamente las variables a estudiar). Pero sigamos con el análisis de la presentación. Si se van dando cuenta, la estrategia feminista para justificar la menor cantidad de mujeres en X rubro es la de la victimización, y tachar de androcéntrico ese campo o método. Acusar emocionalmente y sin pruebas no es científico, es emocional. Y hay muchos errores en los postulados mencionados. Para empezar, el que en la ciencia haya más hombres tradicionalmente, no es algo malo en sí. Así que resaltar eso, es ridículo. Por otro lado, eso significaría que décadas de feminismo no han hecho que la mujer se acerque más a las carreras científicas. Si se ven las estadísticas de ingreso a las carreras STEM en Perú, solo 3 de cada 10 ingresantes son mujeres[3], según datos de la SUNEDU y el informe de la UNESCO “Quebrando el código: educación de las niñas y mujeres en el STEM”. Eso sorprende considerando que el ingreso a la educación superior en el Perú es casi igual en proporción de hombres y mujeres, como se ve en la siguiente imagen[4]:

   
Sobre las razones que llevan a cada sexo a elegir su carrera, se encuentra que fue por elección propia, y un gran porcentaje tuvo que ver con la orientación vocacional, lo que significa que naturalmente esas personas tienen inclinaciones y capacidades para ello[5]:




Esto, de hecho, refuerza la idea de que hombres y mujeres tenemos distintas inclinaciones naturales de origen biológico, y desdice los reclamos del feminismo. Esto es consistente con los estudios a nivel mundial que demuestran que las mujeres son mejores empatizando, y los hombres sistematizando (Chapman et al., 2006[6]; Baron-Cohen et al., 2006[7]; Kidron et al, 2018[8]; Baron-Cohen 2018[9]); que los hombres se interesan más en las cosas y las mujeres más en las personas (Su, R., Runds, J., 2015[10], metaanálisis de 85 estudios); y que en países con mayor igualdad de género las mujeres son menos en carreras de ciencia y tecnología (Stoet, G., y Geary, D. C., 2018). Es necesario mencionar también que la exposición prenatal a altos niveles de hormonas androgénicas determina cosas tan básicas como la orientación sexual, identidad de género, empatía, agresividad, cableado cerebral y demás (Hines, 2008[11]). En resumen, tenemos un origen biológico para estas diferencias, y un gran componente de decisión personal, incluso en los países donde hay mayor igualdad de género, lo que destruye la tesis del machismo como culpable de este estado de cosas. Por otro lado, también es importante entender una cosa: Los investigadores son, casi en su totalidad, catedráticos, sobre todo en América Latina (en el hemisferio norte las empresas tienen sus propios investigadores). Veamos cuántos profesores universitarios hay, por sexo:


Como vemos, la mayoría de catedráticos son hombres. El ingreso a la docencia es una decisión personal. ¿Qué culpa tienen los hombres o la ciencia de que las mujeres no quieran enseñar? Ninguna. Y es curioso, porque están mundialmente más en carreras de educación. Tal vez por eso vemos muchas mas profesoras en primaria o secundaria.

Respecto a las mujeres en computación, como experto en informática, debo decir que, si bien el aporte femenino es importante, realmente es mínimo frente a los descubrimientos y aportes masculinos. Solo por contar algunos nombres: Tim Berners-Lee (creador de la web y del W3C), Vinton Cerf (uno de los padres de internet), Claude Shannon (autor de la Teoría de la Información), Norbert Wiener (padre de la cibernética), Alan Turing (padre de la computacion), Ralph Hartley (teoria de transmisión de la información), Charles Babbage (precursos de la computación y diseñador de la máquina analítica, de quien Ada Lovelace transcribiera sus notas –desechando así la idea de que esta sea la primera programadora-), etc. Fueron los hombres quienes construyeron la informática. Esto es un hecho.

Otro hecho que la panelista parece desconocer es que los estudios indican, en contra de lo que afirma, que el chisme es más propio de las mujeres, y lo disfrutan mucho. Esto es una estrategia de competencia intrasexual, para así poder captar la atención del otro sexo (Davis, 2017[12]; Vaillancourt, 2013[13]).

Respecto a la entrevista en Microsoft que refiere, aquí vemos claramente cómo las mujeres se menosprecian solas y se autosabotean psicológicamente, en comparación con los hombres, que, teniendo peores armas biológicas para una buena inteligencia emocional, salen mejor parados. De hecho, en la educación tradicional, los hombres son los que tienen peor rendimiento académico y mayor tasa de deserción, y el hecho de que aún así muchos hombres sigan carreras STEM (de alta exigencia científica) habla muy bien de ellos, y muy mal de las mujeres. Los hombres, teniendo más cosas en contra, salen adelante por su propio esfuerzo. Y las mujeres, con más ventajas, salen peor. Eso no es problema de los hombres. Eso no es machismo. Es culpa de las mujeres, y pretender culpar al hombre por la desidia e incapacidad femenina, es un sexismo misándrico de terror.


Cerebros masculinos y femeninos

Respecto a la crítica que hace a los estudios de Baron-Cohen, vemos que en lugar de citar fuentes o referencias sobre ello, lo único que hace es aducir que el señor es financiado con mucho dinero, y blablabla…básicamente, un ad hominem, pretendiendo descalificar personalmente a alguien por ser hombre, blanco y bien financiado. Pero de sus resultados no es capaz de presentar refutación alguna. Sobre todo, porque el tipo no es el único que trabaja en este tema. Arriba menciono varios estudios que muestran el mismo resultado. De hecho, esta diferencia entre sexos es la regla en el mundo académico, y sus resultados son sólidos. La mera duda de una feminista no es suficiente para rebatir resultados bien establecidos. Sobre lo que dice acerca de que los hombres responden mejor cuando no saben sobre qué están siendo evaluados, pues esto es universal a todos los humanos. Pasa en hombres y mujeres. Y no olvidemos que la sociedad es, sin duda, un sistema, así que responder a su funcionamiento entra en el ámbito de la sistematización (por eso los sistemas sociales pueden ser modelados matemáticamente con la dinámica de sistemas y el modelamiento multiagente). Acusar a la investigadora de sesgada como ataque al paper es un simple y vulgar ataque ad hominem, y por ende una falacia que desestima su réplica. Hablar del hambre en los niños y demás, simples desvíos de tema. ¿En serio alguien podría tomar en serio eso? Si realmente no existiera diferencia sexual a este respecto, el hambre sería una variable irrelevante. De hecho, los estudios referidos a la diferencia en el grado empatía-sistematización incluyen también personas con asperger y del espectro autista, donde se ha comprobado relación con la exposición a testosterona prenatal. De ser la testosterona realmente inocua para los niños a este respecto, este efecto en la incidencia de autismo no existiría.

Sobre el estudio que cita, de Daphna Joel (2015)[14], haré un breve análisis.

Para empezar, el estudio comienza mal. Descarta la posible diferenciación entre cerebros masculinos y femeninos, siendo que su paper revela la posibilidad de dicha clasificación, así como la validez de dichos rasgos, solo que en una menor proporción frente al “mosaico cerebral”.

Luego prosigue con una afirmación gratuita: Que esta diferencia dicotómica solo sería posible si los cerebros fueran altamente dimórficos. Grave error. Un contraejemplo sería el de los cráneos de hombre y mujer. No son altamente dimórficos, pero son diferenciables[15]:



Ella afirma que los cerebros deben ser, además de muy dimórficos, “internamente consistentes” (que el cerebro solo tenga esas características extremas). Su estudio se basa, grosso modo, en lo siguiente: Si los cerebros son más altamente dimórficos que parecidos, se valida la diferencia cerebral hombre-mujer. Si es al revés, se refuta. Y, de hecho, este es un proceder que no resiste el menor análisis racional, además de ser altamente falaz. De la poca cantidad de gente con el cerebro en los extremos de la distribución estadística, no se sigue que los cerebros masculinos y femeninos estén refutados. Solo se sigue que los cerebros muy masculinos y muy femeninos son poco comunes. De hecho, es un grave error porque, para los no versados en estadística, esto puede parecer un análisis certero, pero no lo es. El grueso de una distribución normal siempre va a estar en el centro de la figura. La dispersión correspondiente a los outliers casi siempre va a ser mínima, siempre que se haya elegido bien la muestra. De no ser así, la distribución, en vez de forma de campana de Gauss, puede tener formas extrañas, pero sería por error del investigador. De hecho, es esperable, casi que seguro, que las puntas de las campanas de hombres y mujeres estén muy cerca y haya solapamientos. Siempre los va a haber. La existencia de solapamientos no excluye las diferencias. No sé si se nota, pero la similitud entre una cosa y otra no hace que dejen de ser diferentes. La similitud es solo una medida de diferencia, no una refutación a ella. Un ejemplo de ello es la distribución de tamaño entre hombres y mujeres. El solapamiento es significativo, y no por ello refuta la diferencia, ni la posibilidad de asignar una talla típica masculina o femenina[16]:


Con un postulado tan ad hoc y gratuito, podríamos dar por descartado este paper. Pero sigamos con el análisis.

Respecto a la masculinización del cerebro, yerra la autora al mencionar la independencia de la testosterona, como bien señalé anteriormente (Hines, 2008, Abramov et al. 2012[17], Chura LR et al, 2010[18]).

Ahora, algo muchísimo más importante. Un error (o tal vez una acción adrede) de los autores es definir las zonas altamente masculinas (male-end) y las altamente femeninas (female-end), de manera arbitraria (palabras del propio paper) en un porcentaje de 33% (siendo que varias mujeres quedan en la zona masculina, y varios hombres en la zona femenina, simplemente porque sí), asignar a la variabilidad sustancial la definición de tener características de hombre y mujer (que lógicamente se da en la intersección de los gráficos, a la vez que esto cumple el parámetro de no dimorfismo) para luego decir que dicha variabilidad NO ES la intersección entre los gráficos (denominado “zona intermedia”).

Como solo se toman en cuenta los male/female-end para determinar el sexo de los cerebros, en el paper tenemos una medida de, cuando mucho, 66%. Dado que la distribución es irregular a los lados, podríamos incluso reducir aún más esa cifra. Dado que para que un cerebro se considere masculino debe estar en el male-end y no compartir características con uno femenino, cuando mucho tendríamos una cifra de 12.5% de cerebros típícamente masculinos, o incluso menos (figura 1D del paper). Lo mismo vale para los cerebros femeninos. Dado que no se toma en cuenta los picos de la distribución (cosa que en cualquier contexto estadístico se hace sin falta, pues representa el promedio a ser tomado en cuenta, y mas bien se desprecian los outliers de los extremos) y la diferencia que hay entre estos, queda claro que la cifra está artificialmente construida, y siempre dará porcentajes mínimos. Curiosamente, su propia figura 1E muestra lo contrario a lo que los autores proclaman: Una clara diferencia entre los cerebros femenino y masculino, a través de su código de colores: Mas rosado para las mujeres, más azul para los hombres. Me sigo preguntando por qué en el estudio se habrán pasado por alto los picos de promedio, siendo estos el factor principal a la hora de discernir diferencias. Lo más lógico habría sido comparar la intersección de la zona central vs las zonas centrales no intersectadas. Al menos así habrían tenido un indicador más fiable. Aún conservando una serie de zonas cerebrales con igual o similar volumen de materia gris entre hombres y mujeres, observar el conjunto de zonas diferentes sería suficiente para diferenciar entre los sexos. No soy el único que ha discurrido en esta línea de pensamiento.

Un dato curioso es que, al final del paper, se hace revisión de una base de datos diferente, el Carothers and Reis Behavioral Dataset, que muestra, nuevamente, todo lo contrario a lo que el estudio afirma: Una marcada diferencia entre hombres y mujeres, según su sexo. Los autores intentan salvar la tanda aduciendo que incluso en este estudio, la variabilidad sustancial es del 55%, prácticamente contradiciendo su posterior declaración, la cual indica que el sexo es suficiente para definir sus características cerebrales masculinas o femeninas.

Este estudio tiene multiples objeciones, y muchas no han sido tratadas ni respondidas, pese a lo que la expositora declara. Veamos algunas:


*** Del Giudice et al (2016)[19] nos indica que el estudio hace dos asunciones erróneas: Que el solapamiento de las diferencias sexuales hace imposible distinguir cerebros masculinos y femeninos, y que la “consistencia interna” es extremadamente rara. Respecto a lo primero, indican que en el paper no se realizó ninguna prueba para intentar predecir el sexo de los participantes por medio de las características cerebrales resaltadas. Del Guidice logró diferenciarlos con una eficacia máxima del 77%, cosa que refutaría la postura de Joel et al. Al mismo tiempo, corrige el efecto del solapamiento, y lo sitúa en una escala del 42%, suficientemente manejable como para ejecutar análisis predictivos válidos. Respecto a lo segundo, se demuestra que el modelo empleado por Joel et al es ad hoc, dado que, modificando las variables, incluso con alta correlación estadística para lo que serían cerebros altamente masculinos y femeninos, los valores que devuelve su método continúan siendo grandes para la variabilidad sustantiva. Es decir, su método no es falsable, y por ende, no es científico. Tanto así que, al aplicar su método para diferenciar rostros de diferentes especies de monos, no dio un buen resultado. En resumen, el método de Joel et al, es pseudocientífico.

Joel et al intentan responder a su crítica[20] aceptando que el sexo afecta el cerebro a nivel macro y micro, y que existen comportamientos más comunes en hombre y en mujeres. A renglón seguido, indican que su estudio trata sobre aquellas mixturas de comportamiento, que existen en ambos sexos, a la par de su comportamiento comúnmente masculino o femenino. Es decir, no refuta a Del Giudice ni a la evidencia académica que acepta la diferencia cerebral entre ambos sexos. Luego, indican que su método es robusto a pesar de las distintas muestras, grupos etarios de las mismas, etc., e indican que Del Giudice mas bien ha validado su método al encontrar una mayor cantidad de consistencia interna que de variabilidad sustantiva (no dice nada acerca de que su método fue incapaz de hacer una identificación correcta de los primates en casi la totalidad de los casos). También indica que las variaciones hechas por Del Giudice a las variables, de nuevo, está conforme a sus simulaciones donde incluyen ruido (olvidan decir que el ruido al azar no es igual a correlacionar fuertemente X variables clave). Luego, hacen referencia a las diferencias encontradas en la simulación de Del Giudice vs la suya (pues arrojan resultados contradictorios, pese a que dijeron que demostraba su método), y terminan afirmando, nuevamente, que su método es superior por poder distinguir consistencia interna con ruido de correlaciones similares (otra forma de llamar a la consistencia interna, sin llamarla como tal) pero sin ser consistencia interna. Es decir, intentan zafarse el problema haciendo un juego de palabras.

Luego, afirman que es imposible predecir el mosaico cerebral solo con el sexo biológico, pero que si es posible la inversa. Esto porque sostienen la existencia de diferencias cerebrales grupales. Pero claro, no sostienen las individuales. Las mismas características que niegan como significativas en un individuo, la validan en los grupos, como si la cantidad de personas variara las mismas, o las aumentara de alguna manera. Después de aceptar algunas mejores predicciones de parte del equipo de Del Giudice, acusarlos de usar FreeSurfer (software que no corrige el tamaño de los cerebros…aunque Joel et al también lo usaron), y aceptar la importancia de las técnicas de aprendizaje supervisado (parte del machine learning), sobre todo del Support Vector Machine (técnica que crea uno o más hiperplanos -dimensiones adicionales- para una mejor discriminación de datos), indica que finalmente no se sabe a qué se debe la variabilidad cerebral. Y finalmente denuesta la técnica SVM.

Sin comentarios…

*** Otra crítica científica llega de manos de Marek Glezerman (2016)[21]. Nos indica que el uso de MRI en este caso es como usar un mapa para medir el tráfico, y que la diferencia cerebral entre hombres y mujeres es funcional, no morfológica. Nos recuerda que el cerebro se ve expuesto a hormonas en la etapa prenatal, y que las células cerebrales son diferentes a nivel cromosomal. Y sí, hay cromosomas "Y" en las neuronas, a diferencia de las mujeres. Nos recuerda también que las principales diferencias están en el funcionamiento del hipotálamo, la glándula pituitaria y el axis gonadal. Nos pone como ejemplo las diferencias en el funcionamiento del sistema gastrointestinal, el corazón y el uso de medicamentos, todos ellos con diferentes efectos aunque nuestros órganos son básicamente los mismos.

La respuesta de Joel et al es simple: Indican que lo que en un momento puede ser típico para un macho, puede serlo en otro para una hembra. Que su estudio es el primero en tratar esos temas, que han estudiado la funcionalidad cerebral (aunque en ninguna parte de su paper está la frase “brain function”) así como las conexiones cerebrales (tratando de refutar la referencia de Glezerman referente a funcionalidad…es decir, un desvío de tema evidentísimo), y que a pesar que el sexo afecta la estructura cerebral, no se puede decir que sea suficiente para denominarlo “masculino” o “femenino”. ¡Pero claro que lo es! Terminan repitiendo su ad hoc: Para que se pueda llamar cerebro femenino y masculino, debe ser altamente dimórficos y tener consistencia interna. Es decir, otra respuesta que no es respuesta.

Como vemos, no hay nada de “brillante” en las respuestas de Joel et al. De hecho, son respuestas simples, e incluso mediocres para los cánones de la ciencia. Básicamente, la postura de la panelista es la misma que la de John Money: El género, con todo lo que implica, es una construcción social. Ya sabemos como terminó de mal, y las consecuencias para el pobre David Reimer[22]. Frente a eso, tenemos el caso que refleja la realidad: Reiner y Gearhart (2004)[23] nos muestran que, de un total de 16 niños con extrofia cloacal (una afección genital que normalmente lleva a la reasignación de sexo al nacer), en 14 de los casos los operaron para ser niñas. Y resulta que al final del camino, la mayoría terminó identificándose con el sexo masculino a temprana edad. De los 16, 8 viven como hombres, 5 como mujeres, y 3 viven con una identificación poco clara. De esos 3, 2 se identifican más como hombres. La biología, siempre por encima de los constructos sociales.

  
Deseo sexual e infidelidad

Respecto a lo último que menciona, sobre la fidelidad masculina, el alto deseo sexual y los estereotipos, lamentablemente resulta que los estereotipos no mienten. El hombre tiene más de 10 veces mayor cantidad de testosterona que la mujer[24], ergo, tiene mucho más deseo sexual, y una necesidad fisiológica de expulsar esperma. La retención del mismo puede ocasionar graves problemas de salud en el varón. Por otro lado, el hombre, biológicamente, ha sido desde el inicio un ser polígamo, infiel, mujeriego o como le quieran decir. Evolutivamente el espermatozoide es más barato que el ovulo, y esa es una verdad innegable, por más que moleste. La mujer, por otro lado, ha sobrevivido con una estrategia evolutiva que favorece la monogamia. Es por eso que los hombres superiores (no los comunes) son ateos, liberales y monógamos, tal como indica Kanazawa (2010)[25]. Ojo, la exclusividad sexual (monogamia) solo aplica a los hombres.

Así las cosas, queda claro que los alegatos de la panelista se caen uno a uno. Es lamentable que en el librepensamiento latinoamericano exista un sesgo feminista de este tipo, pues pone en riesgo la imparcialidad de la causa, así como compromete la calidad del discurso. Llenarse de mentiras con vestido científico no es honesto ni adecuado. Es pésimo. El feminismo inherente a este discurso ha viciado la objetividad y calidad de este encuentro. Una lástima por permitir que una ideología sin base científica se inserte en estos ambientes. Como ha quedado claro, el feminismo no tiene lugar dentro del ateísmo, mucho menos dentro de la ciencia. Espero sean conscientes de ello.




[1] Sagan, C. (2009). Cosmic Connection: An Extraterrestrial Perspective, Cambridge University Press p. 21-23. ISBN 0-521-78303-8. Recuperado de https://ia800402.us.archive.org/1/items/TheCosmicConnectionCarlSagan/The%20Cosmic%20Connection%20Carl%20Sagan.pdf

[2] Ídem, p. 26.

[3] “Solo 3 de cada 10 ingresantes a las carreras de ciencias y tecnologías son mujeres”. La República, 17 de abril del 2018. Recuperado de https://larepublica.pe/sociedad/1228294-solo-3-de-cada-10-ingresantes-a-las-carreras-de-ciencias-y-tecnologias-son-mujeres

[4] DATOS ESTADÍSTICOS UNIVERSITARIOS: Universidades 2011, Población universitaria 2010. Asamblea Nacional de Rectores. Recuperado de http://censos.inei.gob.pe/cenaun/redatam_inei/doc/ESTADISTICA_UNIVERSITARIAS.pdf

[5] Encuesta Nacional a Egresados Universitarios y Universidades 2014, p. 87. INEI-Perú. Recuperado de https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1298/Libro.pdf

[6] Chapman, E. et al. Fetal testosterone and empathy: evidence from the Empathy Quotient (EQ) and the ‘Reading the Mind in the Eyes’ test. Soc. Neurosci. 1, 135–148 (2006). Recuperado de https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/17470910600992239

[7] Fetal testosterone and empathy. Hormones and Behavior, Volume 49, Issue 3, March 2006, Pages 282-292. DOI: 10.1016/j.yhbeh.2005.08.010. Recuperado de https://uncch.pure.elsevier.com/en/publications/fetal-testosterone-and-empathy

[8] Kidron R, Kaganovskiy L, Baron-Cohen S (2018) Empathizing-systemizing cognitive styles: Effects of sex and academic degree. PLoS ONE 13(3): e0194515. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0194515. Recuperado de http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0194515

[9] Baron-Cohen (2018). Genome-wide analyses of self-reported empathy: correlations with autism, schizophrenia, and anorexia nervosa. Translational Psychiatry, volume 8, Article number: 35 (2018). doi:10.1038/s41398-017-0082-6. Recuperado de https://www.nature.com/articles/s41398-017-0082-6

[10] Su, R; Rounds J. (2015). All STEM fields are not created equal: People and things interests explain gender disparities across STEM fields. Front. Psychol., 25 February 2015. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2015.00189. Recuperado de https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2015.00189/full

[11] Hines (2008). Early androgen influences on human neural and behavioural development. Early Human Development. Volume 84, Issue 12, December 2008, Pages 805-807. DOI: 10.1016/j.earlhumdev.2008.09.006. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2778237/

[12] Davis, A.C. et al (2017). Gossip as an Intrasexual Competition Strategy: Sex Differences in Gossip Frequency, Content, and Attitudes, Evolutionary Psychological Science DOI: 10.1007/s40806-017-0121-9. Recuperado de https://link.springer.com/article/10.1007/s40806-017-0121-9

[13] Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci. 2013 Dec 5; 368(1631): 20130080. doi:  10.1098/rstb.2013.0080. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3826209/

[14] Joel et Al (2015). Sex beyond the genitalia: The human brain mosaic. Proc Natl Acad Sci U S A. 2015 Dec 15; 112(50): 15468–15473. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4687544/

[15] Male and female skull differences. Recuperado de https://twitter.com/martian_munk/status/884414588577619968

[16] Height of adult women and men. U.S. CDC, adults ages 18-86 in 2007. Recuperado de https://www.quora.com/What-percentage-of-American-adult-women-are-6-feet-or-taller

[17] Abramov I, Gordon J, Feldman O, Chavarga A. Sex & vision I: Spatio-temporal resolution. Biol Sex Differ. 2012;3(1):20. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3447704

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