domingo, junio 03, 2018

Serie "Lógica y argumentación": Falacia de generalización apresurada


En esta serie, analizaremos los distintos errores lógicos que pueden cometer las personas en su discurso diario o académico. Entre ellos, los más comunes son el uso de falacias y el de sesgos cognitivos. En esta ocasión, la falacia a analizar será la “generalización apresurada”, por ser una de las más comunes en el intercambio diario. Nos serviremos, además, de recursos académicos principalmente para tratar este tema.

Primero, comencemos por definir qué es una generalización apresurada. Esta consiste en la emisión de una conclusión, errada a todas luces, causada normalmente por uno de los siguientes factores:
  • Número insuficiente de casos.
  • Uso de casos no representativos.
  • Mala estimación de casos excepcionales.
  • Confundir mayoría con generalidad.
  • Hacer una generalización inversa.
La falacia de generalización es un tipo de non sequitur, una forma de saltar a una conclusión que no se sigue de las premisas. Está basada en un razonamiento inductivo, esto quiere decir, que pasamos de elementos particulares para establecer una regla o comportamiento general. Analicemos en detalle esta interesante falacia.

Inferencia inductiva científica vs inferencia inductiva filosófica

Para empezar, debemos diferenciar la inferencia inductiva científica de la filosófica. En ciencia, las reglas se crean excluyendo toda posible excepción. Es por eso que las leyes de la física son irrompibles, y cuando mucho podemos tacharlas de evitables acudiendo a otro marco de referencia. Por ejemplo, los objetos se comportan como onda o partícula. Pero esto no se aplica en el mundo cuántico. ¿Hay una contradicción? No. Simplemente se ha cambiado el marco referencial, de la física clásica o mecánica newtoniana, a la física cuántica. Esto en concordancia con uno de los principios de la lógica clásica: El de no contradicción: Dos proposiciones mutuamente excluyentes no pueden ser verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido[1]. O lo que es lo mismo, una proposición no puede ser a la vez verdadera y falsa. En cualquier otro caso, se admite que la presentación de una sola excepción anula la regla.

En filosofía es diferente. Las generalizaciones son referencias generales, que admiten alguna ínfima excepción, que confirma dicha regla. Así, la existencia de algo que no se ajusta a la regla mencionada, no es fuente automática de descrédito y descarte de la misma. Pensar en absolutos y olvidarse de las excepciones, de hecho, es una falacia llamada secundum quid[2] o de mal uso de la generalización.

Causas comunes de la generalización apresurada 

Habiendo establecido las diferencias en los tipos de inferencia, analicemos un poco las distintas causas que más comúnmente nos llevan a cometer la falacia que estamos tratando:
  • Número insuficiente de casos: Por ejemplo, cuando pensamos “debido a que las dos europeas que conocí son rubias, todas las europeas no son”. La cantidad de personas es insuficiente para intentar dar con una regla general válida. Incluso aunque, por algún motivo de azar, la regla generada terminara acertando con el resultado, seguiría siendo una falacia debido a la falta de sequitur entre las premisas y la conclusión. 
  • Uso de casos no representativos: Esta se da cuando, por diversos motivos, las muestras usadas para la generalización no nos garantizan la correcta representatividad del universo estudiado. Las más importantes son:
    • Uso de casos irrelevantes o de accidente: Se da cuando se juzga una generalidad a partir de accidentes, es decir, de rasgos circunstanciales, particulares o contingentes, no a partir de lo esencial[3]. Es como pensar que todos los triángulos son polígonos azules de tres lados, solo por haber visto estos varias veces. El color azul es el accidente aquí.
    • Uso de casos anecdóticos: Sucede cuando se toma en cuenta solo casos de conocimiento personal, de oídas o sin peso mayor que la mera suposición. Esto constituye una falacia, la de evidencia anecdótica.
    • Uso de casos sesgados: Se da cuando por algún motivo sesgamos la muestra usada para la generalización. Por ejemplo, cuando pensamos que las redes sociales son suficiente para marcar generalizar la postura política de la población, usando encuestas para recoger la opinión. En este caso, ello implica varios errores: Asumir que lo que la gente dice en redes sociales está conforme a lo que hará finalmente en las urnas, que buena parte de la gente tiene redes sociales (sobre todo la que se usó para hacer el estudio), que el público al que llegó nuestro método de recogida de datos es suficientemente variada y representativa, que el método usado garantiza resultados de calidad, etc. Esto no aplica cuando se usan métodos académico-profesionales como podrían ser técnicas de Business Intelligence y Data Science, pues las mismas se encargan de extraer la información y el conocimiento desde los datos crudos por medio de reglas matemáticas y modelos estadísticos de índole informático, lo cual entra en el dominio de la experticia profesional y la ciencia. En este caso, hablar de sesgo es casi imposible, y sólo podría objetarlo alguien con formación profesional equivalente. Por último, podría darse el caso de que, consciente o inconscientemente, se estén considerando únicamente casos que favorecen el punto de vista propio, sin contar los que lo refutan. Esto es caer en un sesgo cognitivo: El sesgo de confirmación[4].
  • Mala estimación de casos excepcionales: Las generalizaciones válidas se dan en el entendido de que conforman la casi totalidad de los elementos o casos en el universo de estudio. El no ser lo suficientemente diligente como para estimar correctamente la cantidad o proporción de casos excepcionales, puede dar lugar a que la generalización propuesta no sea tal, si es que dichas “excepciones” lo son en gran medida.
  • Confundir mayoría con generalidad: Conforme a lo anterior, podría darse que lo que se señala como regla general (casi la totalidad de algo) sea apenas una mayoría. En ese caso, puede darse el escenario de que la mayoría de casos o individuos de un tipo correspondan a menos del 50% de los mismos. Seguirían siendo mayoría, pero sería imposible hablar de una generalidad. Por ejemplo, en una población, el color de piel por persona podría ser de 40% blancos, 30% negros, 30% mestizos. De ninguna de estas tres cifras se sigue una generalización válida respecto al color de piel de la población. Incluso aunque los de piel blanca fueran el 51% o 60% se sostendría ello.
  • Hacer una generalización inversa: En este caso, se tomarían las excepciones a una regla o generalización como universo válido para generalizar a su vez. Por ejemplo, aludir a la existencia de ciertas mujeres más altas que cierto sector de hombres para sostener que las mujeres son, en general, más altas que los hombres. Esto, pensando de la forma “hay excepciones a esta regla, seguro esta persona me está engañando y las cosas son al revés”. Es una forma de falacia casuística[5] (que desvía el tema señalando con excesiva importancia las excepciones a una regla, cuando son irrelevantes) con falacia de conclusión desmesurada (cuando se extrae de los datos más conclusiones de los que estos permiten)[6].

Ahora que ya vimos lo que es esta falacia, veamos lo que NO LO ES, y que muchas veces es mal entendido y mal clasificado, principalmente por ignorancia de la gente acerca de los elementos más básicos de la lógica:

Generalización vs hablar en general

Como ya vimos, en la inducción filosófica, se admiten excepciones a la regla. El primer error aquí sería confundir la generalización científica con la filosófica. La primera es realizada por científicos en sus respectivos campos de acción, y está soportada por su pericia profesional. Esta es diferente a la generalización que pueda hacer una persona del vulgo, o incluso un profesional, sea científico o no, fuera del marco metodológico de su respectiva profesión. Así que, para empezar, entendamos lo siguiente: Una generalización científica la hace un científico, en cuanto científico, en toda la extensión de la palabra. La generalización filosófica la puede hacer cualquier hijo de vecino, científico o no, FUERA de dicho marco normativo. Por ende, el que un profesional diga que está haciendo una generalización científica, estando fuera de su laboratorio o espacio académico-profesional, y ajeno a sus instrumentos de trabajo, no solo es una falacia, sino una mentira.

Ahora que estanos claros que el tipo de generalización que podemos usar en el habla común y los debates es la de tipo filosófico, es indispensable entender esto: Toda generalización es una forma reducida de hablar en general. Así, cuando usamos el habla en general, en toda su extensión, no estamos cometiendo ninguna falacia. Decir que los hombres son generalmente más altos que las mujeres no es una generalización falaz. Incluso si sostuviéramos que las generalizaciones filosóficas no son ni pueden ser formas de hablar en general, sería imposible tachar de falaz esta forma de hablar, porque sería plenamente diferente de una generalización, y por ende, la falacia le sería totalmente inaplicable. Hablar en general tiene la ventaja de que ya hemos considerado previamente el posible margen de error y la existencia de casos que no se apliquen a una regla. Así, mientras que para una generalización estricta, un solo contraejemplo es suficiente para destruirla, para el habla en general hace falta demostrar que los casos tachados como mayoría o comunes, no lo son en realidad. Se adquiere una carga de prueba positiva, y por ende ineludible, que de no solventarse destruye la objeción a nuestro argumento.

Generalización vs consecuencia verdadera

En algunos casos, podemos aludir cierto comportamiento o rasgo a cierto grupo, sin mayor problema. Esto podría ser visto por alguien poco entendido como una generalización apresurada, pero no es el caso si es que el comportamiento o rasgo es verdadero, y su alusión al mismo puede derivarse válidamente de uno o más factores. Es decir, acreditar una causalidad viable a un rasgo verdadero como explicación de su ubicuidad, no es una falacia, es decir una verdad. Tomemos el caso del feminismo. Si decimos “las feministas se enojan cuando se habla de los problemas del hombre”, no será falacia porque a) existe este comportamiento en el movimiento feminista, b) está apreciablemente distribuido, al menos en su facción más visible, c) los presupuestos feministas indican que el hombre es privilegiado y las oprime de diversas formas. Y tomemos en cuenta también que el feminismo no es solo una opción ideológica de café, sino que constituye un estilo de vida que impacta en las emociones más profundas de sus adherentes, al igual que cualquier otro sistema de creencias que proporcione una cosmovisión y un sentido escatológico. De esto se deduce válidamente que quien sostenga lo contrario, será visto por ellas como un antagonista, a nivel intelectual y emocional.

Otro ejemplo que podemos dar es decir los negros de USA son más peligrosos que los blancos. De principio podría parecer una generalización, pero si vemos que a) hay criminales negros, b) hay mayor proporción de criminalidad y peligrosidad entre la población afrodescendiente que entre la caucásica norteamericana (aún si no fuera así, podemos suponerlo por mor del ejercicio), tenemos la suficiente fuerza epistémica para emitir este juicio, y no podría jamás ser calificado como una falacia.

Generalización vs mención de elemento no generalizable (comportamiento, característica o hecho)

Por último, algo que también es confundido con una falacia es el señalar un elemento existente. Se confunde la mención de dicho elemento con la generalización de ese elemento. Por ejemplo, decir “las mujeres tienen instinto maternal” no es una falacia, porque no se está afirmando que solo tienen ese instinto, que es ubicuo, ni se está creando alguna dicotomía o exclusión insalvable. La frase “las mujeres no tienen instinto maternal” también sería válida, por ende.

Como es comprensible, este caso no se da cuando se estipula algún clasificador de tipo excluyente (como la propiedad de pertenencia) o un cuantificador dicotómico. Si hay una propiedad de pertenencia, el cual implique la supremacía aplastante de dicho comportamiento en el grupo, y por ende la exclusión del caso contrario, se cae en la falacia de generalización apresurada. Un ejemplo de esto lo tenemos en las declaraciones de la congresista peruana Indica Huilca, tachando al Perú de "país de violadores”[7]. Su frase presenta características de pertenencia (pertenece a los violadores) y su supremacía aplastante (se entiende “lleno de violadores”). Eso, en contra de la aplastante evidencia de que los violadores son solo una pequeña parte de la población masculina.

Espero que con este breve análisis de la falacia de generalización, sean capaces de usarla correctamente en el futuro, estimados lectores.




[1] Robert Audi (ed.). «laws of thought». The Cambridge Dictionary of Philosophy (en inglés) (2nd edition edición). Cambridge University Press. Recuperado de https://is.muni.cz/el/1421/podzim2014/LJMgrB07/um/Cambridge_Dictionary_of_Philosophy.pdf
[2] Falacia del secundum quid. Diccionario de falacias. Ricardo García Damborenea, p. 84. Recuperado de http://www.metro.inter.edu/debate/Diccionario%20de%20Falacias%20-%20Garcia%20Damborenea.pdf
[3] Ídem, p. 2.
[4] Nickerson, Raymond S. (June 1998), "Confirmation Bias: A Ubiquitous Phenomenon in Many Guises", Review of General Psychology, 2 (2): 175–220, doi:10.1037/1089-2680.2.2.175. Recuperado de psy.ucsd.edu/~mckenzie/nickersonConfirmationBias.pdf
[5] Falacia del secundum quid. Diccionario de falacias. Ricardo García Damborenea, p. 15.
[6] Ídem, p. 23.
[7] “Comisión de Ética abre investigación preeliminar a Glave y Huilca por la frase 'Perú, país de violadores'”. Diario Perú 21. Recuperado de https://peru21.pe/politica/comision-etica-abre-investigacion-preeliminar-glave-huilca-frase-peru-pais-violadores-384213

0 comentarios:

Publicar un comentario

NO PUBLICAR COMO ANONIMO. LOS MENSAJES ANONIMOS SERAN BORRADOS SIN AVISO