En esta ocasión, el post va dedicado a una ponencia dentro del “Primer encuentro latinoamericano de librepensamiento”, realizado en Perú en el presente mes. La ponencia referida es dada por Alexandra Hernández, con el título: “Neurosexismo y el papel del feminismo en la ciencia”. El video pueden verlo completo AQUÍ:
La mencionada presentación está llena de falacias, datos inexactos y un emocionalismo victimista tal que es menester poner los puntos sobre las íes, y decir las cosas como son, sobre todo porque se está comprometiendo la visibilidad de los librepensadores. Por cosas como estas, se los está asociando indebidamente con el feminismo, sobre todo a los ateos, cosa que simplemente no tiene sentido. La presentación tiene por objetivo poner de manifiesto que el feminismo tiene un papel dentro de la ciencia. Dejaré en claro por qué esto es falso, refutando los puntos del video. Espero quede entendido, más allá de toda duda, que el lugar del feminismo no es la academia, sino el podio popular y la calle. No hay lugar dentro de la ciencia para una ideología que se basa en el sentimentalismo y la victimización, que tergiversa datos, que pretende ajustar la ciencia a su parecer, y falsear la historia de la humanidad de forma tan descarada.
Las
placas de Pioneer
Aquí se comete un grave error: Ver como lesivo la representación humana
neutra, ajena a la “cultura”. Pero cabe preguntarse: ¿por qué deberíamos
representar la cultura humana ante una civilización extraterrestre de buenas a
primeras? ¿Tendría sentido hacerlo, dado que esta cambia con el tiempo, y para
cuando los aliens encuentren esta placa junto con el Pioneer 10 u 11 (que para
llegar a la estrella más cercana pasarán alrededor de 80,000 años / 4.3 años
luz de distancia), posiblemente tengamos otros usos y costumbres, o incluso
puede que nos hayamos extinguido? Sin duda, no. Además, la placa es
relativamente pequeña (6x9 pulgadas), y tenía que ir información relevante
sobre nuestro planeta y sus habitantes inteligentes, como a la vez un mensaje
que pudiera ser comprendido por una civilización tecnológicamente superior. La
placa contiene información como la transición hiperfina entre protones
paralelos y antiparalelos, así como el spin del electrón[1],
pero esto parece no importarle a la presentadora. Le es más importante lo “hegemónico”
(solo le faltó decir “machista falocéntrico heteropatriarcal”) en la placa.
Supongo que desconoce que la imagen fue hecha por Linda Sagan, la esposa de Carl
(exacto, una mujer) inspirándose en los modelos griegos. Eso, aunado a la falta
de tiempo (3 semanas) con que contaban antes del lanzamiento. Y, contrario a lo
que podría parecer, los directivos de la NASA no se escandalizaron frente a las
imágenes, a diferencia de las feministas en aquel tiempo, una de las cuales
incluso llegó a proponer la mutilación del hombre dibujado[2].
Por último, a fines de estudiar al humano, la representación del mismo debe ser
lo más científica posible, y por ello, la primera representación es la de un
ser biológico. Antes que todo, somos animales, y reflejarlo no tiene nada de
malo, ni mucho menos anticientífico. Criticar eso es ponerse en una posición
totalmente anticientífica e irracional que no se sostiene de forma alguna. Igual
que los investigadores humanos, al descubrir nuevas especies, lo primero que se
hace es su clasificación biológica, y luego se estudian sus rasgos sociales.
La
ciencia como herramienta de poder androcéntrico y el feminismo como
contrapartida
Se nos dice también que en el imaginario popular, ciencia y feminismo
parecen ser polos opuestos. Esperamos, entonces, que se demuestre lo contrario.
Y al momento siguiente…¡se confirma esa idea! Se habla de androcentrismo, de la
ciencia como herramienta de poder, y demás. Es decir, el típico discurso de
conspiranóicos de las farmacéuticas, los chemtrails, los aliens y demás. Flaco favor
se le hace al feminismo así. La queja continua de “hay, pobres de nosotras,
somos oprimidas por la ciencia solo por ser mujeres” es apelar a la emoción
(sofisma patético) y no se condice con la evidencia. El apelar a la
invisibilización, a la dominación y demás es victimismo puro y duro. Tal vez
por eso es que las feministas no tienen espacio en la ciencia.
Luego de ello, se cuestiona la neutralidad del método científico. Esto
es muestra, sin la menor sombra de duda, de la ignorancia científica de la
expositora. El método científico está guiado por el naturalismo metodológico, y
en él no cabe acusación alguna de sexismo o discriminación a la mujer. Es
simplemente un método. El único sesgo del que se podría acusar al mismo sería
el de no incluir lo espiritual/no físico/inmaterial. Pero entonces se daría al
traste con años de exitosos resultados en el STEM, que permiten, por cierto,
que ella misma pueda transmitir al mundo su presentación a través de internet. Si
no objeta de este modo, la acusación que deja en el aire carece de sentido.
Respecto al sesgo masculino en la ciencia, y su referencia a su posible
uso para justificar cosas, es lamentable ello partiendo de una profesional en
psicología. Para empezar, dicho sesgo no existe. A menos que presente pruebas
de que el método científico tiene algún tipo de favoritismo hacia el hombre
(cosa absurda, pues se trata de un método, un armazón mental, un esquema de
trabajo), su afirmación deviene en gratuita. Respecto a la justificación de
cosas, parece no diferenciar entre comprender y justificar, y entre la labor de
un científico (investigación) y el uso que se le pueda dar para justificar
posturas individuales (lo que no pertenece al ámbito científico). Por ejemplo,
el cerebro de la mujer es más pequeño que el del hombre, y algunos sin
formación científica (y otros con deficiencia de ella) decían que esto era
suficiente para considerar inferior a la mujer. Pero no es así. La ciencia solo
tiene la responsabilidad de investigar las cosas (la diferencia real entre los
cerebros). Lo que la gente opine y deduzca de ella, no tiene nada que ver con ella. Culpar a la ciencia y al método científico de eso es tan absurdo como
culpar a la física por las representaciones alucinantes que de ella hace Deepak
Chopra.
Brecha
de género en la ciencia
Se hace mención aquí la supuesta brecha de género en la ciencia, y cómo
las mujeres son, en menor cantidad, investigadoras (se hace la diferencia
específica con “profesionales”). Y como respuesta, desde el feminismo,
nuevamente vemos la victimización. Para empezar, la distinción
investigadores/profesionales es hecha ad hoc, así que desde allí podemos
señalar dicho proceder como falaz. Hacer estadística de esa manera, de hecho,
es una mala práctica. Los dominios y muestras deben ser definidos con claridad
para dar significancia estadística a los resultados. Seleccionar variables
simplemente porque parece correcto, es, de hecho, una forma de viciar los
resultados (que no es lo mismo a seleccionar objetivamente las variables a
estudiar). Pero sigamos con el análisis de la presentación. Si se van dando
cuenta, la estrategia feminista para justificar la menor cantidad de mujeres en
X rubro es la de la victimización, y tachar de androcéntrico ese campo o
método. Acusar emocionalmente y sin pruebas no es científico, es emocional. Y hay
muchos errores en los postulados mencionados. Para empezar, el que en la
ciencia haya más hombres tradicionalmente, no es algo malo en sí. Así que
resaltar eso, es ridículo. Por otro lado, eso significaría que décadas de
feminismo no han hecho que la mujer se acerque más a las carreras científicas.
Si se ven las estadísticas de ingreso a las carreras STEM en Perú, solo 3 de
cada 10 ingresantes son mujeres[3],
según datos de la SUNEDU y el informe de la UNESCO “Quebrando el código:
educación de las niñas y mujeres en el STEM”. Eso sorprende considerando que el
ingreso a la educación superior en el Perú es casi igual en proporción de
hombres y mujeres, como se ve en la siguiente imagen[4]:
Sobre las razones que llevan a cada sexo a elegir su carrera, se encuentra
que fue por elección propia, y un gran porcentaje tuvo que ver con la
orientación vocacional, lo que significa que naturalmente esas personas tienen
inclinaciones y capacidades para ello[5]:
Esto, de hecho, refuerza la
idea de que hombres y mujeres tenemos distintas inclinaciones naturales de
origen biológico, y desdice los reclamos del feminismo. Esto es consistente con
los estudios a nivel mundial que demuestran que las mujeres son mejores
empatizando, y los hombres sistematizando (Chapman et al., 2006[6]; Baron-Cohen et
al., 2006[7]; Kidron et al,
2018[8]; Baron-Cohen
2018[9]); que los
hombres se interesan más en las cosas y las mujeres más en las personas (Su, R.,
Runds, J., 2015[10],
metaanálisis de 85 estudios); y que en países con mayor igualdad de género las
mujeres son menos en carreras de ciencia y tecnología (Stoet, G., y Geary,
D. C., 2018). Es necesario mencionar también que la exposición prenatal a altos
niveles de hormonas androgénicas determina cosas tan básicas como la
orientación sexual, identidad de género, empatía, agresividad, cableado
cerebral y demás (Hines, 2008[11]). En resumen,
tenemos un origen biológico para estas diferencias, y un gran componente de
decisión personal, incluso en los países donde hay mayor igualdad de género, lo
que destruye la tesis del machismo como culpable de este estado de cosas. Por otro
lado, también es importante entender una cosa: Los investigadores son, casi en
su totalidad, catedráticos, sobre todo en América Latina (en el hemisferio
norte las empresas tienen sus propios investigadores). Veamos cuántos
profesores universitarios hay, por sexo:
Como vemos,
la mayoría de catedráticos son hombres. El ingreso a la docencia es una
decisión personal. ¿Qué culpa tienen los hombres o la ciencia de que las
mujeres no quieran enseñar? Ninguna. Y es curioso, porque están mundialmente
más en carreras de educación. Tal vez por eso vemos muchas mas profesoras en
primaria o secundaria.
Respecto a
las mujeres en computación, como experto en informática, debo decir que, si
bien el aporte femenino es importante, realmente es mínimo frente a los
descubrimientos y aportes masculinos. Solo por contar algunos nombres: Tim
Berners-Lee (creador de la web y del W3C), Vinton Cerf (uno de los padres de
internet), Claude Shannon (autor de la Teoría de la Información), Norbert Wiener
(padre de la cibernética), Alan Turing (padre de la computacion), Ralph Hartley
(teoria de transmisión de la información), Charles Babbage (precursos de la
computación y diseñador de la máquina analítica, de quien Ada Lovelace
transcribiera sus notas –desechando así la idea de que esta sea la primera
programadora-), etc. Fueron los hombres quienes construyeron la informática.
Esto es un hecho.
Otro hecho
que la panelista parece desconocer es que los estudios indican, en contra de lo
que afirma, que el chisme es más propio de las mujeres, y lo disfrutan mucho.
Esto es una estrategia de competencia intrasexual, para así poder captar la
atención del otro sexo (Davis, 2017[12]; Vaillancourt,
2013[13]).
Respecto a la
entrevista en Microsoft que refiere, aquí vemos claramente cómo las mujeres se
menosprecian solas y se autosabotean psicológicamente, en comparación con los
hombres, que, teniendo peores armas biológicas para una buena inteligencia
emocional, salen mejor parados. De hecho, en la educación tradicional, los
hombres son los que tienen peor rendimiento académico y mayor tasa de
deserción, y el hecho de que aún así muchos hombres sigan carreras STEM (de
alta exigencia científica) habla muy bien de ellos, y muy mal de las
mujeres. Los hombres, teniendo más cosas en contra, salen adelante por su
propio esfuerzo. Y las mujeres, con más ventajas, salen peor. Eso no es
problema de los hombres. Eso no es machismo. Es culpa de las mujeres, y
pretender culpar al hombre por la desidia e incapacidad femenina, es un sexismo
misándrico de terror.
Cerebros masculinos y femeninos
Respecto a la
crítica que hace a los estudios de Baron-Cohen, vemos que en lugar de citar
fuentes o referencias sobre ello, lo único que hace es aducir que el señor es
financiado con mucho dinero, y blablabla…básicamente, un ad hominem,
pretendiendo descalificar personalmente a alguien por ser hombre, blanco y bien
financiado. Pero de sus resultados no es capaz de presentar refutación alguna.
Sobre todo, porque el tipo no es el único que trabaja en este tema. Arriba
menciono varios estudios que muestran el mismo resultado. De hecho, esta
diferencia entre sexos es la regla en el mundo académico, y sus resultados son
sólidos. La mera duda de una feminista no es suficiente para rebatir resultados
bien establecidos. Sobre lo que dice acerca de que los hombres responden mejor
cuando no saben sobre qué están siendo evaluados, pues esto es universal a
todos los humanos. Pasa en hombres y mujeres. Y no olvidemos que la sociedad
es, sin duda, un sistema, así que responder a su funcionamiento entra en el
ámbito de la sistematización (por eso los sistemas sociales pueden ser
modelados matemáticamente con la dinámica de sistemas y el modelamiento
multiagente). Acusar a la investigadora de sesgada como ataque al paper es un
simple y vulgar ataque ad hominem, y por ende una falacia que desestima su
réplica. Hablar del hambre en los niños y demás, simples desvíos de tema. ¿En
serio alguien podría tomar en serio eso? Si realmente no existiera diferencia
sexual a este respecto, el hambre sería una variable irrelevante. De hecho, los
estudios referidos a la diferencia en el grado empatía-sistematización incluyen
también personas con asperger y del espectro autista, donde se ha comprobado
relación con la exposición a testosterona prenatal. De ser la testosterona
realmente inocua para los niños a este respecto, este efecto en la incidencia
de autismo no existiría.
Sobre el
estudio que cita, de Daphna Joel (2015)[14], haré un breve
análisis.
Para empezar,
el estudio comienza mal. Descarta la posible diferenciación entre cerebros
masculinos y femeninos, siendo que su paper revela la posibilidad de dicha clasificación,
así como la validez de dichos rasgos, solo que en una menor proporción frente
al “mosaico cerebral”.
Luego prosigue
con una afirmación gratuita: Que esta diferencia dicotómica solo sería posible
si los cerebros fueran altamente dimórficos. Grave error. Un contraejemplo
sería el de los cráneos de hombre y mujer. No son altamente dimórficos, pero son
diferenciables[15]:
Ella afirma que los cerebros deben ser, además de muy dimórficos, “internamente
consistentes” (que el cerebro solo tenga esas características extremas). Su estudio
se basa, grosso modo, en lo siguiente: Si los cerebros son más altamente
dimórficos que parecidos, se valida la diferencia cerebral hombre-mujer. Si es
al revés, se refuta. Y, de hecho, este es un proceder que no resiste el menor
análisis racional, además de ser altamente falaz. De la poca cantidad de gente
con el cerebro en los extremos de la distribución estadística, no se sigue que
los cerebros masculinos y femeninos estén refutados. Solo se sigue que los
cerebros muy masculinos y muy femeninos son poco comunes. De hecho, es un grave
error porque, para los no versados en estadística, esto puede parecer un
análisis certero, pero no lo es. El grueso de una distribución normal siempre
va a estar en el centro de la figura. La dispersión correspondiente a los
outliers casi siempre va a ser mínima, siempre que se haya elegido bien la
muestra. De no ser así, la distribución, en vez de forma de campana de Gauss,
puede tener formas extrañas, pero sería por error del investigador. De hecho,
es esperable, casi que seguro, que las puntas de las campanas de hombres y
mujeres estén muy cerca y haya solapamientos. Siempre los va a haber. La existencia
de solapamientos no excluye las diferencias. No sé si se nota, pero la
similitud entre una cosa y otra no hace que dejen de ser diferentes. La similitud
es solo una medida de diferencia, no una refutación a ella. Un ejemplo de ello
es la distribución de tamaño entre hombres y mujeres. El solapamiento es
significativo, y no por ello refuta la diferencia, ni la posibilidad de asignar
una talla típica masculina o femenina[16]:
Con un postulado tan ad hoc y gratuito, podríamos dar por descartado
este paper. Pero sigamos con el análisis.
Respecto a la masculinización del cerebro, yerra la autora al mencionar
la independencia de la testosterona, como bien señalé anteriormente (Hines, 2008, Abramov et
al. 2012[17],
Chura LR et al, 2010[18]).
Ahora, algo
muchísimo más importante. Un error (o tal vez una acción adrede) de los autores
es definir las zonas altamente masculinas (male-end) y las altamente femeninas
(female-end), de manera arbitraria (palabras del propio paper) en un porcentaje
de 33% (siendo que varias mujeres quedan en la zona masculina, y varios hombres
en la zona femenina, simplemente porque sí), asignar a la variabilidad sustancial
la definición de tener características de hombre y mujer (que lógicamente se da
en la intersección de los gráficos, a la vez que esto cumple el parámetro de no
dimorfismo) para luego decir que dicha variabilidad NO ES la intersección entre
los gráficos (denominado “zona intermedia”).
Como solo se
toman en cuenta los male/female-end para determinar el sexo de los cerebros, en
el paper tenemos una medida de, cuando mucho, 66%. Dado que la distribución es
irregular a los lados, podríamos incluso reducir aún más esa cifra. Dado que
para que un cerebro se considere masculino debe estar en el male-end y no
compartir características con uno femenino, cuando mucho tendríamos una cifra de
12.5% de cerebros típícamente masculinos, o incluso menos (figura 1D del paper).
Lo mismo vale para los cerebros femeninos. Dado que no se toma en cuenta los
picos de la distribución (cosa que en cualquier contexto estadístico se hace
sin falta, pues representa el promedio a ser tomado en cuenta, y mas bien se
desprecian los outliers de los extremos) y la diferencia que hay entre estos, queda
claro que la cifra está artificialmente construida, y siempre dará porcentajes
mínimos. Curiosamente, su propia figura 1E muestra lo contrario a lo que los
autores proclaman: Una clara diferencia entre los cerebros femenino y
masculino, a través de su código de colores: Mas rosado para las mujeres, más
azul para los hombres. Me sigo preguntando por qué en el estudio se habrán
pasado por alto los picos de promedio, siendo estos el factor principal a la
hora de discernir diferencias. Lo más lógico habría sido comparar la
intersección de la zona central vs las zonas centrales no intersectadas. Al menos
así habrían tenido un indicador más fiable. Aún conservando una serie de zonas
cerebrales con igual o similar volumen de materia gris entre hombres y mujeres,
observar el conjunto de zonas diferentes sería suficiente para diferenciar
entre los sexos. No soy el único que ha discurrido en esta línea de pensamiento.
Un dato
curioso es que, al final del paper, se hace revisión de una base de datos
diferente, el Carothers and
Reis Behavioral Dataset, que muestra, nuevamente, todo lo contrario a lo
que el estudio afirma: Una marcada diferencia entre hombres y mujeres, según su
sexo. Los autores intentan salvar la tanda aduciendo que incluso en este
estudio, la variabilidad sustancial es del 55%, prácticamente contradiciendo su
posterior declaración, la cual indica que el sexo es suficiente para definir
sus características cerebrales masculinas o femeninas.
Este estudio tiene multiples
objeciones, y muchas no han sido tratadas ni respondidas, pese a lo que la
expositora declara. Veamos algunas:
*** Del Giudice et al (2016)[19]
nos indica que el estudio hace dos asunciones erróneas: Que el solapamiento de
las diferencias sexuales hace imposible distinguir cerebros masculinos y
femeninos, y que la “consistencia interna” es extremadamente rara. Respecto a
lo primero, indican que en el paper no se realizó ninguna prueba para intentar
predecir el sexo de los participantes por medio de las características
cerebrales resaltadas. Del Guidice logró diferenciarlos con una eficacia máxima
del 77%, cosa que refutaría la postura de Joel et al. Al mismo tiempo, corrige
el efecto del solapamiento, y lo sitúa en una escala del 42%, suficientemente
manejable como para ejecutar análisis predictivos válidos. Respecto a lo
segundo, se demuestra que el modelo empleado por Joel et al es ad hoc, dado
que, modificando las variables, incluso con alta correlación estadística para
lo que serían cerebros altamente masculinos y femeninos, los valores que
devuelve su método continúan siendo grandes para la variabilidad sustantiva. Es
decir, su método no es falsable, y por ende, no es científico. Tanto así que,
al aplicar su método para diferenciar rostros de diferentes especies de monos,
no dio un buen resultado. En resumen, el método de Joel et al, es
pseudocientífico.
Joel et al intentan responder a su crítica[20]
aceptando que el sexo afecta el cerebro a nivel macro y micro, y que existen
comportamientos más comunes en hombre y en mujeres. A renglón seguido, indican
que su estudio trata sobre aquellas mixturas de comportamiento, que existen en
ambos sexos, a la par de su comportamiento comúnmente masculino o femenino. Es decir,
no refuta a Del Giudice ni a la evidencia académica que acepta la diferencia
cerebral entre ambos sexos. Luego, indican que su método es robusto a pesar de
las distintas muestras, grupos etarios de las mismas, etc., e indican que Del
Giudice mas bien ha validado su método al encontrar una mayor cantidad de
consistencia interna que de variabilidad sustantiva (no dice nada acerca de que
su método fue incapaz de hacer una identificación correcta de los primates en
casi la totalidad de los casos). También indica que las variaciones hechas por
Del Giudice a las variables, de nuevo, está conforme a sus simulaciones donde
incluyen ruido (olvidan decir que el ruido al azar no es igual a correlacionar
fuertemente X variables clave). Luego, hacen referencia a las diferencias
encontradas en la simulación de Del Giudice vs la suya (pues arrojan resultados
contradictorios, pese a que dijeron que demostraba su método), y terminan
afirmando, nuevamente, que su método es superior por poder distinguir
consistencia interna con ruido de correlaciones similares (otra forma de llamar
a la consistencia interna, sin llamarla como tal) pero sin ser consistencia
interna. Es decir, intentan zafarse el problema haciendo un juego de palabras.
Luego, afirman que es imposible predecir el mosaico cerebral solo con
el sexo biológico, pero que si es posible la inversa. Esto porque sostienen la
existencia de diferencias cerebrales grupales. Pero claro, no sostienen las
individuales. Las mismas características que niegan como significativas en un
individuo, la validan en los grupos, como si la cantidad de personas variara
las mismas, o las aumentara de alguna manera. Después de aceptar algunas
mejores predicciones de parte del equipo de Del Giudice, acusarlos de usar
FreeSurfer (software que no corrige el tamaño de los cerebros…aunque Joel et al
también lo usaron), y aceptar la importancia de las técnicas de aprendizaje
supervisado (parte del machine learning), sobre todo del Support Vector Machine
(técnica que crea uno o más hiperplanos -dimensiones adicionales- para una
mejor discriminación de datos), indica que finalmente no se sabe a qué se debe
la variabilidad cerebral. Y finalmente denuesta la técnica SVM.
Sin comentarios…
*** Otra crítica científica llega de manos de Marek Glezerman (2016)[21].
Nos indica que el uso de MRI en este caso es como usar un mapa para medir el tráfico, y que
la diferencia cerebral entre hombres y mujeres es funcional, no morfológica. Nos
recuerda que el cerebro se ve expuesto a hormonas en la etapa prenatal, y que
las células cerebrales son diferentes a nivel cromosomal. Y sí, hay cromosomas "Y" en las neuronas, a diferencia de las mujeres. Nos recuerda también que las
principales diferencias están en el funcionamiento del hipotálamo, la glándula
pituitaria y el axis gonadal. Nos pone como ejemplo las diferencias en el
funcionamiento del sistema gastrointestinal, el corazón y el uso de
medicamentos, todos ellos con diferentes efectos aunque nuestros órganos son
básicamente los mismos.
La respuesta de Joel et al es simple: Indican que lo que en un momento
puede ser típico para un macho, puede serlo en otro para una hembra. Que su
estudio es el primero en tratar esos temas, que han estudiado la funcionalidad
cerebral (aunque en ninguna parte de su paper está la frase “brain function”)
así como las conexiones cerebrales (tratando de refutar la referencia de
Glezerman referente a funcionalidad…es decir, un desvío de tema evidentísimo),
y que a pesar que el sexo afecta la estructura cerebral, no se puede decir que
sea suficiente para denominarlo “masculino” o “femenino”. ¡Pero claro que lo
es! Terminan repitiendo su ad hoc: Para que se pueda llamar cerebro femenino y
masculino, debe ser altamente dimórficos y tener consistencia interna. Es decir,
otra respuesta que no es respuesta.
Como vemos, no hay nada de “brillante” en las respuestas de Joel et al.
De hecho, son respuestas simples, e incluso mediocres para los cánones de la
ciencia. Básicamente, la postura de la panelista es la misma que la de John
Money: El género, con todo lo que implica, es una construcción social. Ya
sabemos como terminó de mal, y las consecuencias para el pobre David Reimer[22].
Frente a eso, tenemos el caso que refleja la realidad: Reiner y Gearhart (2004)[23]
nos muestran que, de un total de 16 niños con extrofia cloacal (una afección
genital que normalmente lleva a la reasignación de sexo al nacer), en 14 de los casos los operaron para ser niñas. Y resulta que al final
del camino, la mayoría terminó identificándose con el sexo masculino a temprana
edad. De los 16, 8 viven como hombres, 5 como mujeres, y 3 viven con una
identificación poco clara. De esos 3, 2 se identifican más como hombres. La biología,
siempre por encima de los constructos sociales.
Deseo
sexual e infidelidad
Respecto a lo último que menciona, sobre la fidelidad masculina, el alto
deseo sexual y los estereotipos, lamentablemente resulta que los estereotipos
no mienten. El hombre tiene más de 10 veces mayor cantidad de testosterona que
la mujer[24],
ergo, tiene mucho más deseo sexual, y una necesidad fisiológica de expulsar
esperma. La retención del mismo puede ocasionar graves problemas de salud en el
varón. Por otro lado, el hombre, biológicamente, ha sido desde el inicio un ser
polígamo, infiel, mujeriego o como le quieran decir. Evolutivamente el espermatozoide
es más barato que el ovulo, y esa es una verdad innegable, por más que moleste.
La mujer, por otro lado, ha sobrevivido con una estrategia evolutiva que
favorece la monogamia. Es por eso que los hombres superiores (no los comunes)
son ateos, liberales y monógamos, tal como indica Kanazawa (2010)[25].
Ojo, la exclusividad sexual (monogamia) solo aplica a los hombres.
Así las cosas, queda claro que los alegatos de la panelista se caen uno
a uno. Es lamentable que en el librepensamiento latinoamericano exista un sesgo
feminista de este tipo, pues pone en riesgo la imparcialidad de la causa, así
como compromete la calidad del discurso. Llenarse de mentiras con vestido
científico no es honesto ni adecuado. Es pésimo. El feminismo inherente a este
discurso ha viciado la objetividad y calidad de este encuentro. Una lástima por
permitir que una ideología sin base científica se inserte en estos ambientes. Como
ha quedado claro, el feminismo no tiene lugar dentro del ateísmo, mucho menos
dentro de la ciencia. Espero sean conscientes de ello.
[1] Sagan,
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